Desde hace más de 5 años, Sebastián Reyes, más conocido como 'Flako Punk', guitarrista de una banda de punk y sociólogo de profesión, encontró una labor que lo hace feliz y que brinda felicidad a muchos seres. El 'Flako' ha rescatado algunos perritos de la calle, con la colaboración de conocidos o familiares, o de manera autogestionada le ha devuelto la esperanza a unos cuantos amigos caninos.
'El Flako' junto a algunos integrantes de su manada // Fotografía tomada de archivo
A sus 31 años, 'el Flako' es un desempleado más, a pesar de ser sociólogo graduado de la Universidad Cooperativa; no ejerce su profesión, pero dedica su tiempo al punk y a su jauría de perritos. Cada ocho días, a manera de ritual sagrado, visita a sus amigos de 4 patas para llevarles comida, atenderlos, bañarlos, vacunarlos, desparasitarlos, jugar con ellos, darles amor o brindarles cualquier cuidado que necesiten. Así transcurre su vida desde hace aproximadamente 6 años.
"La primera vez que rescaté un perro fue un 7 de diciembre, en mi barrio. Yo estaba tomándome unas polas con unos amigos y llegó una perrita chiquita y se hizo ahí al lado de las velitas como para calentarse, me conmovió mucho y me la llevé a la casa esa noche para que no pasara más frío", responde cuando le pregunto si recuerda cómo empezó su amor por los perritos y su vocación de rescatarlos.
Unos días después, el hermano del 'Flako' entró a trabajar a una construcción y vio que había unos cuantos perritos por ahí deambulando y buscando comida; entre los dos comenzaron a llevarles comida y a asegurarse de que no les faltara nada, pues en la construcción tenían techo, lo importante era evitar que se salieran. "La gente es muy mala y uno procura que no salgan para que no los lastimen, o se pierdan, o les pase algo en la calle", dice el 'Flako'.
El amor y el agradecimiento en la mirada de un perrito rescatado vale mucho, por eso la dedicación de este joven con la causa de ayudar perritos de las calles fueron creciendo, su determinación fue cada vez mayor y comenzó a buscar ayuda entre familiares y conocidos para poder brindarles oportunidad a más perritos. "Me enamoré de ellos, su cariño es brutal, es incomparable, por eso decidí seguir ayudándolos como puedo", afirma. Así, el 'Flako' comenzó a adoptar y apadrinar estos perritos, a pesar de no convivir con ellos a diario, todos los gastos han corrido por su cuenta, pero la alegría y el movimiento de sus colitas al verlo llegar valen cada esfuerzo.
Fotografías tomadas de archivo
Los primeros 4 perros permanecieron en la construcción alrededor de dos años, hasta que los trasladaron a otra obra ubicada en Usme. Todos estaban sin esterilizar y la mayor preocupación del 'Flako' era poder operarlos y no perpetuar el nacimiento de cachorritos en las calles. "Para ese entonces, dos perritas quedaron embarazadas, conseguir el dinero para las operaciones es muy complicado cuando le toca a uno solo; menos mal a los cachorros sí les conseguimos hogar rápido y con ayuda de jornadas de esterilización del distrito pudimos esterilizar a las perritas", cuenta Sebastián.
Mientras los perritos vivían en la construcción, el 'Flako' utilizó las redes sociales para hacer publicidad y tratar de encontrarles hogares fijos con la idea de ubicarlos en una familia, donde recibieran amor y cuidado permanentes. "Es difícil porque la gente quiere adoptar siempre cachorros porque son tiernos, pero no le dan oportunidad a los perritos más grandes o a los que están ya viejitos".
Esta labor tiene su parte bonita, ayudar a los perritos, verlos felices y brindarles esperanza, pero también conlleva muchas decepciones y la tristeza de ver muy de cerca lo que es capaz de hacer el ser humano, de cómo puede dañar a un animal y dejarlo a su suerte, sangrando o agonizando por ahí. El 'Flako' tuvo que enfrentarse a una situación desgarradora cuando un habitante de calle apuñaló y agredió a Hanna, una de las perritas del grupo; afortunadamente, el veterinario la salvó y después de un largo proceso de recuperación, fue adoptada por la pareja sentimental del 'Flako'.
Moviendo los perritos de obra en obra, la jauría fue creciendo, al igual que los gastos y las preocupaciones para encontrarles un espacio adecuado. "Las fundaciones no reciben más perros, siempre están llenas; la gente no ayuda porque no creen que uno vaya a destinar la plata realmente a los perritos, así es mucho más difícil, todo toca autogestionarlo", afirma. Además, la desinformación e ignorancia de la gente sobre los comportamientos caninos y la estigmatización hacia algunas razas no ayudan, pues al 'Flako' le tocó asumir que sacrificaran una de sus perritas por ser cruce de pitbull y estar considerada como "muy agresiva".
Hoy en día ya son 12 los miembros de su familia canina, y por eso sueña con tener un espacio donde todos puedan vivir tranquilos. "Ellos son seres muy nobles y nosotros los únicos que podemos ayudarlos ¿por qué no brindarles un poco de cariño y cuidado?".