Por Andrés David Pineda y Laura Isabella Ramírez // Periodismo digital
Tras un año del inicio de la pandemia en Colombia, las bibliotecas públicas de Bogotá continúan transformándose y adaptándose para ofrecer sus servicios a las personas de todas las localidades de la ciudad.
Las bibliotecas públicas son espacios para el fortalecimiento del conocimiento y la cultura de la sociedad. Estos espacios ponen a disposición de todos los ciudadanos libros, computadores, talleres y otros medios culturales, sobre todo en aquellos lugares donde las personas no tienen los recursos para poder acceder íntegramente a la información.
Sin embargo, el confinamiento nacional obligó a que estos espacios estuvieran cerrados desde el 20 de marzo. Por esto las bibliotecas tuvieron que buscar estrategias para reinventarse y continuar brindando sus servicios a la comunidad de manera virtual y, desde el 1 de septiembre, de forma presencial.
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La Red Distrital de Bibliotecas Públicas de Bogotá (BibloRed) cuenta con 132 espacios de lectura por toda la ciudad: 12 bibloestaciones, que se encuentran en las estaciones y portales del sistema de transporte masivo Transmilenio; 95 paraderos para libros para parques (PPP), presentes en todas las localidades de la ciudad; Biblomóvil, que recorre la ciudad, y los únicos espacios que se mantienen activos durante la pandemia: las 24 bibliotecas públicas de toda la ciudad.
La importancia de las bibliotecas públicas
La importancia de mantener estos servicios activos radica en que Colombia es uno de los países donde menos se lee en la región latinoamericana, con un promedio de 2.7 libros al año por persona —frente a 5 que leen en países como Argentina o Chile—. Por esto, cerrar estos espacios y no brindar el servicio puede aumentar estas tasas, pues no es fácil acceder a todos los materiales y servicios que allí se albergan.
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Asimismo, el aumento de la preocupación por la salud mental en el país durante la pandemia nos permite concluir que estos espacios son una alternativa para la ansiedad de permanecer en aislamiento todo el tiempo. Los niños, jóvenes y adultos van a hacer trabajos, leer, compartir con personas cercanas y acceder a reuniones virtuales de estudio o trabajo desde cualquiera de los computadores. Estas bibliotecas también brindan espacios y recursos para la población en situación de discapacidad y, a su vez, las personas recluidas en entornos carcelarios.
Las medidas que se tomaron
El confinamiento hizo que Biblored buscara alternativas para continuar llegando a la población que necesita sus libros y actividades culturales. Según Martha Lucía Delgadillo, auxiliar de la biblioteca pública El Tintal, la alternativa más importante tras la contingencia del COVID-19 fue el préstamo a domicilio, con el que, sin ningún costo, los usuarios pueden pedir los libros hasta la puerta de su casa (y ser recogidos allí mismo). Al inicio de la pandemia, solo se prestaban 4 libros por persona, pero ahora existe la posibilidad de acceder a 9 materiales por 20 días, que se pueden renovar hasta 5 veces.
Asimismo, desde el mes de abril los eventos culturales fueron trasladados a la virtualidad. Esto ha permitido alcanzar a las personas de la ciudad y de todas las regiones del país; han sido pocos los eventos presenciales y requieren de preinscripción. Y, precisamente, con la vuelta al servicio presencial, las medidas debieron reforzarse.
Según Alejandro Flórez, coordinador general de la biblioteca Virgilio Barco, la Secretaría de Educación y el Ministerio de Salud validaron protocolos que los obligan a mantener una sola puerta de entrada y una de salida, donde los visitantes son rociados con alcohol antes y después de usar el material. También se dispusieron lavamanos con los que los usuarios deben higienizarse cada vez que se muevan por el espacio. El tapabocas y el distanciamiento social son obligatorios en todos los espacios de las bibliotecas.
Los libros prestados a domicilio deben permanecer en cuarentena durante 14 días, y los que son usados en las instalaciones permanecen separados por 3 días. Además, la biblioteca El Tunal Gabriel García Márquez y la Virgilio Barco han adquirido, desde hace dos meses, un dispositivo de esterilización que permite que la desinfección sea instantánea, por lo que allí continúan prestándose revistas y periódicos con mayor normalidad. Sin embargo, como precaución, los auxiliares de las bibliotecas limpian los libros constantemente con alcohol.
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Biblioteca pública Virgilio Barco
Este lugar alberga cerca de 150 000 volúmenes, y ha vuelto a implementar actividades culturales de forma presencial: cineforos, lecturas a viva voz y actividades de mediación de lectura a viva voz. Además, mantiene abiertos espacios como la sala general y la sala infantil, pero continúan cerradas la ludoteca, la bebeteca y los salones, para no promover lugares donde se pueda romper el distanciamiento social (sobre todo el de niños).
Según Alejandro Flórez, su coordinador, antes del confinamiento recibían entre semana a 500 o 1000 personas, y los fines de semana, a 2000 o 3000. Con la apertura durante la pandemia, esta población ha disminuido a 300 o 500 entre semana y de 900 a 1000 los sábados y domingos. “No estamos en las cifras de antes, pero lo cierto es que cada vez de forma más gradual la gente está asistiendo de nuevo”, dice Flórez.
También se ha reflejado el cambio generacional de asistentes a la biblioteca, pues, según dice, durante la pandemia se ven más que todo estudiantes y grupos jóvenes; los adultos mayores, quienes más usaban el servicio de internet, han dejado de asistir tanto. Ha crecido a su vez la presencia de niños, pues, según el coordinador, “en la sala infantil, durante los fines de semana, nos vemos obligados a cerrar y evitar que más gente entre porque se completa el aforo”.
Biblioteca pública El Tintal Manuel Zapata Olivella
La biblioteca El Tintal cuenta con cerca de 90 000 títulos: 20 000 en la sala infantil y 70 000 en la sala general. Esos dos espacios se encuentran abiertos, junto a la sala de computadores para niños, la sala de distrito gráfico —donde se encuentran cómics y otros títulos visuales— y la sala audiovisual. Actualmente están cerrados la ludoteca para niños, el auditorio y la hemeroteca —las revistas y periódicos, que se actualizaban a diario, fueron retirados por ser una fuente de contagio—.
Según Jaiber Duarte, jefe de sala, antes alcanzaban a los 1000 usuarios los fines de semana; ahora llegan a los 400 o 500. Para él, uno de los problemas de la pandemia es que no a todas las personas les gusta seguir los protocolos, por lo que tienen que estar muy pendientes de que se cumplan las medidas.
Biblioteca Pública del Tunal Gabriel García Márquez
En la actualidad cuenta con 88 514 elementos, entre libros, material audiovisual, libros electrónicos y dispositivos electrónicos. Sin embargo, debido a la pandemia, no se están prestando los dispositivos electrónicos como portátiles o tabletas, ya que no pueden pasar por el esterilizador para su desinfección. Aunque la sala de internet continúa funcionando, también tiene sus medidas de bioseguridad; por ejemplo, para mantener el distanciamiento social, hay un computador deshabilitado en medio de dos usuarios y cada vez que un usuario termina el uso del ordenador, los trabajadores de la empresa de servicios generales limpia todo el cubículo.
Comparada con la biblioteca Virgilio Barco y la biblioteca del Deporte, donde forran debidamente los periódicos y las revistas para posteriormente desinfectarlos, en la biblioteca El Tunal no cuentan con este protocolo de bioseguridad y el material se mantiene en las estanterías.
Según Doris Benito, profesional de servicios de la biblioteca pública El Tunal Gabriel García Márquez, “el aforo ha bajado un montón, aquí en un día había alrededor de 1200 visitas, y, aunque ahora la cantidad es considerable, recibimos cerca de 500 a 600 visitantes por día”. En cuanto al grupo poblacional que más asiste a esta biblioteca, se trata de los adultos y la tercera edad, aun cuando los niños eran quienes más visitaban la biblioteca antes de la pandemia. Para Benito, esto se debe a que “muchas personas y padres de familia aún creen que las bibliotecas están cerradas o son un foco de contagio”.
Biblioteca Pública del Deporte y la Actividad Física
La biblioteca ofrece una colección de 3135 volúmenes, entre revistas especializadas, videos, juegos interactivos y recursos digitales relacionados con la historia deportiva. El espacio contribuye a la promoción de la cultura deportiva bajo la diversidad, la participación y la sana convivencia. En este lugar también manejan los 14 días de cuarentena para los libros que llegan y 3 días para aquellos que circulan entre los usuarios dentro de la biblioteca. Aquí cuentan con un protocolo esencial: plastificar periódicos y revistas para facilitar la tarea de limpiar constantemente el material.
De acuerdo con Angie Torres, coordinadora de la biblioteca del Deporte y la Actividad Física, una particularidad de este lugar es que reciben a muchas instituciones que hacen parte de la Secretaría de Integración Social, en especial a grupos de jóvenes y niños que presentan discapacidad cognitiva o habilidades diversas. Esto sucede en vista de que hay un alto número de organizaciones aledañas a la biblioteca que atienden y acogen niños con discapacidad.
El 1 de septiembre, luego de 10 meses de confinamiento, las bibliotecas públicas de Bogotá regresaron con todos los protocolos de bioseguridad necesarios y algunas restricciones horarias. Las bibliotecas Julio Mario Santodomingo, El Tintal, El Tunal, Virgilio Barco y Carlos E. Restrepo abren de martes a sábado, de 8:00 a. m. a 8:00 p. m., y los domingos de 9:30 a. m. a 5:30 p. m. De igual modo están habilitadas las bibliotecas locales, de martes a sábado desde las 8:00 a. m. hasta las 5:00 p. m., excepto los domingos. La medida del pico y cédula no aplica en las bibliotecas públicas, y el esquema 4x3 de la Alcaldía las restringe a prestar solo servicio a domicilio (consulte la programación de Biblored).
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