“El barrio La Soledad. Era ese ecosistema que había escogido el abuelo para instalarse en Bogotá. Ese barrio de casas chatas construido en los años cincuenta por el que hemos caminado todos los días de mi vida con papá, con mamá, con la abuela, con algunos de mis tíos”, dice Juan David Correa, autor de 'Todo pasa pronto', en referencia a su barrio de infancia
Teusaquillo, Parkway. FOTO: Diego Alejandro Jiménez.
Su novela retrata la historia de un niño como él, nacido en los años 70, de clase media, y habitante de La Soledad. Pero para construir esta historia tuvo que atar cabos sueltos, y construir memorias a partir de su experiencia y la de su familia.
Este libro indaga bastante por el tratamiento de los lugares, por esto mismo lo elegí, también porque es divertido el hecho de que haya una conexión personal entre la misma novela y yo. Mi papá, cuando era niño, vivió en este lugar y al igual que el autor recordaba este barrio como el lugar donde las personas de “caché” vivían.
Teusaquillo, Parkway. FOTO: Diego Alejandro Jiménez
Pero el libro no se limita a La Soledad, recorre Teusaquillo como una hoja al viento: desde la alameda hasta el Colegio Champagnat, pasando por la alcaldía de Teusaquillo. Todo esto lo recordé caminando por el barrio, las casas imponentes con un estilo arquitectónico en su mayoría inglés y un aire bastante bohemio y cultural.
“Nos bajamos en la Caracas frente al Cream Helado, el Cream Helado es uno de mis lugares favoritos: es un espacio amplio decorado de letreros en neón que dicen Ice Cream, Milk Shake, Banana Split, Peach Melba.”, dice Correa. Aunque el Cream Helado ya no existe, y por tal razón no pude tomarle fotos, fue un sitio emblemático de comida rápida, al menos eso dicen algunos familiares, era como un McDonald's pero colombiano.
Pero pude tomarles fotos a unos abuelos en una banca, uno diría que este barrio está lleno de gente universitaria y que viene del extranjero y a veces es curioso venir y encontrarse gente de esta edad que da vuelta por los parques, eso me hace recordar que hay gente que ha vivido muchísimo tiempo acá y que llevan una tradición en referencia a este lugar de forma muy “cachaca”.
Teusaquillo, Parkway. FOTO: Diego Alejandro Jiménez.
Colegio Rosario Santo Domingo: no se puede más empinado
“El edificio del colegio de mamá tiene tres pisos y un subsuelo. Quedaba subiendo una loma parecida a la del Externado, pero esta es montañosa de verdad.”
El lugar donde estudiaba la mamá de Juan David, el Colegio Rosario de Santo Domingo, es otro de los protagonistas de esta historia. Al llegar a este lugar y ver el duro contraste social que hay entre dos barrios cercanos, el María Cristina y Bellavista, quedamos perplejos, entrar a este barrio era pasar de un barrio de estrato 1 o 2 a uno de 5 o 6, el contraste económico y demográfico era evidente: un barrio que representa la precariedad y el otro la opulencia.
Colegio Rosario Santo Domingo. FOTO: Diego Alejandro Jiménez.
Finalmente, cuando llegamos hablé con el portero, él nos dejó entrar y tomé una foto de vista al colegio desde la parte superior, en un jardín muy amplio de cara al edificio principal que está de fondo. El portero nos explicó que en ese jardín en específico es donde jugaban los estudiantes, donde salían los niños al recreo y las monjas paseaban durante horas, finalmente me retiré.
Respecto al tratamiento de lugares, la novela es muy precisa relatando algunos de los lugares como los que hemos citado, recuerda los viejos tiempos de Teusaquillo como una las localidades frondosas, de pinos altos, de jardines amplios, con un amplio espacio público, como en los años 70, que actualmente ha cambiado para volverse un lugar de clase media y con muchos lugares cerrados como restaurantes y cafés que hay alrededor de todo el barrio. También, el cambio arquitectónico en muchas de aquellas casas, que se han perdido con el tiempo dado que ha habido muchas construcciones caseras, que actualmente terminan cambiando la esencia de lo que fue hace mucho tiempo.