En el mes de mayo los coleópteros, mejor conocidos como cucarrones o escarabajos, cumplen con su ciclo biológico normal, siendo así habitual ver grandes poblaciones de estos insectos, sobre todo en las ciudades de tierra caliente.
Foto tomada de la colección de escarabajos fitófagos del biólogo entomólogo, Edgar Camero Rubio.
Aunque puede resultar llamativo ver las ciudades y pueblos invadidos por poblaciones de escarabajos de distintas formas, colores y tamaños, estos pequeños animales, a pesar de su aparente comportamiento inofensivo, resultan ser un verdadero dolor de cabeza para los agricultores y las empresas que trabajan con productos agrícolas y su exportación.
Edgar Camero Rubio, biólogo entomólogo experto en coleópteros y profesor del departamento de Biología de la Universidad Nacional, explica que “el ciclo de vida de estos insectos es anual y está regido por las épocas de lluvia. Hay un grupo de estos escarabajos que se alimentan de raíces de las plantas, por lo que muchos de estos son plagas de cultivos importantes y consecuencias económicas para el país”.
Camero también dice que al coincidir su ciclo de vida con las temporadas lluviosas del trópico, los cucarrones aparecen en el momento en que la producción agrícola en tierra caliente está en auge por lo que se vuelve un problema importante en pérdidas de ganancias para los que trabajan con estos cultivos. “Son una plaga bastante importante en el norte de Colombia para los cultivos de algodón, banano, palma africana”, especifica el biólogo.
Camero aclara que aunque en zonas como Bogotá, que no representan un punto clave en la explotación agrícola, la aparición de estos bichos no son un fenómeno negativo, en zonas como la costa o el valle sí, ya que “en el caso de los que tienen que exportar son un lío grave, sobre todo porque en agronomía se utiliza algo llamado el índice umbral económica (IUE) que dice hasta donde un cultivo puede soportar una plaga”. Sin embargo, existen muchos cultivos que tienen “un IUE bajo, es decir que necesitan que la infestación de una plaga tiene que ser muy baja para ser rentable”, retoma el experto en coleópteros, por lo que para productos como el banano, que destaca entre los productos agrícolas que se exportan, los cucarrones son un hecho perjudicial.
Hay que añadir que muchas de las producciones de las plantas que presentan problemas de plaga son anuales y muchas de estas son clave en la exportación agrícola. Lo anterior ha llevado a las empresas exportadoras, como lo dice Edgar Camero, a “hacer muchas propuestas para controlar estas plagas, porque los transportes de exportación muchas veces están infestados con estos insectos y se necesita una pulcritud muy grande para que estos animales no representen un problema para enviarlos al exterior”.
Pues, como lo añade el entomólogo, si en una producción a exportar se encuentran algunos de estos insectos, es rechazada rápidamente, generando así pérdidas millonarias. Esto ha llevado, que entre los métodos ágiles para controlar estas plagas se usen sustancias tóxicas como los pesticidas.
A pesar de lo dicho, Camero agrega que el problema de la plaga también responde a daños que se ha hecho al ecosistema, porque “la deforestación ha acabado con sus enemigos silvestre, y sin estos, la población de escarabajos crece”. A la deforestación y sus consecuencias, el profesor de biología le suma la resistencia que estos animales adoptan frente a los distintos venenos que se usan para acabar con su aparición en los cultivos, cosa que con el cambio climático y el aumento de la temperatura hacen que cada vez se vean más y a mayores alturas.
Lo mencionado por Camero es corroborado por Sandra Florentina Ortiz, Ingeniera agrónoma que ha trabajado la agroecología en el centro del Valle del Cauca. Para ella, el problema “no es el insecto, sino en la forma como se ataca el insecto, porque, aunque sí atacan una producción, toca replantearse como se viene manejando esas plagas en los últimos 60 años”.
Ortiz argumenta que “se desconoce totalmente la biología del insecto, y muchas veces no se sabe si lo que atacó el cultivo fue el insecto, o un hongo o un ácaro”, por lo que se ha “enfrentado mal a raíz de la revolución verde que es la masificación de la producción agrícola en los años 50 después de la segunda guerra mundial cuando se empiezan a usar los agrotóxicos y la mecanización agrícola, toda una nueva corriente de pensamiento que son los causantes de la deforestación, erosión de la tierra, del cambio climático, y todas estas cuestiones medioambientales”.
La experta en agroecología, retoma el tema de la deforestación para hablar de cómo ha cambiado los nichos biológicos de estas especies, resaltando la del picudo, un escarabajo que se ha vuelto una amenaza resaltable en los cultivos de chontaduro en el Valle del Cauca. La ingeniera, además explica que es más factible "usar bolsas plásticas sobre los cultivos u olores que puedan evitar al insecto y no agrotóxicos como el glifosato”.
Destaca Ortiz que la idea no es querer acabar con estos animales, pues cumplen funciones naturales más que ser una plaga, sino, encontrar “prácticas alternativas para controlar la plaga desde el principio, como el manejo del agua, de la tierra, la cobertura vegetal del suelo, para así evitar tener que erradicarlos”. La experta advierte sobre el alto nivel de contaminación que tienen los alimentos que son tratados con venenos para controlar plagas.