La serie de Netflix, ‘Historia de un crímen: Caso Colmenares’ no cuenta nada nuevo, pero si retrata muy bien la manera en la que funciona la ley en el país.
Ficha técnica
Titulo: Historia de un crimen: Caso Colmenares
Director: Felipe Cano (Colombia)
Año: 2019
Plataforma: Netflix
Actores principales: Sebastián Osorio, Laura Osma, Juliana Velásquez, Enrique Carriazo, Julián Román.
IMÁGEN: A la derecha: Foto de los actores de la serie Historia de un crimen: Caso Colmenares. A la izquierda: foto del día en que murió Luís Andrés Colmenares.
El caso colmenares ha sido uno de los más largos y mediáticos en Colombia, por eso no sorprende que la serie, después de ser lanzada por Netflix el pasado pasado 3 mayo, se haya convertido en una de las más vistas. Los capítulos sirven tanto para quienes no le han seguido el caso como para los que si, pues trata de mostrar las dos versiones del hecho. Por un lado, la que dice que todo fue un accidente, sostenido por la defensa de Laura Moreno y Jessy Quintero y por otro lado, la versión de la fiscalía y la familia del joven, que hasta el día de hoy dice que su hijo Luis Andrés Colmenares fue asesinado.
FOTO: Captura tomada del trailer oficial de la serie
La polémica alrededor de la serie comenzó incluso antes de que se lanzara. Desde que Netflix la anunció el año pasado, la familia del estudiante fallecido dijo que la plataforma de contenidos multimedia no les consulto nada, y que no iban a permitir que nadie se lucrara de la muerte de un ser querido. Igualmente, señalaron que temían que se promoviera una mala interpretación de los hechos, lo que abre la discusión sobre si lo mostrado puede ser veraz sin haber tenido la aprobación ni participación de la familia.
Así mismo, causó revuelo el parecido de los actores con las personas en la vida real. La actriz Laura Osma, no solo se llama igual que Laura Moreno, sino que tiene rasgos físicos muy parecidos. Lo mismo pasa con Juliana Velásquez que interpreta a Jessy Quintero, otra de las acusadas. Sin embargo, el más parecido es Sebastián Osorio, actor colombiano que solo había trabajado en la novela “Pambelé” y que en este caso se encargó de traer a la pantalla a Luis Andrés Colmenares. Aunque muchas personas se han quejado de que el actor es realmente blanco y de ojos claros, lo cierto es que el equipo de producción hizo un muy buen trabajo de maquillaje, tanto que la familia Colmenares aceptó su gran parecido e incluso dijo que tuvieron que parar la serie varias veces por lo mucho que les recordó a Luis Andrés.
En ocho capítulos de alrededor de 40 minutos la serie dirigida por el director colombiano Felipe Cano, destacado por dirigir producciones televisivas como El laberinto de Alicia (2014), Lady la vendedora de rosas (2015), Venganza, la adaptación colombiana de la producción norteamericana Revenge, y María Magdalena (2018), muestra lo que pasó la noche del 30 de octubre de 2010, cuando Luis Andrés Colmenares, Laura Moreno y alguien más salieron rumbo a la discoteca Penthouse, ubicada en la zona rosa de Bogotá. Tras haber tomado alcohol y permanecido en la discoteca cerca de las 2:30 a.m. del 31, salieron Colmenares y Moreno, quienes eran pareja, buscando, supuestamente, un perro caliente.
De ahí en adelante, el caso se centra en aclarar los hechos de las siguientes 16 horas, hasta las 9:00 p.m. de ese día, cuando un grupo de bomberos encontró el cuerpo sin vida de Colmenares en el caño del parque El Virrey, ubicado a cinco cuadras de la discoteca. A medida que avanza la serie se le van agregando hechos a la historia, pero se evidencia la dificultad de retratar un caso que se ha extendido por casi nueve años en solo ocho capítulos por la falta de datos que la familia considera son indispensables.
La producción está al nivel de las series de Netflix, pues la imagen, a pesar de tener muchas escenas en la noche, es muy buena y además tiene la característica especial de generar suspenso al final de cada capítulo lo cual engancha a la audiencia para que vea los ocho capítulos de corrido.
Falló la producción con algunos elementos de la ambientación de la época en la que se dieron los hechos, pues todos los personajes tienen teléfonos inteligentes que no existían en el 2010, y en la escena en la que Colmenares entra a la discoteca, ponen canciones que no tienen más de un año de antigüedad, por lo que es imposible que hubieran sonado en ese momento.
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A pesar de que Netflix no se casó con ninguna versión, ni ahondó en hechos incómodos como el de los falsos testigos que afectó la credibilidad de la fiscalía, hacia el final se dejan entrever detalles que hacen pensar lo que hasta este punto ha sido impensable: que la versión del accidente puede haber sido posible, aunque la Fiscalía haya dicho lo contrario. Se muestra cómo esta versión fue sostenida por una investigación del periodista de la Revista Semana, Jose Monsalve, que fue el primero en entrevistar a Laura Moreno y que finalmente, escribió el libro “Nadie mató a Colmenares”, en el que se inspira la serie.
Con lo que si cumple muy bien el producto es con mostrar la falta de profesionalismo con la que las instituciones y las personas encargadas de investigar el caso hacen su trabajo, pues fue finalmente una cadena de errores, en las labores de las personas que representan la ley en el país, lo que dio paso para que Laura Moreno y Jessy Quintero, las dos personas acusadas por ser las únicas que conocen la verdad, fueron excarceladas.
Por eso es que la serie, por más de que muestre los hechos es una cita con la indignación. Una pelea con lo que se cree que es la realidad, pero que no es posible de probar. Los abogados tomaron postura a partir de la negligencia de los bomberos que no hicieron la primera revisión del túnel de manera completa, la falta de cumplimiento de los estándares internacionales del forense Máximo Alberto Duque Piedrahita, quien dictaminó en Octubre del 2011 que el joven había muerto después de sufrir varios golpes en la cara y que favoreció la hipótesis del segundo fiscal del caso que se basó en que existió un complot de niños ricos para ocultar la verdad de los hechos.
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Es por eso que se demuestra la falta de rigurosidad en el proceso. La investigación insuficiente, que fue abierta un año después de la muerte, con más de tres fiscales con opiniones diferentes y la participación de los abogados más influyentes del país, es la razón por la que nueve años después, la mayoría del país sigue indignado.
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