El reloj marcaba las 12:15 pm, la mitad de un día que había iniciado a las cinco de la mañana, el papa Francisco ya había abordado su papamóvil dispuesto a iniciar un recorrido que se estimaba que duraría una hora y media, según las expectativas de los feligreses.
Fotografía: Directo Bogotá
El recorrido, anunciado los últimos meses antes de la venida del papa, comprendía la distancia que hay desde la Plaza de Bolívar hasta la Nunciatura Apostólica, pasando por el Eje Ambiental, la carrera Séptima, la Universidad Javeriana, tomando la carrera 13 y terminando en el sitio donde se hospedaría Francisco. Sin embargo, la apretada agenda del pontífice no le permitió gozar de un afable “Septimazo” en el cual podría apreciar la gentileza de la gente colombiana y lo mucho que se esmeró el Gobierno por tener la ciudad como porcelana, única y exclusivamente para su visita.
La rutina le apresuró a tomar su transporte y dar la orden de ir a toda marcha hacia el Nuncio Apostólico, lugar donde le esperaba un reconfortante almuerzo luego de una agotadora mañana, almuerzo que, probablemente, muchos de sus admiradores tuvieron que exceptuar para poder estar atentos a su paso.
El papa Francisco inició con inmensurable prisa su recorrido y justo a las 12:20 pm pasó por la carrera 7ma con calle 13, lugar donde esperé su arribo desde las 7 de la mañana, acompañado por más de 500 admiradores del sumo pontífice y aficionados católicos, quienes, entre apretones, empujones y los anuncios de un hombre que pregonaba lo que decían en la radio, permanecieron impacientes con el deseo de que les dedicara una mirada de reojo. Sin embargo, la decepción fue evidente, la gente esperaba verlo de cerca por varios minutos que se convirtieron en segundo fugaces; los cuales, a pesar de todo, dejaron una estela de gritos de alegría.
Mi misión apenas empezaba y, al igual que mucha gente, comencé la persecución del papamóvil, para poder seguirle el paso. Corrí subiendo por la calle 13 pero cuando llegué al final de la estación “Museo del Oro” me fijé que no había paso peatonal. Regresé sobre mis pasos hasta la carrera 7ma, atravesando la plazoleta contigua al Banco de la República esperando alcanzarlo cuando pasara por la carrera 4a al frente del Parque de los Periodistas. Mi intento fue en vano, pues cuando llegué a este lugar había pasado dos minutos antes.
Fotografía tomada por: Diego Muñoz
La carrera 4ta fue la pista de atletismo por donde muchas personas perseguimos las huellas de Francisco. En el recorrido quedaron atrás personas que desfallecieron en el intento, incluso una mujer desmayada por la agitación del momento. Para cuando llegué a la calle 20, un televisor en una cafetería me anunciaba que el pontífice estaba justo al frente de la torre Colpatria y para llegar allí aun me faltaban varias cuadras. Mi misión continuaba y la velocidad disminuía conforme el aire se hacía pesado, sumándole la lluvia que empezó a caer cuando puse mis pies, nuevamente, sobre la 7ma.
Al momento de llegar a la torre Colpatria y, a pesar de mi esfuerzo, el papa ya había estado ahí 10 minutos antes y solo tenía la certeza de que si él pasaba por la Universidad Javeriana con bastante tiempo de distancia, mi oportunidad de verlo una vez más desaparecería. Contra todo pronóstico, el jerarca de la iglesia católica pasó velozmente sobre la carrera 7 con 39, en donde la gente estimaba hiciese una breve parada, para que escuchara la tuna de la Universidad Javeriana, la cual no alcanzó ni a entonar el primer acorde.
Fotografía tomada por: Peluquería Javeriana
Sabía que había perdido la ocasión y que mi velocidad no había sido suficiente para alcanzar el auto papal. Para cuando llegue a la zona, el papa ya había pasado por ahí 20 minutos antes y, lo que antes era un evento de gala, ahora eran varillas que cargaban trabajadores y subían a camiones, mientras otros barrían la basura de los andenes que en la mañana lucían lustrosos.
No culpo al papa de su afán, solo Dios sabe que razones tenía para no tomarse el tiempo de disfrutar de la ciudad y de sus fieles admiradores que lo esperaron en varias partes desde tan temprano. Lo que sí es cierto es que no deja de pesar en la mente de muchos el esfuerzo que varias personas hicieron por tenerlo al frente al menos a una velocidad moderada.
Fotografía tomada por: Peluquería Javeriana
¿Será que el protocolo que se llevó acabo en la Plaza de Bolívar era más importante que esa gente? ¿Será que esperaba salir un poco antes y tener más tiempo? Muchos afanes y muchos esfuerzos para ver por pocos segundos al representante de Dios en la tierra.