Las emociones por la llegada del papa Francisco van desde la devoción hasta la ira, pasando por la indiferencia de quienes cuestionan los millonarios costos invertidos en la visita.
Deisy Olarte // Centro LGTBI- Bogotá // Fotografía tomada por: Erika González
Sobre la visita del papa Francisco a Colombia se han entrevistado a religiosos, políticos, comerciantes y fieles fervorosos que no salen de las iglesias por estos días. Sin embargo, en las zonas de tolerancia de Bogotá hay quienes también se echan la bendición y quieren verlo de cerca, otros solo esperan que pase el alboroto y muchos más cuestionan que en momentos de crisis económica, la plata se gaste en papamóviles.
Amadori es transexual y ejerce la prostitución; sin embargo, es católica de nacimiento, va frecuentemente a misa y nunca se pierde las eucaristías del Señor de los Milagros. Asegura que tanto ella como varias compañeras de trabajo, tienen su altar “así si solo sea para pedir favores”. "Yo trabajo en esto por la necesidad, pero cada vez que yo atiendo un cliente, al recibir la plata me doy la bendición con ella’’, afirma mientras muestra su boleta para la misa, visiblemente emocionada.
"¿Si el papa estuviera cerca a su casa o trabajo y usted tuviera la oportunidad de acercarse, qué haría?" pregunto. ‘’Yo me vuelvo loca, lo abrazaría, me tomaría fotos, que rico que me diera su bendición’’.
Desde la otra esquina del comedor comunitario nos mira Marcela Agrado, otra de las trabajadoras sexuales, quien a diferencia de Amadori, no se muestra emocionada por la llegada del pontífice. Aunque reconoce que algunos domingos va a misa, señala que cada persona se involucra en lo religioso según sus espacios y tiempos. "La religión es parte de todos los seres humanos, es parte de amar a Dios, sé que lo del papa es un evento católico al que las personas que quieran pueden asistir’’, comenta sin ganas.
Para volver a encontrar las ganas de hablar del papa tuvimos que subir hasta el quinto piso del centro comunitario ubicado en la carrera 14 con calle 21 en donde estaba Deysi Johana Olarte, politóloga, subdirectora de integración social, y una feroz crítica de la visita del papa.
Fotografías tomadas por: Erika González
“La religión es el mayor invento que se ha creado para dominar y manipular la mente y los cuerpos de los hombres, impidiéndoles ser libres y creando unas categorías sobre el género que no corresponden con la naturaleza humana’’, asegura desde su pequeña oficina de la localidad del barrio Santa Fé, en pleno centro de la ciudad.
La molestia de Deisy reside en el hecho de que es agnóstica y argumenta su posición porque ha estudiado la biblia durante años; dice haber pasado por varias religiones para entender que lo único que hacen es ser “mercaderes de la fe”. Aunque señala que respeta todas las creencias religiosas, asegura que la visita del papa Francisco ha mostrado que Colombia es un Estado “católico, confesional, y parroquiano” y no laico, como lo promulga la constitución.“Se supone que estamos en una emergencia económica, en pleno proceso posconflicto, hay mucha vulnerabilidad, mucha pobreza, tan sólo mire alrededor, ahí dice uno… ¿Por qué no se invierten mejor esos recursos?!”, cuestiona mientras mira por la ventana de la que cuelga una bandera de varios metros de la comunidad LGBT.
Esa misma comunidad que el papa Francisco ha tratado de acercar a la iglesia y de la que fieles como Amadori se sienten parte, así no vayan todos los domingos a misa.