El 16 de septiembre de 1988 fue un día clave para la historia del rock en Colombia: El Campín fue escenario del Concierto de Conciertos: 60 mil personas cantando las canciones de los Prisioneros, los Toreros Muertos y Miguel Mateos, entre otros. Y referentes nacionales como Compañía Ilimitada y Pasaporte. Este evento, como lo dice Jacobo Celnick en La Causa Nacional, hizo trizas los paradigmas hasta ese momento existentes. Hasta el entonces ministro de Gobierno y luego presidente de la República, César Gaviria, se pronunció al respecto: esa era la nueva música, la que disfrutaban los jóvenes de un país, en ese momento, marcado por la violencia de las guerrillas, los paramilitares y el narcotráfico.
Este testimonio, junto al gran cubrimiento periodístico y el apoyo por parte de diversos sectores del país, logró generar un cambio en la imagen del rock a lo largo y ancho de la nación. Además, esto abrió las oportunidades para la programación de rock en diversas emisoras del país, en especial en Bogotá y Medellín, para que poco a poco este género tomará fuerza en la escena musical nacional.
Desde entonces, El Campín ha sido un escenario en el cual grandes bandas y cantantes del rock internacional se han presentado, entre los que se incluyen Paul McCartney, Los Rolling Stones, U2 y Foo Fighters. Una característica a resaltar de estos eventos, es que siempre han sido bandas nacionales las que han abierto escenario en cada concierto; y que además de cierta forma llegan a ser apadrinadas e impulsadas por estos músicos internacionales, así generando reconocimiento en el resto del mundo. Podríamos afirmar que este escenario, junto al Parque Simón Bolívar en la capital, sede de Rock al Parque, han sido los escenarios más importantes para el desarrollo de la escena del rock, tanto a nivel distrital como nacional.
De manera paralela a estos sucesos, en los alrededores del estadio, se ha formado uno de las sub-culturas más fuertes en la escena del rock en Bogotá. Los skinheads, con su estrecha relación con el fútbol siempre han circulado las zonas que rodean al Campín. Teniendo barrios como Teusaquillo, Chapinero y Galerías, los cuales han sido la cuna del rock en el país, han generado una gran escena alrededor de la estética del skinhead tradicional. Adicionalmente los otros géneros que logran convivir en este sector de la ciudad han logrado darle a este sitio una mayor relevancia en la escena nacional.
Muchos pensamos y afirmamos que el rock colombiano tuvo sus orígenes en Bogotá o Medellín. Que las primeras grabaciones e incursiones que tuvo este género fueron hechas por esas juventudes que copiaban estéticas extranjeras para así romper con la cotidianidad colombiana. Pero no, el primer contacto que tuvo el rock con nuestro país se dio en la costa atlántica colombiana. Los buques extranjeros arribaban llenos de ese rock and roll clásico, que fue permeando en la música tradicional del Atlántico. Tras fusionarse con otros géneros, se afirma que la primera canción colombiana de rock and roll fue el Very, Very Well de Carlos Román y su conjunto vallenato.
Poco a poco el rock and roll y el twist fueron mezclándose con otros géneros para así generar las primeras producciones y grabaciones de rock en el país. Para hacer este libro, Celnick se puso, con músicos y artistas, a hacer una curaduría para escoger qué historias irían en él. Mejor dicho: los evangelios de una biblia del rock nacional. Y, poco a poco, se fue generando una red de contactos y de historias.
Celnik afirma que una de las características principales para escoger un artista o una historia era que éste hubiese dejado un legado importante para la música en el país. A lo largo del libro, de forma cronológica el autor presenta las 140 historias que marcaron, formaron y fueron pavimentando lentamente el camino por el que ha transitado este género en el país.
Aunque muchos reconozcan al rock colombiano hoy en día por su gran despliegue a nivel nacional y por los diversos méritos que se han conseguido alrededor de los años, reconstruir esta historia no fue algo fácil. El autor recalca la falta de trabajo en equipo y de mentalidad colectiva que ha estado presente en la escena del rock nacional. Para Celnik, la mentalidad del “éxito en solitario” que se tiene en el país, siempre se ha visto reflejada en las dinámicas que rodean a este género. Muchos referentes se precian de ser los autores de ciertos acontecimientos relevantes, pero no se dan cuenta que esa arrogancia es la que no hace posible la colaboración y el agrupamiento de los diversos sectores para generar un progreso y un éxito que no sólo le pertenezca a un grupo, sino que logre poner en el mapa al rock colombiano.
El ejemplo más grande de este trabajo en equipo y de esta unión de fuerzas, que desencadenó el impulso de Colombia en el rock internacional fue, para Celnik, el salto de los Aterciopelados a MTV a mediados de los años 90. Este evento es considerado por el autor como el hito más importante de la historia del rock colombiano; como el momento en que el rock nacional tuvo el impulso para filtrarse al mercado internacional.
Tras la gran aceptación de este material musical en Latinoamérica, seguido del gran reconocimiento por parte de Gustavo Cerati –que para ese momento había logrado posicionar a Soda Estéreo como el representante del rock latinoamericano en el mundo- y los diversos reconocimientos a nivel internacional que tuvo esta banda con su disco El Dorado, el rock en Colombia tomó otro camino. Los Aterciopelados lograron despegar y abrir puertas y caminos para lo que sería la escena rockera colombiana que tenemos hoy en día. Aunque esta es mucho más robusta de la que se tenía hace 20 años, todavía falta congregación y trabajo en equipo para llegar a un nivel de calidad musical más alto.
En cuanto a la actualidad de este género en el país, Celnik nos afirma que los grupos que están liderando la escena nacional no son aquellos que siguen las estéticas estadounidenses y británicas. Aunque se logren resaltar grupos que suenan de la misma manera que el rock en inglés, no logran proponer algo nuevo para mejorar e innovar en el rock. Él resalta que aquellas bandas que proponen algo nuevo, tal como lo han hecho en los últimos años Edson Velandia y la Tigra, Burning Caravan, Bomba Estéreo y Monsieur Periné, entre otras, son las que han logrado llevar al siguiente nivel esta escena y potenciar los contenidos que puede ofrecer el rock en todos sus aspectos.
Colombia, concluye Celnik, se ha vuelto un “faro” gracias al gran despliegue por parte de festivales, estudios, disqueras y las bandas en sí, volviendo al rock algo más elaborado, pero que de alguna manera sigue siendo una escena poco robusta, debido al poco trabajo en equipo hecho por los diversos actores que conforman lo que conocemos como rock colombiano.