Las elecciones que se celebraron el pasado domingo dejaron algo más que la metida de pata del Registrador Nacional, Juan Carlos Galindo; perdón, del Ministro del Interior, Guillermo Rivera; discúlpenme, del Ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas. O del que haya sido, lamentablemente como todo en este país “nos pasamos la bola”. Sin embargo, cabe recalcar, en negrilla, que Guillermo Rivera sacó a flote voluntaria o involuntariamente su embarrada: “15 millones de tarjetas electorales para cada una de las consultas es un número suficiente”, manifestó a los medios. Pues al señor Rivera se le olvidó que en Colombia hay 36 millones de personas habilitadas para votar y que no es brujo para saber quién se despega de la “4 tigres” un domingo y acude a las urnas.
Ahora vamos a la carnecita del pastel. En la universidad sigo viviendo en la burbuja del país cansado de la corrupción, cansado de los Besaile, cansado de Cambio Radical, cansado de los de la U y cansado de los partidos “mamertos” y “retrógradas” (si usted es cristiano sea tolerante con estas líneas) por sus políticas en contra del aborto, en contra de la adopción homosexual ¡y a favor de los Piraquive con sus “Iglesias de Dios”!
Hablo del partido Mira. Hagan de cuenta que la Iglesia Católica saliera apoyando en los medios a Claudia López o lo que es peor, promoviendo a ¡Rubén Salazar al senado! Terrible.
También hay que hablar de “Cambio Radical”; lo pongo entrecomillado porque de cambio no tiene nada. Imagínense que un senador que representa sus banderas (la del Junior, como dice un humorista, "el que lo entendió lo entendió") es el hijo de Hugo Aguilar, Richard Aguilar. Sí, el hijo de esta joya que gobernó Santander, y el adjetivo no es gratis: condenado por parapolítica en 2013 y recientemente capturado por enriquecimiento ilícito, el personaje usaba hasta la suegra de testaferro para cubrir las propiedades que le dejó el Bloque Central de las autodefensas. Pues bien, el heredero se pone el título de senador con la módica suma de 76.942 “alcahuetas” que votaron por él.
Ahora miremos al hermanito de Musa Besaile, que también alcanzó curul. John Besaile, además de que fue mano derecha del prófugo gobernador de Córdoba Alejandro Lyons –condenado por el “cartel de la toga”–, alcanzó 77.448 inconscientes votos.
Pero no todo es malo, también hay cosas buenas o muchas más que en pasadas elecciones. Sin duda alguna la única figura política que nos une en torno a la palabra honestidad se llama Antanas Mockus, segundo senador más votado (detrás del innombrable). También hay que hacer un minuto de silencio por los que dejaron las arcas del Congreso: José Obdulio Gaviria, Everth Bustamante, Bernabé Celis, Juan Manuel Corzo, Jimmy Chamorro, entre otros, que se quedaron en las “chimeneas” del Senado. Y cierro con esto: si usted no votó y engrosa el 51% de abstencionismo, no lea esta columna, ni mucho menos hable de política ¡PEREZOSO!