Sakura Kinomoto liberó por accidente unas cartas mágicas que encierran diversas hadas y demonios capaces de acabar con el mundo. Su misión, de acuerdo con Kerberos, un pequeño tigre alado guardián, es capturar de nuevo cada uno de estos seres sobrenaturales y devolverlos al lugar del cual nunca debieron salir: El libro Clow.
FOTO tomada por Sebastián Cote
La Cazadora de Cartas recibió, entonces, unas alas de ángel que despliega cuando desea volar, y el exclusivo Bastón Estrella: un báculo mágico capaz de encerrar cualquier ser de oscuridad en una carta mediana. Este es el mundo del Cosplay (costume player).
Lo cierto es que esta Sakura se creó a sí misma. En las noches del mes pasado dedicó hasta tres horas de su sueño para confeccionar el traje rojo japonés. A base de cartulinas coloridas creó el bastón mágico, cuya cabeza se equilibra con el dedo índice pues ya se ha ido despegando. Además, la Cosplayer tiene una peluca exacta a la del anime japonés Morio Asaka, transmitido por Cartoon Network, en Latinoamérica, a principios del milenio.
“Cosplay no es un disfraz” me contestó furiosa la famosa Misty, de Ciudad Celeste, de Pokémon, cuando indagué sobre el tema. Por eso a Karla Juliana García Torres, de veintitrés años y residente del barrio Comuneros, se le trata de Sakura mientras esté vestida de Sakura. Y se le llama Yuna, Asuna, Pikachu o Luka Megurine, dependiendo del personaje del mundo manga, o anime, que esté interpretando.
“Mi objeto favorito es un Hello Kitty que me regaló mi mejor amiga del colegio”. El obsequio hace parte de una atmósfera que se interrelaciona en su cuarto, junto a dibujos manga y prendas de ropa cosplayer.
Por esta misma época mientras estudiaba en el colegio Hermanas Misioneras de la Consolata, se interesó por primera vez en el mundo Otaku (personas aficionadas al anime o manga).
“En el colegio teníamos nuestro grupito de amigas, que nos gustaban las cosas frikis. Todo eso de los grupitos raros. Digo que es raro porque es la gente puntual, que sabes que solo les gusta eso”. Como fiel aficionada, puede nombrar más de una veintena de animes que disfrutó de niña, y que ahora puede interpretar siendo adulta. “Toca hacer Cosplay como para imaginárselo” afirma como si algo mágico pasara cuando viste sus personajes.
Karla Juliana, sin embargo, vive una situación poco parecida a sus historias de fantasía. Cumple horario de oficina en una agencia de turismo donde realiza sus prácticas profesionales. Cuando llega a su casa, su mamá Ligia Torres, la recoge acompañada de un silbato que alerta a la comunidad de atracos. En estos dos mundos coexisten Sakura y Karla.
Por eso, le huye a la vida normal, la de corbata y maletín. Mientras las ejecutivas usan medias veladas y tacones, ella viste medias de gatito y maleta de unicornio, inclusive para ir a la oficina. De ahí que Sakura sea uno de sus personajes favoritos, pues de día va al colegio y de noche conjura magia por el bien del mundo.
Además, Sakura, en el anime, es cantante como Karla en la vida real. La joven Cosplayer es vocalista de Soryu Band, agrupación que le debe su nombre a uno de los buques japoneses que atacó Pearl Harbor en la Segunda Guerra Mundial. La banda toca clásicos como Mi corazón encantado de Dragon Ball GT o Si tú lo deseas de Digimon, canciones que hacen llorar a cualquier millennial que, en su infancia, daba la vida por ser un Súper Saiyajin.
FOTO tomada por Sebastián Cote