Luego de regresar de unas vacaciones de Semana Santa, en México, Jefferson Ochoa, vendedor de empanadas de pollo y de carne en el barrio Rionegro, llegó a su establecimiento y no había carne, ni papá, ni masa, solo polvo, escombros y una tercera parte del techo roto.
FOTO tomada por Sebastián Ramos
Dos individuos irrumpieron en su establecimiento de menos de diez metros cuadrados, tiraron cajones, destruyeron el techo, pero no se robaron nada. Según cuenta, aún no se sabe cuál era el propósito de estas personas, pues todos los objetos de valor estaban en su lugar, hasta el televisor y las máquinas de hacer empanadas.
“Hay que seguir a pesar de lo que me pasó, no me puedo echar atrás y seguiré con las empanadas mientras arreglo el techo”, dice Jefferson Ochoa.
Con su rodillo blanco, dos días después del robo, ya se encontraba amasando las empanadas de ese día. Dice que le tiene mucho afecto a este utensilio de cocina, pues ya lleva varios años con él y sin este es casi imposible hacer la masa de las empanadas.
Su local, El paisa de la 94, ya lleva más de cinco años en este barrio de la ciudad y es muy reconocido. A diario vende entre 500 y 600 empanadas y trabaja de lunes a sábado.
“¿Qué siento cuando un cliente come empanada y se quiere comer una y otra más?, mucha felicidad. Lo más grato y más bonito que me han dicho fue cuando dos personas terminaron de comerse sus empanadas y pagaron: Dios bendiga tus manos. Esas palabras nunca se me van a olvidar, para mí fueron muy gratificantes”
Este risaraldense tiene la meta de agrandar su local, a pesar del robo, y de ampliar el menú. La próxima empanada que se viene es la de lechona, cuenta.
Los productos que vende son tan conocidos entre sus clientes que muchos de estos recomiendan, en sitios de Internet, ir a degustar estas deliciosas empanadas con ají, acompañadas de una gaseosa o un buen jugo. Tanto así que algunos comensales suyos fantasean con que la reconocida competencia de Burger Master se realice en versión de empanadas porque el premio se quedaría en El paisa de la 94.
FOTO tomada por Sebastián Ramos