En Bogotá las empresas con iniciativas sostenibles se están abriendo camino y se mueven por un mismo objetivo: informar y concientizar a la gente sobre los daños que productos tan comunes, como un pitillo de plástico o el detergente de ropa, pueden causarle al medio ambiente para así, motivar el uso de productos biodegradables en actividades del diario vivir.
La empresa deportiva Adidas fue noticia entre las organizaciones defensoras del medio ambiente cuando en el 2017 lanzó su línea de zapatillas deportivas biodegradables producidos a partir de redes y plásticos desechados en el océano en colaboración con Parley for the oceans, empresa dedicada a la protección de los océanos. Esta iniciativa sería solo el inicio de una serie de proyectos amigables con el medio ambiente.
La última iniciativa que lanzaron fue la línea Futurecraft Biofabric la cual reune productos elaborados con una fibra sostenible que imita la seda natural y que aunque es un material más ligero es igual de fuerte que el usado en equipamientos deportivos producidos con fibras sintéticas. Debido al uso de materiales naturales, las zapatillas son 100% biodegradables y son consideradas como los zapatos deportivos más ecológicos alguna vez fabricados.
KOGI LIFE
Adornado con la ilustración de una tortuga, la marca Kogi recuerda el impacto de los desechos de plástico para la vida silvestre en los océanos.
¿Recuerda ese video, que se volvió viral en redes sociales, donde un grupo de personas ayudan a una tortuga extrayendo de sus fosas nasales un pitillo de plástico? El video generó una fuerte crítica hacia el uso de un producto que cuenta con una vida útil de 10 a 20 minutos pero que pasa milenios recorriendo el océano. Según la revista Journal of Marine Science, la producción de plástico ha pasado de 1,5 millones de toneladas a 299 millones de toneladas en los últimos 65 años
“Kogi Life” fue fundada en 2016, su centro de fabricación se encuentra en Estados Unidos y toda su producción es completamente sostenible desde los cultivos de caña de azúcar, el principal material que usan para la producción de los pitillos, hasta las cajas donde entregan su producto a empresas en Colombia como el grupo Teriyaki, Buffalo Wings, Sierra Nevada, y Club Colombia en Cali.
Su catálogo es amplio; ofrecen pitillos con variedad de tamaño como: el colosal, gigante, jumbo, mini, mezclador, pero además, dan la opción de personificarlos con diferentes colores y diseños y algunos de ellos cuentan con la tecnología Eco Flex que permite hacerles un doblez en la parte superior como a los pitillos de plástico tradicionales.
Su objetivo es ofrecer a las personas productos que sean biodegradables pero bien hechos, que no se desarmen en bebidas calientes o que no contaminen los alimentos al desprenderse sustancias durante su consumo, como pasa con otros pitillos que comercializan como productos biodegradables. Estos pitillos son más costosos que los de plástico pero como afirma Camilo Rodríguez ejecutivo de cuenta de Kogi Life, “prefiero que me cobren 200 pesos más pero ayudar al medio ambiente”.
BIOGAR
En el 2017 María del Mar Pizarro, fundadora de Biogar, fue galardonada con el “Premio Mujeres que Impactan” al Impacto Social y Ambiental, entregado por Endeavor Colombia por su compromiso con el desarrollo de productos de aseo completamente sostenibles.
Biogar fundada en el 2015 con el objetivo de cuidar el bienestar de las personas y del medio ambiente, ofrece 4 líneas de productos: detergente para la ropa, lava loza, jabón de manos y un multiuso, además, una presentación espacial llamada “Línea cero” para las personas que sufren de algún tipo de alergia o de sensibilidad en la piel. Sus productos no tienen ningún tipo de químicos perjudiciales para el ser humano y está comprobado que en 28 días cualquiera de sus productos desaparece por completo del agua: son 100% biodegradables.
La empresa cuenta con una fábrica propia ubicada en Funza. Allí llega la materia prima, derivada de plantas, y las fragancias, es el único producto que importan pues en Colombia no existe ninguna completamente sostenible.
David Francisco, director administrativo, afirma que “el mercado de los productos biodegradables en Colombia es muy cerrado y por esto, la gente decide comprar otras marcas que piensan que son más económicas pero si haces comparación nuestros productos rinden mucho más: un galón de detergente para ropa le rinde 65 lavadas”.
Casi dos litros de jabón detergente de una marca reconocida tienen un precio entre 8.000 y 12.000 pesos, dos litros de jabón Biogar cuestan 24.500 pesos.
La diferencia en el costo se debe a que los materiales, el proceso de producción y los envases tienen características sostenibles y por lo tanto, generan más costos a la hora de fabricarlos. Sin embargo, se han implementado diferentes métodos para que el cliente pueda ahorrar un poco el gasto y al mismo tiempo, reducir el uso de envases: se puede devolver el empaque una vez finalizado el producto o participar en el sistema de “re-fill”, donde el cliente va al lugar indicado lleva su envase y compra solo el producto, desde un litro hasta el galón completo.
No solo están comprometidos con la fabricación de productos sostenibles sino también con causas sociales, por ejemplo, este año Biogar llevó a cabo una serie de capacitaciones a mujeres víctimas del conflicto en el Caquetá enfocadas en la creación de empresas con la cooperación de la Pastoral Social. Durante el proceso se encargaron de darles apoyo y asesorías en términos administrativos, financieros y demás.
En este momento la empresa cuenta con 33 tiendas especializadas en Bogotá y hace presencia en Medellín, Cali, Pereira y Cartagena.
GAIA BIKES
La bicicleta es el medio de transporte más ecológico que existe porque no produce emisiones de carbono que afectan la atmósfera y la salud de las personas. Sin embargo, los materiales que son utilizados comúnmente para fabricar una bicicleta son el aluminio, el titanio y el acero; todos minerales extraídos de la tierra por medio de la minería. Una alternativa para reducir el uso de estos minerales es la madera, principal material de las bicicletas “Gaia Bikes".
Para Mauricio Roldán, miembro del equipo base de Gaia, el interés por los productos biodegradables nace con la idea de crear un carro eléctrico que no tuviera nada que envidiarle a los que funcionan a base de gasolina: el Proyecto Eolo, pero los costos para la realización de una iniciativa de tal magnitud eran demasiado altos, con lo cual optaron por apostarle a una idea más rentable pero que siguiera su misma filosofía de protección al medio ambiente: usar un material que provenga de la madre tierra y que termine volviendo a ella.
En ese momento, en Colombia no existía ninguna bicicleta hecha con madera y se les ocurrió la idea de crear un proyecto de bicicletas diferentes a las tradicionales en términos de materiales, una bicicleta a base de madera procedente de cultivos sostenibles. El uso de este material en las bicicletas permite que se capture el carbono y se contribuye produciendo más oxígeno para el planeta.
En este momento, en Bogotá 835.000 habitantes usan la 'bici' como medio de transporte, convirtiendo a la capital en la primera ciudad de Latinoamérica con el mayor número en extensión de ciclorutas (410 kilómetros).
Inicialmente todo nace de un diseño, el cual es llevado a una máquina que lo recrea en una lámina de madera, verificando que la madera provenga de Chile o Canadá donde hay una tala de árboles controlada, de bosques sustentables con sellos FSC (Forest Stewardship Council). La lámina luego pasa por un proceso de carpintería y, por último, se ensambla. Por esta razón, no tienen una línea de producción constante, cada bici es fabricada según el diseño y las preferencias del cliente.
El próximo 2 de septiembre “Gaia Bikes” está invitado a la segunda edición de la feria “Enlazando Mundos” en el eje cafetero donde se expondrá la red de iniciativas contacto verde, siguiendo el objetivo de marcar la diferencia y convertir sus bicicletas en una moda.
ECOGREEN
En Julio de 2017, la revista Science Advances de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos, reveló que en el mundo se producen 8.300 millones de toneladas de plástico, de los cuales 6.300 millones de toneladas son residuos, el 79% de ellos se encuentran en el entorno natural y solo el 9% es reciclado.
El punto crítico de la cantidad de plástico producido que termina descomponiéndose en el medio ambiente es que permanece en el entre 500 y 1000 años. Una alternativa es el bioplástico o plástico orgánico proviene de residuos agrícolas o de fuentes renovables de biomasa como al almidón de maíz, el aceite vegetal o el almidón de guisantes para reemplazar al plástico proveniente de combustibles fósiles, derivados del petróleo.
Ecogreen nace con el objetivo de ofrecer una clase de desechables que no le hicieran daño ni al medio ambiente ni a las personas que hacen uso de ellos. Comenzaron a producir en 2008 cubiertos, vasos, platos, contenedores y bandejas hechas a base de almidón de maíz que desaparecen del entorno por acción bilógica en 180 días y terminan convirtiéndose en abono.
Estos productos reducen la huella de carbono, están libres de sustancias perjudiciales para la salud y no modifican el sabor y el aroma de los alimentos contenidos, tienen una resistencia de temperaturas desde los -20 hasta 120 grados centígrados, son livianos y resistentes, aguantan el aceite y el agua y no se parten.
Para Radovan Rozenberg director de Ecogreen, el mayor reconocimiento que han recibido por su labor con el medio ambiente es la fidelidad de sus clientes, quienes “están muy satisfechos con el servicio que ofrecemos todos los días”.
Generalmente los productos biodegradables por su producción y materiales son más costosos que aquellos producidos de manera tradicional sobre todo si el material principal es el plástico, con respecto a los precios de sus desechables, Raadovan afirma que, “ofrecemos salud y medio ambiente, lo que hoy en día vale mucho”.
BICHOPOLIS
Bichopolis es una empresa que se dedica al diseño de estrategias de control biológico con base en el uso de organismos entomofagos que se alimentan de otros insectos, ácaros u otros artrópodos, que se han multiplicado masivamente. En palabras de Alexander Escobar uno de los fundadores de Bichopolis “vendemos unos bichos buenos que se comen a unos bichos malos”.
Por lo general, el manejo de plagas en la agricultura se realiza con pesticidas a base de químicos que tienen efectos secundarios bastante nocivos para el medio ambiente y para el ser humano. Con el uso de bichos en su lugar, se realiza un control biológico que permite ofrecer a la población alimentos más limpios.
El objetivo de esta iniciativa es desintoxicar la agricultura, brindarle a los agricultores la oportunidad y las herramientas para dejar de depender de los pesticidas y que el consumidor tenga alimentos sin tantos residuos y trazos de químicos
Sus principales clientes son los cultivos de flores de la sabana de Bogotá y de Antioquia, ya que deben cumplir cierto tipo de exigencias en la disminución del uso de pesticidas para la exportación y estas empresas internacionales están interesadas en comprar productos que sean amigables con el medio ambiente.
Los bichos se producen sembrando una planta, sobre la cual se pone la plaga (bichos malos) y luego el enemigo natural (bichos buenos) para que se la coma, luego se inicia el proceso de cosecha. Los bichos se recolectan se enfrascan y se distribuyen a fincas, acompañados de una asistencia técnica, “Vendemos más que un bicho, es una tecnología, una manera de utilizar una herramienta que nos da la naturaleza.”, afirma Alexander.
Poseen dos sistemas de ventas, por bicho cada uno cuesta 25 pesos o por servicio, en el cual las empresas les dan una área determinada y se cobra por metro cuadrado. El 80% de los clientes prefieren comprar por servicio ya que lo que garantizan es un buen resultado independientemente del numero de bichos que se liberen en el área.
En el 2017 la empresa fue reconocida por el diario Portafolio como mejor empresa en la categoría de medio ambiente y hace 4 años recibieron un premio de la fundación Bavaria por el tema de contribución al mejoramiento del medio ambiente. Su objetivo es volver independiente de pesticidas a toda la agricultura, y de paso inspirar a más empresas para que sus procesos de producción vayan de la mano con el medio ambiente, “es importante que las empresas se comprometan a cambiar sus sistemas de producción, se puede hacer”, afirma Escobar.