Del arte se habla mucho, de la serigrafía poco. Valentina Alfonso escribe sobre un taller en Bogotá con un director joven y una idea muy clara: revivir el lenguaje de la serigrafía.
FOTO: Por Valentina Alfonso.
“Terminando mi carrera de artes visuales, nunca vi la serigrafía como un lenguaje expresivo y artístico hasta entrado mi proceso de grado”, comenta Jason Fonseca, de 25 años, quien sin pensarlo tomó la dirección del Taller Diez Letras a comienzos de este año.
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Con un poco más de diez años de trayectoria, el taller ha sido principalmente una herramienta de producción textil en masa para otras marcas, sin embargo, desde hace dos años nació la idea de repensarse el taller como un punto para la producción de obra artística, para restablecer la serigrafía, nuevamente, como un lenguaje dentro de las artes plásticas. Esta idea surgió de la nueva lectura que le dio a la serigrafía, pues encontró en ella un canal para la enseñanza y para la investigación social.
La serigrafía tuvo una caída entre 2000 y 2005 debido a la apertura económica y la tecnificación de los productos estampados, lo que llevó el mercado nacional de textiles al piso. Durante esta época, los talleres como el Taller Diez Letras dejaron de ser un modo de subsistencia. El acabado textil más rápido y económico comenzó a ser el favorito dentro de la industria de la moda. Sin embargo, a nivel nacional, desde hace unos años, colectivos como Bogotá Print, El Parche, RapTrap y Diantres comenzaron a imprimir en serigrafía, reviviendo el lenguaje dentro del medio.
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A partir del 2017, Jason y Ricardo Fonseca, su papá y director general de Diez Letras, buscaron repensarse el modo y los focos de enseñanza a los que iban a dirigir sus conocimientos en serigrafía. Comenzaron a enseñar en municipalidades; hicieron parte de proyectos sociales como el Proyecto de Formación Técnica, que desarrollaron de la mano de la Secretaría de Mujer y Género con mujeres de La Calera y el trabajo artístico-social con el cabildo muisca de Suba. El campo de la investigación le abrió a Diez Letras todo un nuevo panorama y un terreno de trabajo que comenzaron a descubrir de la mano de semilleros de investigación.
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En septiembre del año pasado, Diez Letras cambió de su sede original en Kennedy a la actual en el barrio Polo como una apuesta a facilitar la circulación de obra y de artistas en el taller. Actualmente, tres personas trabajan al taller de 250 metros cuadrados: Alejandro, jefe de producción y asistente de revelado; Luis, estampador y asistente de estampación, y Valeria, asistente de estampación, encargada de darle el toque final a lo productos.
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A finales de 2019, Ricardo Fonseca falleció dejando a la deriva el futuro del taller. Sin embargo, Jason tomó el mando de lo que pensó será su emprendimiento unos años más adelante y lo está convirtiendo en un lugar de congregación y creación artística integral, que espera abrir espacios de inclusión a distintos grupos sociales.
Este taller le abre las puertas a todos los grupos que quieran hacer de Diez Letras su casa cultural por $12.500 la hora. Sin embargo, por el momento, no logra sostenerse con los ingresos de los talleres que cuestan $250.000 por persona que consiste tres sesiones de cuatro horas, ni con el alquiler del espacio para exposición, cuyo precio oscila entre $200.000 y $500.000. Es por esto que está en constante búsqueda de becas y estímulos del sector público y privado.
Para el 2020, Diez Letras tiene pensado proyectos de largo alcance como una posible investigación de la mano de la Universidad Javeriana para trabajar, desde la serigrafía, con mujeres privadas de la libertad y un proyecto de narración desde el arte en el Tolima con población víctima del conflicto. Además, Diez Letras abrió el espacio el pasado 8 de marzo para que colectivos feministas pudieran organizar todos los preparativos e imprimir carteles y camisetas para la marcha.
Actualmente, a pesar de la situación mundial, Diez Letras está enviando camisetas, bitácoras y tote bags con impresiones de diseños originales en serigrafía, porque ellos, como muchos artistas, nunca paran de crear.
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