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Estefanía Palacios Araujo y Laura Tatiana Peláez

Una escapada al Monasterio Hindú


Cada vez es más común que los bogotanos se alejen de la ciudad el fin de semana con el objetivo de buscar lugares más tranquilos y ecológicos. Cerca de Bogotá, en Granada, se encuentra uno de estos destinos escondido entre la montaña: un Monasterio Hindú.

Varsana EcoYoga Village es el nombre de este monasterio, donde bogotanos pueden llegar como voluntarios o visitantes luego de una hora y media de viaje aproximadamente.

En Varsana es fácil dejar atrás el ajetreo de la ciudad, pues desde la entrada se pueden ver pocas edificaciones rodeadas de vegetación. Al ser un monasterio Hindú, monjes y monjas habitan el lugar, así como algunos viajeros que se hospedan por algunos días.


Los monjes son hinduistas, y siguen la cultura Hare Krishna, que se basa en cuatro principios reguladores: el vegetarianismo, el celibato, la sobriedad y el cuidado del cuerpo, y el rechazo a los juegos de azar.

La comida del restaurante y la comida de los monjes es vegetariana y hay opciones veganas. La mayor parte de la comida del monasterio viene de la huerta, que los visitantes y voluntarios pueden conocer.


Todos los fines de semana hay varios recorridos diarios. La primera parte del recorrido se centra en la huerta. Los visitantes pueden probar algunos de los alimentos que crecen allí, mientras aprenden cómo se usan en el monasterio y cómo se cuidan las plantas. Si lo desean, también pueden comprarlos.

Huerta // Fotografía tomada por Tatiana Peláez

Todas las plantas están libres de químicos, y se utilizan productos naturales como el ají y la pimienta para alejar a las plagas.

Mensaje en la huerta // Fotografía tomada por Tatiana Peláez

El objetivo principal del monasterio es compartir la cultura Hare Krishna y el hinduismo, así que cada fin de semana se abre la “tienda”. Los fondos se dirigen a mantener el monasterio, y los visitantes pueden encontrar productos típicos de los hinduistas como bindis y libros que recogen las sagradas escrituras, así como semillas y plantas sembradas en Varsana.


Las personas que eligen ir al voluntariado se encargan de ayudar en la huerta, de ayudar en la limpieza del monasterio y en la preparación de las comidas para los monjes y monjas, así como para los visitantes que llegan al restaurante.

Ecovoluntarios.// Fotografía tomada por Tatiana Peláez

Ya que los Hare Krishna buscan una armonía con el entorno, en Varsana los alimentos que no se utilizan se convierten en compostaje. Los voluntarios también pueden aprender de este proceso y ayudar a los monjes.

Además de conocer la huerta, los visitantes pueden ir a los espacios establecidos para meditar y adorar a los dioses. El monje que realiza la guía explica los símbolos de cada lugar.

Ecoplanetario 2. // Fotografía tomada por Tatiana Peláez

La construcción más grande del monasterio es el ecoplanetario, que aún no se ha terminado. Este será un espacio para practicar yoga, para ver las estrellas y para adorar a los dioses.

Los visitantes y voluntarios pueden explorar el ecoplanetario, que está cubierto de figuras de avatares -dioses que encarnan en seres de la Tierra-, de dioses del hinduismo y de altares. Cada una de estas figuras fue construida por artistas que viven en Varsana.

Buda // Fotografía tomada por Tatiana Peláez

En el recorrido los visitantes pueden hablar con los artistas, escuchar las leyendas de cada uno de los avatares y tener un momento privado en los altares.

Altar y visitante // Fotografía tomada por Tatiana Peláez

Los voluntarios que lo deseen también pueden participar en las actividades artísticas, ayudando a los monjes a construir los altares, a pintar los materiales y a tallar las figuras.

Artista que talla las figuras

Además del ecoplanetario, hay más de cuatro altares para adorar a los dioses hindúes, distribuidos a lo largo de la aldea y rodeados por la naturaleza.

Pies de Vishnu // Fotografía tomada por Tatiana Peláez.

En cada altar hay distintas representaciones de dioses como Vishnu o Shiva, así como símbolos del hinduismo tallados en madera. Si los visitantes lo desean pueden sentarse frente a los altares y meditar. El monje que guía el recorrido comparte en cada espacio las historias de los dioses.

Sin embargo, el altar más importante de Varsana no está rodeado de naturaleza, pues se encuentra en el centro del templo. Este es el espacio en el que los monjes y monjas adoran a los dioses en la mañana y en la tarde.

Para entrar, es necesario quitarse los zapatos y tocar la campana. Desde la entrada, la música de templo Hindú inunda el lugar.

Altar de los maestros // Fotografía tomada por Tatiana Peláez

Aunque tengan un altar, los Hare Krishna no adoran a los maestros. Construir figuras a su semejanza y sentarse frente a ellos es un símbolo de agradecimiento, ya que se cree que ellos pueden interceder ante los dioses.

Al lado del altar de los maestros se encuentra el altar de los dioses. La música de la India que está de fondo en el templo se debilita cuando la monja encargada toca la concha o Shankha. Los Hare Krishna creen que el sonido que sale de la concha se equipara al Om, o primer sonido que emana Dios.

Luego de tocarla tres veces y de prender incienso, el altar que estaba cerrado se abre.

Una vez abierto, llegan varios monjes y monjas a rezar. Los hombres suelen acostarse en el piso boca abajo, y las mujeres arrodillarse y reposar la frente en las rodillas. Los visitantes que lo deseen también pueden rezar en el templo.

Los monjes y monjas están abiertos a que les hagan preguntas, y luego de cada recorrido se abre un espacio para esto. Si los visitantes lo desean pueden almorzar en Varsana y participar en la tarde de clases de yoga, que usualmente se realizan en el teatro. Allí, los monjes también se reúnen para cantar y bailar en honor a los dioses.

Teatro Varsana // Fotografía tomada por Tatiana Peláez.

Los visitantes y voluntarios pueden participar de todas las actividades que realizan los monjes en su día a día, aprender de esta cultura oriental y ayudar a mantener el monasterio/ecoaldea funcionando.

Muchos bogotanos se encuentran entre los monjes que viven allí y entre los voluntarios, pero también hay extranjeros que han encontrado a las afueras de Bogotá un destino para el crecimiento espiritual o para aprender de la cultura oriental Hare Krishna, así sea en un escape de fin de semana.

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