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Mariana Estrada

El resurgimiento de las plazas de mercado


El Instituto para la Economía Social le apostó a la recuperación de los lugares de abastecimiento más importantes de la ciudad. Aquí les presentamos de qué se trata el proyecto y cuáles son las cinco plazas a las que se les dio prioridad.

FOTO: Mariana Estrada

Si se quiere conocer de cerca la identidad de un país, la mejor forma de hacerlo es por medio de sus plazas de mercado. En Bogotá, las plazas son de los lugares más importantes y emblemáticos, pues aquí no solo abundan las frutas y verduras, sino que sus rincones están llenos de historia, cultura y tradiciones.

La mayoría de estas plazas tienen más de 50 años y han sido testigos de momentos históricos; son el hogar de cientos de personas que trabajan allí y han abastecido las mesas de millones de capitalinos. Sin embargo, los años han desgastado su infraestructura, lo cual ha afectado a sus trabajadores, y muchas personas han dejado de visitarlas porque las consideran lugares sucios, desordenados y poco aptos para caminar.

FOTO: Mariana Estrada

De las 44 plazas de mercado que se registran en Bogotá, 19 son del Distrito y suman 3.862 puestos comerciales. Estas fueron las pioneras en el abastecimiento de alimentos en la capital y son el puente que conecta al campo con la ciudad.

El Instituto para la Economía Social (IPES) es el encargado de administrarlas, conforme al Acuerdo 257 de 2006. Esta entidad se encarga, principalmente, de su equipamiento e infraestructura, pero también de su comercialización, del mercadeo y de su compromiso ambiental y sanitario.

El IPES vio la necesidad de intervenir las plazas para potenciar su imagen como lugares turísticos, gastronómicos y culturales de la ciudad. Directo Bogotá habló con Luz Mery Pinilla, coordinadora del Sistema Distrital de Plazas del IPES, para conocer de dónde surgió este proyecto. “Nos planteamos como propósito recuperarlas para la ciudad y decidimos hacer un diagnóstico para identificar cuáles eran las potencialidades de cada plaza. Esa tiene que ser nuestra tarea: volverlas sitios de encuentro donde tanto nacionales como extranjeros puedan disfrutar de la experiencia de mercar en una plaza de mercado”, explica.

Hasta octubre se han intervenido 17 plazas para mejorar su infraestructura —principalmente en techos, pisos, hermetización de cocinas e iluminación—, y se han invertido 9.238 millones de pesos. La idea es recuperarlas todas, sin embargo, el IPES estableció cinco de ellas como prioridad, por su ubicación estratégica y las fallas que presentaban.

FOTO: Mariana Estrada

Esta recuperación de las plazas demuestra, sin duda alguna, que están más vivas que nunca y que se puede retomar la tradición de ir a comprar allá. No solo los productos son de mejor precio y calidad, sino que ofrecen un trato personalizado e, incluso, dan ñapa.

Además, están apostándoles a nuevas técnicas de mercadeo, como recibir tarjetas bancarias, hacer domicilios y tener convenios con aplicaciones como Mercadoni. “Estamos formando a nuestros comerciantes en buenas prácticas y en estrategias de mercado. Les estamos dando todos estos elementos para que sean competitivos. Los millenials, que son los que antes iban a los centros comerciales a comprar porque era algo de afán, ya están volviendo a nuestras plazas de mercado”, explica Pinilla.

Por otro lado, se instalaron 12 puntos de lectura para que los clientes puedan dejar allí a sus hijos mientras mercan y que esto no sea un impedimento para salir de casa. En estos puntos han atendido a 14.500 niños y cuentan con cerca de 5.000 textos literarios.

Perseverancia

Es patrimonio histórico, cultural y arquitectónico de la ciudad, junto con las plazas de La Concordia y Las Cruces. Está ubicada en la carrera 5.ª con calle 30, y es una de las plazas con más historia de la capital. Fue construida en 1940 en medio de un barrio obrero e industrial, cerca a la entonces fábrica de cervezas Bavaria.

Es la plaza de la chicha. La Perseverancia, más que un mercado, es un destino gastronómico de la ciudad. Varias cocineras llevan toda su vida en este lugar, preparando exquisitos platos tradicionales de la ciudad y del resto del país.

FOTO: Mariana Estrada

Al ser una de las plazas más importantes de Bogotá, el IPES decidió comenzar su intervención en 2016. Su transformación duró un año y se invirtieron 1.026 millones de pesos. Su fachada es ahora un colorido mural que lleva el rostro de una campesina y el símbolo del maíz, realizado por el artista Óscar González.

Se cambió todo el mobiliario de las cocinas. Se instalaron 58 mesas y 348 sillas, 40 avisos con los nombres de cada restaurante, 13 parasoles para las mesas que se encuentran en el exterior, baldosas nuevas y un biciparqueadero. Se mejoró la señalización comercial y turística, y se arreglaron los jardines.

El cambio en sus cocinas fue bastante positivo. No solo el aspecto de la plaza es mejor, sino que se incrementó el número de visitantes. Al día llegan aproximadamente 25 turistas y el fin de semana la cifra puede triplicarse.

Además, los clientes que se habían ido volvieron a comer aquí. “Ha subido mucho la cantidad de gente que viene. Ahora se llena tanto que ya no alcanzan las mesas. Aquí los atendemos muy bien, entonces se quedan; tenemos para ofrecer todo tipo de comida y precios”, cuenta Gladys Escamilla, cocinera del restaurante Donde Gladys.

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En el proyecto participaron, además del IPES, el Instituto Distrital de Turismo y la Escuela Taller de Bogotá. Estas entidades ofrecieron doce jornadas de capacitación a las cocineras de la plaza, quienes aprendieron aspectos como presentación de los platos, cortes, nuevas preparaciones y atención al cliente.

El plan ahora es intervenir la zona de frutas y verduras, mejorando el mobiliario, los pisos y los techos. Sin embargo, hasta el momento no hay una fecha exacta para empezar la obra.

Fontibón

FOTO: Mariana Estrada

En la calle 19 con carrera 103, aproximadamente a diez minutos del Aeropuerto Internacional El Dorado, se encuentra la plaza de mercado de Fontibón. La imagen de un santo adornado con flores da la bienvenida a los clientes, como en todas las plazas distritales. Aquí se congregan los vendedores del sector, y los fines de semana viajan los campesinos a vender sus productos recién sacados de la tierra, frescos y sin ningún intermediario.

La extinta Empresa Distrital de Servicios Públicos (EDIS) fue la encargada de construir este centro de abastecimiento en 1968, y un año después la inauguró Virgilio Barco, entonces alcalde de Bogotá.

Es una plaza que vale la pena conocer. Como en todas, hay caos: olores que van desde la carne cruda hasta el eucalipto, personas que corren de un lado a otro con costales y cajas repletas de productos. Arriba está la plazoleta de comidas, frutas, hierbas, plantas y artesanías, mientras que en el primer piso se encuentran verduras, tubérculos, carne, pescado y pollo, entre otros.

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La intervención del IPES costó 257 millones. Se cambió el piso, con una baldosa mucho más aséptica y fácil de limpiar. El IPES arregló techos, mejoró la iluminación, hermetizó las cocinas e instaló un nuevo mobiliario para el mercado campesino de los fines de semana.

Veinte de Julio

Sobre la carrera 6 con calle 24 Sur, a cuatro minutos de la Iglesia del Divino Niño, está la plaza de mercado del Veinte de Julio. Esta es una de las más importantes de la ciudad, ya que no solo las personas que viven cerca mercan allí, sino que recibe a diario a los feligreses que visitan el reconocido santuario.

FOTO: Mariana Estrada

Fue inaugurada el 16 de noviembre de 1973, y era uno de los lugares que conectaba directamente al campo con la ciudad. Estaba ubicada donde quedaba la primera carretera hacia el Llano, lo que promovió el intercambio de productos entre todas las personas que visitaban la plaza.Los 45 años ya se notan en su deteriorada estructura.

Algunos de los vendedores tienen que poner un plástico encima de sus puestos para evitar que las goteras y el excremento de los pájaros caiga sobre los alimentos. Con una inversión cercana a los 600 millones de pesos, la intervención empezó a principios de octubre.

Lo primero será recuperar la zona de las cocinas, pues las goteras son una pesadilla tanto para clientes como para comerciantes. Es necesario hermetizar las cocinas, arreglo previsto para que esté funcionando en diciembre.

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En el 2019 continuarán con el resto de la plaza. Se cambiará la cubierta del resto del techo y parte del ducto de las basuras.

Samper Mendoza

En 1956 el EDIS la bautizó con este nombre, luego de haber sido granero, depósito y hasta parqueadero de buses. Aquí se reubicaron los comerciantes de hierbas que antes vendían su mercancía a las afueras del edificio del desaparecido DAS.

La Samper Mendoza es una de las ‘bibliotecas botánicas’ más grandes del mundo. Un atractivo turístico de la ciudad que cuenta con más de 5.000 especies de hierbas aromáticas, medicinales, culinarias y hasta esotéricas; además, confluyen 500 campesinos y funciona un mercado nocturno los lunes y jueves.

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En el día está vacía y funciona como parqueadero, aunque la plazoleta de comidas atiende a sus comensales en la mañana y al mediodía. A las diez de la noche empieza el mercado, aunque los comerciantes llegan antes a organizar los manojos de sus hierbas. Son montañas verdes por todos lados, listas para vender a los clientes. “Yo vendo ruda, una planta que sirve para todo. Si se pica como cilantro y se revuelve con huevo tibio y sal, es excelente para una mujer que no puede concebir. También la compran seca para que espante los ratones y rechace malas energías”, explica Luis Urrego, más conocido como Chucho.

Es la única plaza que funciona de noche en Bogotá. Las horas más movidas son de diez a doce de la noche. Luego se calma hasta las dos de la madrugada, cuando vuelve a comenzar el ajetreo, que se extiende hasta más o menos las diez de la mañana. Siempre ha tenido este horario, pues para la mayoría de los compradores la noche es el único momento disponible para recoger la mercancía y transportarla a otras plazas no solo de Bogotá, sino de Villavicencio, Ibagué, Cali y otros destinos.

Como es un mercado itinerante, algunos campesinos vienen solamente dos días a la semana, pero con esta forma de trabajo han sacado adelante a sus familias, como lo demuestra Trinidad Ardila, quien ha trabajado en este lugar desde que se fundó. Viene de Ubaque, Cundinamarca, a vender varios tipos de hierbas, como tomillo, orégano y eucalipto, al igual que otras poco conocidas, como el nabo, la verbena y la altamisa.

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La magia de esta plaza ha atraído a miles de turistas que recorren los pasillos entre las montañas de hierbas. Se asombran con sus propiedades y con los olores aromáticos que abundan en este lugar, y se llevan muestras de plantas que no se dan en sus países.

El IPES quiere intervenir esta plaza por su potencial turístico, cultural y económico. Empezará en 2019 e invertirá cerca de 456 millones de pesos para arreglar techos y pisos. Además, aislará el mercado itinerante e instalará mobiliario nuevo para que los comerciantes tengan un espacio adecuado para vender sus productos.

La Concordia

Está ubicada en pleno corazón de Bogotá, en la localidad de La Candelaria, a solo unos pasos del Chorro de Quevedo.

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Desde su inauguración, en 1934, ha sido el centro de atención para miles de turistas que visitan el centro histórico de la ciudad. Incluso ha sido un atractivo para los productores audiovisuales que buscan lugares exóticos para grabar.

La intervención de esta plaza es la más ambiciosa de todas. En el IPES le apostaron a una restructuración de su interior con una inversión que ya va por los 17.626 millones de pesos. Al ser patrimonio histórico, no se puede demoler su estructura original, por lo que todos los cambios se harán en el interior.

Rediseñarán los módulos de venta con un mobiliario moderno y llamativo, aunque algunos de sus vendedores temen que la reducción de su tamaño los afecte.

Mercar ya no será el único atractivo para turistas y nacionales. Además de frutas y verduras, tendrá zona gastronómica con restaurantes y cafés. También estará la galería de arte Santa Fe y se remodelará el ya existente Teatro de Los Sueños.

El avance de la obra va en 69 % y se proyecta terminar en abril de 2019. En la primera etapa se realizó el reforzamiento estructural con platinas en sus muros, se culminó toda la cubierta, se hicieron tanques de abastecimiento y se recuperaron las plazoletas y la antesala de la plaza con un pavimento nuevo. La segunda etapa comenzó en febrero de 2018 y se centró en los pañetes, además de pintar toda la fachada.

FOTO: Mariana Estrada

Se espera que un número elevado de turistas vayan a conocerla, pero sobre todo que compren, ya que en ocasiones simplemente entraban a tomar fotos. La idea es engancharlos y que, además de tener una experiencia gastronómica, gocen del arte y cultura que enmarcarán la plaza.

En su recuperación participaron, aparte del IPES, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, los Fondos de Desarrollo Local, la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico, el Instituto Distrital de las Artes y la Alcaldía de La Candelaria.

Actualmente La Concordia está funcionando. Sus vendedores fueron ubicados a las afueras de esta en unos contenedores pintados con un atractivo arte urbano, donde organizaron sus productos, como frutas, verduras, plantas, alimentos orgánicos, ferretería y hasta una pequeña plazoleta de comidas. Aunque a algunos vendedores les preocupa que no los dejen entrar nuevamente como habían acordado, la mayoría de ellos están ansiosos y cuentan los días para la inauguración.

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