Este no es un hogar común, es más grande que cualquier mansión en el mundo, la familia es muy numerosa, sobrepasa los 100 integrantes, todos tienen talentos que parecen sacados de un cuento de fantasía. Hay unos pocos que hablan con los animales; caballos, tigres, chimpancés y elefantes conviven con ellos como miembros de este extraño clan. Es el 'Circo Hermanos Gasca'. Directo Bogotá habló con Raúl Gasca, el reconocido cirquero.
En el exterior, el techo y las paredes de esta casa parecen de chicle, son brillantes y se estiran de un lado hacia el otro, a veces son amarillas con rayas azules, pero también pueden ser rosadas con estrellas; por encima se alzan unas banderas llenas de colores, en frente de estas hay un letrero con millones de luces que iluminan todo a su alrededor: se lee 'Circo Hermanos Gasca'.
Al entrar a este lugar la magia sigue presente. Ubicadas una cerca de la otra se distinguen dos mujeres vestidas de soldaditos de plomo, a sus lados, dos pequeñas tiendas repletas de dulces, algodón de azúcar y comida rápida, en el fondo un payaso de plástico de tamaño real que da la bienvenida al show, junto a éste, un pequeño establo con tres ponis que llaman la atención de la gente por su tamaño; al girar de nuevo hacia la entrada, en una esquina y sentado en una gran mecedora de madera negra, se encuentra Raúl Gasca, el representante de la gran dinastía del circo más importante en Latinoamérica.
Raúl está vestido con una sudadera Adidas azul oscura, con blanco y rojo, tres cadenas de oro en su cuello y unos tenis Nike, hoy no podrá participar en el show, recientemente tuvo una operación en su tobillo a causa de un accidente en uno de sus actos de acrobacia. Se para de su asiento, le pasan sus muletas y pide que le lleven los celulares a su oficina, que nadie lo interrumpa, a menos que sea algo urgente.
Su oficina está llena de fotografías colgadas en las paredes de madera, en ellas toda su familia acompañada de hombres reconocidos en la historia: Cantinflas, Antanas Mockus, príncipes y demás personajes con los que se han relacionado los Gasca, también artículos y revistas en los cuales se habla de su circo.
Raúl se pone cómodo en una silla, coloca sus muletas a un lado y se dispone con una sonrisa a responder a todas las preguntas.
Raúl Gasca es un hombre que nació en el circo, su familia ha sido parte de esta tradición desde 1938, fecha en la que sus abuelos María Luisa Gasca y Jesús Fuentes Zavalza inaugurarían el Circo Unión, del cual más adelante se desprenderían otros circos creados por los hijos y hermanos hasta llegar al de Raúl, el Circo Hermanos Gasca.
Este mexicano de 36 años no conoce otra vida a parte de esta, y se enorgullece de no hacerlo, puesto que no cambiaría el viajar por todo el mundo junto a su familia, llevando magia y alegría a millones de personas por estar sentado en una empresa.
Y es tanta su pasión que es conocido como “el todero del circo”, ya que participa en todos los actos: malabares, trapecio, acrobacias, el cañón humano y además es experto en el manejo de los animales; actualmente ya no hace tantas cosas pues ha tenido varios accidentes que lo han ido apartando del espectáculo.
“Bueno te puedo decir que yo he hecho de todo en el circo, pero en lo personal mi pasión era trabajar con los animales”, dice Raúl.
Gasca se reconoce en el circo por ser el domador de los Tigres Blancos de Bengala, pero debido a leyes que se dieron en Colombia y en otros países, él decidió entregar los animales exóticos a un zoológico. Ahora solo conserva los animales domésticos, con ellos hace los espectáculos en cada función, mientras sus antiguos compañeros de show, los elefantes, se pasean a sus anchas por la Hacienda Nápoles.
El proceso de desapego con los animales fue muy fuerte, puesto que eran considerados parte de la familia del circo y eran una gran atracción para los niños. Hace 10 años comenzaron con las leyes y las protestas por los animales de circo, pues se consideraba que estos no vivían en óptimas condiciones y eran maltratados.
“Si tu dices mucho una mentira, se convierte en verdad, pero es triste que, a base de ignorancia, desconocimiento y de mitos lograron el objetivo que era terminar con los animales del circo”, añade Raúl, con un gesto de tristeza en su cara.
Sobre el manejo de los animales utilizados en espectáculos han salido varias noticias en las que se ve perjudicado puntualmente el circo Los Hermanos Gasca, acusándolos de cazar animales en África, de descuartizarlos y maltratarlos. Sin embargo, Raúl sigue firme en su posición de que sus animales siempre estuvieron en buenas condiciones. “Cuando un animal se muere en un circo, las autoridades vienen a revisarlo”, y aclara que “en 100 años de circo no hay un papel que diga que en este circo estaban maltratados los animales”.
Este es un tema que conmueve mucho a Raúl, quien no para de contar todas las experiencias que debió pasar por culpa de los animalistas, y reitera, una y otra vez, que las acusaciones que se les hace por maltrato animal son falsas.
Un hombre que no le tenía miedo a estar encerrado en una jaula con seis tigres blancos y a manejar elefantes, ¿a qué le podría tener miedo?: “A las arañas y a las culebras. No las paso, me dan un miedo terrible. Pero aún más miedo me da que desaparezca la tradición del circo, y hoy en día luchamos para mantenerlo”, responde Raúl mientras se acomoda en su silla y se ríe nerviosamente.
Raúl Gasca continúa hablando con seguridad de que por el momento el circo no va a desaparecer, pues su gran atractivo es que todo lo que se hace ahí es verdadero. Como ejemplo pone a las películas de cine, en donde las personas saltan de edificios, tienen súper poderes y hacen cosas maravillosas, cosas que solo pasan en realidad en un circo. Y cree que mientras el circo innove en sus actos y en la tecnología, no va a desaparecer puesto que siempre estará entregándole pura diversión al público. “Mientras se esté innovando pienso que el circo nunca se va a acabar. Dicen que mientras exista un niño el circo será eterno”, y luego aclara “yo sin el circo me muero”.
Y sin el circo Raúl no se vería en otro lugar, para él es normal viajar de una ciudad a otra, estar en función todos los días del espectáculo y de sus actos. Su casa es el circo y es ahí donde él y más de 120 personas viven. Los tráiler casas son sus hogares, los cuales se encuentran al lado de la carpa, es allí donde duermen y guardan todas sus pertenencias. Las pocas veces que Raúl sale de vacaciones, a los 15 días ya siente que le falta algo, ese algo es su mundo, el circo.
"Tenemos la fortuna de tener casas en varias partes, te puedo decir que casi en todas las partes donde va el circo y dura dos o tres años hemos adquirido casas y apartamentos, en Bogotá, Estados Unidos, México, Venezuela y en varios lugares. Gracias a Dios tenemos esa posibilidad, pero nosotros vivimos en el circo, tenemos muchas casas, pero nunca vamos”, cuenta Gasca.
Solo un hecho fue el que hizo que el Circo Hermanos Gasca se quedara más de dos años en un solo país, en Colombia. En 1988 la mamá y la hermanita de Raúl tomaron un avión de Cúcuta a Barranquilla, el cual sufrió un accidente y se estrelló en un cerro, es en ese suceso mueren su madre y su hermana de cuatro años. Para ese momento Raúl tenía ocho años y su padre se vio muy afectado por lo sucedido, tomando la decisión de quedarse nueve años en el país.
"Tanto tiempo aquí, yo te puedo decir que conozco toda Colombia y a raíz de eso nos quedamos e hicimos parte de este país. Nos tocó irnos en 1997 porque nos empezaron a extorsionar muy fuerte, seguían a mi papá a todos lados y lo amenazaban con matarme, ese año nos fuimos y regresamos hasta el 2004 nuevamente”, relata Gasca.
Al regresar a Colombia además de traer nuevos actos y animales, Raúl también puso de moda una frase que lo hace reconocido en cualquier parte de Latinoamérica; y aunque son varias las frases por las que se destaca: “nos despedimos más que circo pobre pero ahora sí nos vamos”; “ahora sí nos vamos, se los juro por diosito”, la principal es: “y después no digas que no te avisamos”.
“Hay varias que pongo de moda porque yo soy el que grabo las cuñas del circo, la frase ‘y después no digas que no te avisamos’ nació cuando trajimos al Circo Chino de Pekín y un primo mío escuchó la cuña de ellos que decía ‘y después no digas que chinita no te avisó’, de ahí se desprendió la famosa frase que ahora causa recordación en todas las personas”, Raúl riendo comienza a pronunciarla con el cantado que lo caracteriza al momento de decirla.
Es así como por medio de frases y actos impresionantes Raúl Gasca quiere ser recordado, quiere divertir a las personas y que, por un momento, saquen los problemas de su mente y queden asombrados con la magia que produce el circo.
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Al finalizar las funciones, la vida de Raúl se vuelve “normal” entre comillas, porque para él lo anormal es como viven las personas fuera del circo. Cuando se despiden del público y el día termina le gusta salir a cine, ir a comer a la casa de sus amigos, ir a rumbear, compartir con la gente que conoce en cada ciudad, pero sobretodo jugar fútbol con el quipo del Circo Hermanos Gasca.
“Me gusta 100% el fútbol, soy hincha del Real Madrid. Somos muy futboleros, en cada ciudad o país siempre hemos jugado, donde ha parado el circo en esas canchas ha jugado el equipo de los hermanos Gasca”, entusiasmado Raúl relata sus anécdotas de fútbol, como puede lo expresa con sus manos porque permanece sentado en la silla, en la misma posición debido a la operación de su tobillo.
Este es el hombre que está día tras día en medio de paredes y techos de chicle, de luces y colores brillantes, de gente con talentos extraordinarios, de una familia numerosa y llena de historias para contar, y de una tradición que sin duda seguirá por los siglos de los siglos.
Raúl Gasca, el hombre que habla con los animales, es quien toma el legado del circo y lo convierte en su pasión para sorprender a las personas, logrando que sigan creyendo en la magia, en la fantasía, y en los súper héroes, ¡pues los súper héroes sí existen! y están todos en el Circo Hermanos Gasca. “Para mí es circo es mi vida entera. No me veo en otra parte que no sea el circo”, concluye Raúl Gasca, siempre con una sonrisa.