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María Fernanda Gutiérrez Ruiz -

Fines de semana con la abuela y Kalimán


Junto con Los Cisnes Negros, Renzo el Gitano, Kadir el Árabe y León de Francia, Kalimán hacía que el país se paralizara. Fue transmitida por Todelar, y se convirtió en una de las historias radiales con mayor rating en Colombia durante el auge de las radionovelas desde 1960 hasta 1990, aproximadamente. ¡Así vivían las familias colombianas los fines de semana con Kalimán!

Logo historieta Kalimán // Foto tomada de: https://www.ayguey.mx

Bucaramanga

70’s

—¿Pero para qué oyen eso? ¡si es que eso es una bobada! —exclamó la anciana regordeta, furiosa, mientras se interponía entre el gran radio de tubos y los dos hermanos de cabello negro: sus nietos.

—No, Pepita, déjenola oír, Pepita, por favor —chilló Mauricio, el menor.

—Sí, nosotros queremos saber qué pasa —añadió Sergio.

La abuela Pepa, como le decían todos sus nietos, atravesó la sala y tomó asiento en una mecedora de madera para hacerle compañía a los niños sentados en el suelo de baldosas rojas. Se disponían a escuchar la radionovela que tanto les gustaba y que ella detestaba. Todos los fines de semana era lo mismo, nunca lograba hacerlos cambiar de opinión acerca de la historia, pero, al fin y al cabo, lo importante era que pasaran un rato agradable mientras visitaban a su abuela.

Encendieron el radio y esperaron que se calentara. Mauricio se levantó del suelo. Movió sus pequeños pies rápidamente, repiqueteando la suela de sus zapatos negros sobre el piso. Se acercó para mirar la parte de atrás del radio. Le gustaba ver cómo las luces alargadas del aparato se encendían lentamente, dándole vida a esa caja llena de mundos emocionantes. Luego de un fuerte ruido, se escuchó una voz, casi en un susurro. El volumen fue incrementando de manera gradual, hasta que finalmente se pudo oír al locutor.

“Kaaaa-liiiiii-maaan. Caballero con los hombres, galante con las mujeres, tierno con los niños, implacable con los malvados. Así es Kalimán, el hombre increíble”.


Sergio y Mauricio escuchaban las aventuras de Kalimán sin decir palabra alguna. Se perdían cada vez más en el mundo de misterio y dunas de arena de la historia, mordiendo sus uñas con expectación. Soltaban un par de gritos ahogados de vez en cuando, emocionados por saber lo que el héroe iba a hacer y los obstáculos a los que se tendría que enfrentar.

Esta radionovela era una adaptación de un programa de radio (y posterior historieta) de origen mexicano. Comenzó a transmitirse en la década de 1960, y se mantuvo al aire en Colombia hasta 1995. Contaba con las voces principales de Gaspar Ospina (Kalimán) y Erika Krum (Solín), seguida, posteriormente, por Luzmila Ruiz

Las historias de aquel héroe impregnaban a los niños de tanto temor, que una vez se terminaban los 30 minutos que duraba la emisión, caminar por los enormes y oscuros corredores de la casa de su abuela se convertía en todo un reto.


Los efectos sonoros propios de las radionovelas, que permitían que los oyentes pudiesen sentir que estaban dentro de la historia e imaginar todo a medida que se narraba, eran trabajo del sonidista, quien usaba diferentes elementos para lograr que todo se escuchara lo más real posible. Junto con los ellos, los actores, narradores, productores y directores hacían parte del gran equipo de trabajo implicado en la tarea de llevar una radionovela a la vida

Pasados unos minutos, los hermanos escucharon pasos que se aproximaban a la estancia. Pero estos no provenían del radio.

—Nos vamos. —Se acercó su padre. Ya era hora de que regresaran a la casa.

—No, no, no. No se ha acabado —replicó Mauricio, señalando la radio.

—Papá, espérese que se acabe Kalimán —pidió Sergio.

El hombre delgado, resignándose, se adentró más en la sala y se sentó junto a los niños a escuchar la historia.

A eso de las 6:30 p.m. se pusieron de pie y apagaron el radio. Mauricio, Sergio y sus hermanas caminaron junto a su papá hacia una camioneta Dodge Fargo roja con amarillo. No tenían radio en su casa, así que solo podían esperar al próximo fin de semana para visitar a su abuela Pepa de nuevo, y escuchar las intrépidas historias de Kalimán y su compañero Solín.


Aunque en 1954 se inauguró la televisión en Colombia, esta pareció no tener mucho efecto sobre la magia de la radio, probablemente porque era un lujo tan costoso, que pocos podían tenerlo. Sin embargo, podría decirse que desde 1979, al ponerse en operación la televisión a color, el panorama comienza a tornarse turbio para las radionovelas, y de ahí en adelante comienza su extinción.

Hoy en día solo utilizamos la radio para escuchar noticias, oír música o simplemente para que algún ruido inunde la habitación en la que estamos cuando nos encontramos solos y queremos sentir algún tipo de compañía. Aunque esa ya se ha convertido, en muchos casos, en una de las tareas de la televisión, o de la música que guardamos en nuestros dispositivos electrónicos.

Las radionovelas fomentaban la creatividad, haciendo que cada quien imaginara por sí mismo a los personas y escenarios en donde se desarrollaban las historias. Hoy en día, no hay lugar para eso, todo nos es dado, a menos que optemos por leer un libro.

Si las radionovelas regresaran por alguna razón, ¿las acogeríamos con el mismo entusiasmo con que lo hicieron los colombianos hace varios años? Es probable que no. Los niños se aburrirían y buscarían su Tablet o celular para jugar o para ver una película en Netflix. Ni siquiera los adultos tendrían la paciencia para sentarse y escuchar una transmisión completa.

Los tiempos han cambiado, y eso, tristemente, significa la muerte total de las radionovelas. Aunque quizá, solo quizá, en el futuro aparezca de nuevo un ambiente propicio para su resurrección. Porque, bueno, como dicen por ahí, “las modas siempre vuelven”.

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