Eventos gigantescos como el Festival Estéreo Picnic, donde la droga, el trago y la música coinciden inevitablemente, son la prueba de que en Colombia a la gente le encantan las sustancias psicoactivas (PSA). Sin embargo, la Alcaldía de Bogotá no parece tenerlo tan claro y es por eso que, a diferencia de lo que pasa en los espacios privados, no promueve el consumo responsable sino la prevención. Es utópico, y hasta tierno, pensar que una cosa impide la otra.
Afiche institucional de la campaña Échele cabeza // Tomado de: http://echelecabeza.blogspot.com/
De hecho, una iniciativa de la organización Acción Técnica Social llamada Échele cabeza cuando se dé en la cabeza, que difunde información sobre PSA en personas que no tienen problemas con ellas, ofrece a los visitantes de eventos privados como Baum Festival y Baum Tatacoa un servicio de análisis gratuito de la sustancia que consumirán, para determinar si esta es pura, si no lo es, si es lo que creen o si es otra cosa. En sólo tres días el equipo de Échele Cabeza analizó 517 muestras de distintas drogas como éxtasis y LSD, número bastante mayor al del año pasado, 450.
¿Y creemos que la gente no mete por decirle que no lo debe hacer? Eso parece creer Enrique Peñalosa, pues como lo contó Cartel Urbano a mediados de marzo, Bogotá Mejor Para Todos frenó, a partir del 2016, la presencia de Échele Cabeza en Hip Hop y Rock al Parque, así como en eventos más pequeños en Bosa, Kennedy y Ciudad Bolívar. Todo, porque el enfoque del Distrito es la prevención del consumo. No, por supuesto que esto no está mal, pero parece que Peñalosa olvidó por una vez su analogía constante: "Bogotá es muy parecida a cualquier metrópoli europea". Tanto, que a los ciudadanos les fascina meter, igual que a un holandés o un alemán de 24 años.
Ahora, si en Estéreo Picnic, donde una boleta por día no baja de los $200.000, el consumo de drogas es, seguramente, mucho más alto que 517 muestras, ¿qué tan parecido será el número en un festival gratuito al que puede asistir cualquiera? ¡Muy similar, y si no, mucho mayor! Acá lo que está mal es olvidar y/o ignorar que ya hay personas que consumen y que cada vez hay más. Lo que está muy mal es creer que quitando los espacios de prevención las personas no van a consumir.
Lo que está mal es ignorar que la demanda en Bogotá y la diversidad de drogas ilícitas como la marihuana, la heroína o el bazuco, ha crecido y lo seguirá haciendo. Esto lo demostró el Estudio de Consumo de PSA en Bogotá, donde se encontró que el consumo de dichas drogas creció casi un 7% entre 2009 y 2016.
Esta clase de políticas donde se prohíbe que la gente pueda buscar consejo sobre lo que va a consumir —porque lo hará sí o sí—, lo único que logran es aumentar el riesgo y las víctimas por drogas adulteradas, o que no son lo que el dealer dijo que eran. El problema es el de políticos alejados de la realidad, como nuestro alcalde o como el fiscal Néstor Humberto Martínez, quien afirma que “la dosis personal es lo más perverso que se ha aprobado” y ahora quiere eliminarla, en la misma línea de la reciente propuesta del candidato Iván Duque. ¡Como si las personas fueran a dejar de gastarse su platica en drogas! Y no, nadie va a dejar de comerse una pepa o de aspirar un pase, solo van a dejar de tener certeza sobre qué hay en esa pepa y de qué es ese polvo.