Efraín tiene 63 años y desde los 20 tiene canas. Por 15 años le guardó la espalda al expresidente Virgilio Barco y a su familia pues hacía parte de su esquema de seguridad más cercano. Y aunque ingresó a la Armada Nacional a los 16 años sin saber por qué cuenta, con mirada al cielo y pecho erguido, que siempre será un orgulloso Infante de Marina.
FOTO tomada por Anngie Moreno
Durante sus años con Barco, vivió tiempos muy difíciles porque según él, el expresidente era muy testarudo y no accedió a negociar con los narcotraficantes la extradición. La época de bombas y asesinatos a políticos todos los días, por parte de los carteles, llegó y él estaba al frente.
Sentía la vida pender de un hilo. La experiencia que más lo marcó ocurrió en 1990: el atentado al colegio Helvetia, en el noroccidente de Bogotá. Los días previos a las elecciones, los escoltas tuvieron que desactivar decenas de tacos de dinamitas que estaban junto a los tanques de los cilindros de gas, cerca a la entrada del colegio donde estudiaban las nietas del expresidente. Asegura que fue un plan muy bien montado que buscaba herir también a la hija y al yerno de Barco. “Vi la magnitud del conflicto y la clase de personas que estaban detrás de esos atentados”.
Tiene seis hijos y habla de lo retador, aunque intuitivo, que fue para él ser padre. Creció en una familia donde su mamá, sus hermanos y en especial él, eran maltratados por su padre, quien borracho los sacaba a media noche a la calle a todos. Tuvo una infancia dura y aún más una juventud en la que replicó muchos de esos patrones. El punto de giro en su vida tiene mucho que ver con ese elemento que según él fue el que abrió sus ojos, mente y corazón a “la esperanza en su vida”.
Recuerda haber tenido una vida disoluta y llena de autosuficiencia, pero a sus 40 años se acercó a la biblia y la palabra cobró vida. Después de pasar por libros de metafísica, ocultismo y adivinación, cuenta que aún se pregunta cómo y por qué Dios los alcanzó, una respuesta: su misericordia. Mientras habla de su caminar con el Creador afirma que es como un callejón que en vez de cerrarse se abre mientras más se busca a Dios, así como va creciendo el entendimiento y se da respuesta a esas dudas que todo hombre tiene. Aunque fue practicante del catolicismo, llegar al cristianismo fue su verdadero camino. Por esto, cuenta, la biblia es su objeto preferido y con el que se identifica plenamente.
FOTO tomada por Anngie Moreno