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Juan Francisco Vargas //

Una taxista entre los taxistas


"La gente se sube al carro y empieza a hablar. Alguna vez se subió un sacerdote a contarme que había escuchado confesiones de asesinatos. Otra vez, un hombre se subió y me pidió que nos estacionáramos. Me dijo que me pagaba el tiempo de la carrera si lo aconsejaba en su divorcio. Un taxi es un confesionario" dice Olga Rojas en la sala de su casa.

FOTO tomada por Juan Francisco Vargas

Son las 6 de la tarde y seguramente estaría manejando, de no ser por un problema en su espalda que ya no le permite seguir conduciendo un taxi, como lo hizo durante 16 años.

Olga llegó al taxi por las dificultades de la vida. Se graduó como publicista e ingresó a trabajar en el periódico El Tiempo. Después de diez años, se quedó sin trabajo. Alguna vez, alguien le aconsejó cambiar su carro por un taxi, y lo hizo. "Supuestamente era algo de uno o dos años, pero seguí. ¡En mi casa casi me echan!" Pero le gustó y se quedó.

Y era algo lógico. Cuando Olga entró al mundo del taxi, en los años 90, ver a una mujer manejando un taxi en Bogotá era algo increíble. Según ella, fue una de las primeras mujeres que ejercieron este oficio en la ciudad. "Cuando yo llegaba a la cooperativa en la que estaba, eran más de mil hombres y yo era la única mujer. Sé que, en ese tiempo, solo cuatro o cinco mujeres teníamos un tarjetón para manejar taxi en Bogotá".

Soportó muchos tratos discriminatorios de hombres taxistas. Le decían que debía estar haciendo oficio en la casa y no manejando un taxi. Pero nunca se dejó afectar por el machismo tan fuerte que existe en el gremio. Con el tiempo, fue encontrando amigos y se hizo un lugar entre los hombres.

Dice que su motivación más grande siempre ha sido su familia. Y su objeto más preciado lo demuestra. Es un pequeño bebé de juguete que le regaló a su hijo mayor cuando nació. Hoy en día, su hijo tiene 36 años y el muñeco, llamado Ricardo, le pertenece a una de sus nietas. Para Olga, Ricardo es un recuerdo de las dificultades que tuvo que pasar, tanto dentro como fuera del taxi, para criar a sus hijos.

FOTO tomada por Juan Francisco Vargas

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