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  • Ana Gabriela Rivera Díaz //

Haciendo magia con papel


Son las tres de la tarde. La Feria del libro de Bogotá estaba llena, como de costumbre. Cientos de personas aguardaban con calma, en filas que parecían interminables para comprar libros, o a lo menos para observarlos, para sentirlos. Esas ganas de sentir un libro, de hacerlo propio, fueron las que motivaron a un pequeño grupo de estudiantes de Gestión editorial de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá para presentar sus proyectos, que lejos de quedarse solamente en un ejercicio académico, se convirtieron en la materialización de sus sueños traducida a cinco grupos editoriales, y finalmente a cinco libros

Presentación proyectos editoriales // Feria del libro, Bogotá // Ana Gabriela Rivera Díaz

Presentación proyectos de gestión editorial // Feria del libro. Bogotá. 2017 // Ana Gabriela Rivera Díaz

La sala estaba repleta. Todos miraban hacia el frente escuchando atentamente las intervenciones de los representantes de cada grupo y las intervenciones de sus moderadores: Miguel Mendoza Luna y Juan Sebastián Montoya. Pero en esa atención, en esa expectativa, resaltaban la emoción, la felicidad, los nervios y la preocupación; y más aún, la necesidad de contar lo que había detrás de esos libros que estaban sobre la mesa, y sobre los que se discutía tan animadamente.

A lo largo del conversatorio, Bryan, Diana, Sara, Mónica y Carlos describían sus proyectos de manera propia para algo que es infinitamente cercano, tan cercano que en algún momento logró traducirse en lágrimas, en sonrisas, o en abrazos interminables; contaron la manera en la que contactaron los autores o los ilustradores; contaron las dificultades que tuvieron al enfrentarse a la construcción de un libro y la manera en la que le otorgaron sus características particulares. Ellos, y los grupos que representaban, constituidos por más de 20 estudiantes, aprendieron, en un semestre, a construir, a encontrar y a moldear historias; aprendieron a amar la profesión para la que se están formando, y fue precisamente ese amor, esa conexión, el camino para desarrollar sus ideas.

Mateo, uno de los estudiantes que también pertenece a Farolero Editores, cree en la importancia de la conexión fuerte y certera entre el editor y el libro; es más, define dicha relación como un tipo de enamoramiento, porque para que su libro, y cualquier libro salga bien, se requiere sentir pasión por ese objeto, por su forma, por su contenido, sentir pasión por poder entrar en él y experimentarlo de todas las formas posibles; suerte con la que, según él, contó su grupo editorial, y permitió que el proceso fuera en extremo enriquecedor.


Aun así, había una palabra que se escuchó varias veces y que sobresalía, posiblemente por su significado colectivo o por todas las ideas que podía acarrear usarla: MAGIA. Ana Paola, una estudiante mexicana, se refirió a esa magia como el resultado del trabajo entre personas emocionadas, entre personas que hicieron reales sus expectativas y que lograron llegar a la satisfacción y a la felicidad propias de cumplir su trabajo, porque sólo de esta manera, las cosas resultan bien. Es la magia que siempre se encuentra en lo oculto, en estar detrás de, en las bases de cualquier buen libro, y, por tanto, en las bases de la edición.


Atajo entre nubes, Ciudad de trazos, Entre flores y colores, Historias de equipaje y Sinestesia, son los productos, valga decir editoriales, de la magia, de la dedicación de los editores que les regalaron a sus libros todos los sentidos. De esta forma, vale la pena considerar la edición como una creación, como una necesaria relación física con el objeto que se está interviniendo, con las sensaciones y las emociones que produce. Así, María Paula y Alejandra consideran que su libro (Atajo entre nubes) se recreó como un hijo, un hijo al que según Alejandra "hay que vestir de la mejor manera para que se destaque”. Es ese objeto al que se le brinda toda la energía y por el que se hace lo mejor que se puede.



Luego de aproximadamente una hora, se terminó el conversatorio con la conclusión de considerar a la edición como aquello que es particularmente hermoso, lleno de gajes, de oficios, de creatividad y de esfuerzo. Un proceso que no solamente enriquece al editor, sino que también enriquece a los escritores, a los ilustradores y al lector, porque todas esas sensaciones y conexiones que estableció el editor con el libro, se van a ver reflejadas al momento de leerlo. Hay una finalidad específica, que es la de mover fibras, y ese fue otro de los factores que permitió que estos cinco proyectos fueran exitosos y pudieran presentarse en la Feria del libro: generaron impacto en todos los que estaban alrededor de ellos, y esto, al final, es la esencia de los libros.

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