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Laura Viviana Espitia //

Enemigos equivocados


En las últimas semanas, los estudiantes de las universidades públicas de Bogotá han salido a las calles a manifestarse por las necesidades financieras en las instituciones de educación superior públicas, representadas en un déficit fiscal que asciende a los $434.874 millones de pesos. También, por las consecuencias del programa Ser Pilo Paga que, según los estudiantes, desvía el dinero que debería ser invertido en la educación pública, hacia las universidades privadas.

Pancarta utilizada en las movilizaciones estudiantiles de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, en el año 2011 // Fotografía: Creative Commons

Hace algunos días, cuando los estudiantes que se movilizaban llegaron a la carrera 7 ª a la altura de la universidad Javeriana, ocurrió una situación particular. Cuando el centro de la protesta, en donde se concentra la mayor cantidad de gente, se encontraba enfrente de la entrada principal de la Javeriana, se generó una cierta tensión. Los gritos y cánticos propios de estas manifestaciones llamaron la atención de los javerianos, quienes se conglomeraron a lo largo de las escaleras para ver lo que estaba pasando. Paulatinamente, los cánticos de los manifestantes se tornaron un poco más agresivos, principalmente hacia lo estudiantes de la universidad privada. Se escucharon gritos que predicaban: “Huele a gomelo”. Por otro lado, también se escuchaban comentarios agresivos y despectivos por parte de los estudiantes de la Javeriana hacia los manifestantes, como: “Nos pueden robar el celular” o “no es mi culpa que mis papás sí me puedan pagar una universidad privada”.

Esta situación retrata que la forma en la que se están llevando a cabo las protestas estudiantiles va en contravía con los valores que el movimiento estudiantil predica defender. Cabe resaltar que esto no se debe únicamente a la manera en la que los estudiantes de universidades públicas se enfrentan a los de universidades privadas con prejuicios y demás, sino que el mismo comportamiento es asumido también por los estudiantes de universidades privadas.

En un comunicado, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), que se convirtió en el representante del movimiento estudiantil en Colombia, publicó algunos de los principios rectores del movimiento estudiantil, finalizando con esta frase: “Llamamos al estudiantado a reconverger en un proceso de unidad, pluralidad, respeto, creatividad y amplitud”.

Pese a esta filosofía de unidad y convergencia que predica la MANE, la visión antagónica que se está gestando entre los estudiantes aporta a ampliar la brecha que existe entre aquellos que asisten a la universidad pública y a la privada. Además de profundizar el discurso de división en la ciudad por causas económicas y favorecer la discriminación.

Adicionalmente, esta forma de protestar que enfrenta a los estudiantes como bandos opuestos, va en contravía del objetivo último de cualquier gremio o movimiento social, es decir, formar un movimiento grande y unificado que tenga la fuerza para hacerle frente al sistema. La experiencia ha demostrado que un movimiento estudiantil incluyente y que trabaje de la mano por una causa común es mucho más efectivo, tanto así que en el 2011 la presión fue tal que el mismo Presidente de la República retiró la reforma planteada a la Ley 30.

Este tipo de comportamientos por parte del estudiantado tan solo genera la profundización de los prejuicios sobre el movimiento estudiantil y las personas vinculadas a las instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas, lo cual puede derivar en que la comunidad estudiantil no se sienta ya representada por estos movimientos, pues han perdido legitimidad.

La discusión sobre la desfinanciación de las universidades públicas del país es crucial para asegurar que la cobertura en educación superior se amplíe y mantenga la calidad por la que es reconocida internacionalmente. Habría que cuestionar la inversión de los $280 mil millones que hoy recibe la segunda edición del programa Ser Pilo Paga. De estos recursos, el 98% es entregado a instituciones educativas no estatales, lo cual se debe no solo a la cantidad de Pilos que escogen a las universidades privadas, sino a los costos de las matrículas en estas instituciones no estatales en comparación con las universidades públicas.

No obstante, más allá de la importancia de este debate y de si realmente aporta a la superación de la inequidad y a cumplir con todas las promesas con las que el Ministerio de Educación presentó el programa, lo urgente es mitigar el daño que el enfrentamiento entre estudiantes de universidades públicas y privadas le está generando al movimiento estudiantil y a su alcance como grupo de presión al gobierno.

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