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Un barrio rojo pero rojo pasión y orgullo

Por Angie Tatiana Rodríguez Bernal // Fotoperiodismo


El barrio Santa Fe ha sido transformado por experiencias como Barrio rojo y otras actividades del Castillo de las Artes. Por medio de expresiones artísticas, se han renovado y reapropiado los imaginarios que tienen las personas de estos espacios antes marginados.

Fachada del Castillo de las Artes. Fotografía tomada por: Angie Rodríguez

El pasado 15 de octubre, la experiencia Barrio rojo: disidencia artística desde el barrio Santa Fe se tomó el Castillo de las Artes, en Los Mártires, en Bogotá. Durante el evento se realizaron actividades como la preparación de una olla comunitaria; la transformación de botellas en faroles, liderada por la Universidad de la Basura; la presentación de Madorilyn Crawford, y el performance de baile de Les Monstruosidades Guerrilleras. Otro de los participantes fue Lumendo Art: “Nosotros [...] aportamos a la fachada del Castillo con una obra lumínica que con el cambio de luces refleja imágenes. Este espacio también fue el escenario de las bailarinas que se presentaron”.

 
 

Esta franja se creó con el fin de destacar a artistas diversos y potenciar los conceptos de arte transdisciplinar y transgresor, con especial énfasis en el arte de la comunidad LGBTIQ+ y otros disidentes sexuales. Pedro Mendoza, diseñador de experiencias interactivas y productor audiovisual, afirma que Barrio rojo nació de la creencia en que lugares marginados como el Castillo también pueden ser escenarios de arte, música y video: “Creemos que estos barrios rojos pueden transformarse en un elemento cultural bien interesante”.


Este es un sentimiento que comparten otros participantes y promotores del lugar. Por ejemplo, Daniel Pineda, docente de voguing del Castillo y participante del show de Les Monstruosidades Guerrilleras, afirma que la danza puede ser un método de cambio. Para él, el cuerpo es político: “El cuerpo dice todo lo que quiere, y conectarlo con el arte permite conocer y empoderarse de sí mismx. Porque, al final de todo, la danza es cuerpo”, afirma Pineda.

El Castillo de las Artes, que operó como un prostíbulo hasta 2017, volvió a abrir sus puertas en diciembre de 2020 con el fin de resignificar, construir y transformar espacios, realidades e imaginarios por medio del arte. De ahí que todos quieran demostrar que este es un espacio propicio para artistas urbanos, transformistas y colectivos que resisten a muchas violencias. Para Andrea Correa, líder de la fundación Las Locas, enfocada en mujeres transgénero y cisgénero trabajadoras sexuales mayores de 50 años, “es a través del arte y la cultura que podemos visibilizar y reivindicar los derechos en un espacio que es de participación e integración para cada una de las personas”.

Este lugar es el primer centro de arte, cultura y memoria abierto 24/7 en Bogotá. Allí, no solo se han realizado y promovido experiencias como la de Barrio rojo, sino también procesos de cartografía social, laboratorios de creación y talleres de danza, dibujo y fotografía, entre otros. “Es muy bonito ver que acá hay labores sociales todos los días. Estamos contentos de ser parte de estas tomas culturales del Castillo, pues sabemos parte de su historia. Ahora es un lugar que está dedicado a las artes”, concluye Sergio, organizador de la experiencia.

 
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