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Colombia en 2021: enferma y bajita de pulso

Por: Kevin Ramírez// Redacción Directo Bogotá


Si los países, adoloridos, pudieran visitar el hospital, Colombia nunca saldría de allí. Como revelan encuestas recientes del Dane, permanecería allí con más heridas que cicatrices, enferma y aceptando por fin que de “segundo país más alegre del mundo” no tiene nada.

En Colombia el panorama pinta mal para 2021. Foto: Pixabay

Como se percibe en la encuesta Pulso social, realizada por el Dane en enero de 2021, las situaciones económica y social de Colombia atraviesan un desacelerado ritmo cardiaco tras un año de pandemia. Se trata de una crisis existencial muy similar a la producida por nuestra eliminación del Mundial a manos de Brasil: el 73,8 % de los 11 644 encuestados considera que la situación económica del país ha empeorado. Además, para seguir trasquilando esta oveja, el 45,7 % piensa que la economía a futuro se mantendría de igual manera, es decir, jodida.


Por mi lado, me arriesgaría a decir que estará más embolatada que durante diciembre, pues más de la mitad de los encuestados (69,7 %) no tiene la capacidad adquisitiva de hace un año para comprar ropa ni alimentos, ni mucho menos para un electrodoméstico (86 %) o un carro (97,6 %). Así que tocó seguir usando como pijama la camiseta de algún delfín político quemado y montando en transporte público —ese que, con la pandemia, registró una percepción de inseguridad del 79 %, según la Cámara de Comercio de Bogotá—.

Así pues, vivir en el país del Sagrado Corazón está complicado no solo por la realidad revelada por la pandemia. Lidiar también con comentarios como “el que es pobre es pobre porque quiere” produce más que un retorcijón en vista de las tasas de desempleo de enero: un total de 4,2 millones de personas, casi el doble de habitantes que tiene Medellín. A esta cifra añadámosle la brecha de género: por cada hombre que salió de la ocupación, cuatro mujeres lo hicieron, según Juan Daniel Oviedo, director del Dane.


Lo anterior problematiza aún más el panorama para la mujer, que, además de ser la más preocupada por un posible contagio de coronavirus (con un 44,7 %), afronta, comparada con los hombres, la sobrecarga tanto en su trabajo (32,3 %) como en las tareas domésticas (32,1 %). Asimismo, en ciudades como Bogotá, 8 de cada 10 mujeres sienten que la inseguridad ha aumentado al menos un 20 % este último año —y con ella los feminicidios, la violencia contra las mujeres y la violencia intrafamiliar—.


A la luz de todo esto, nos obligamos a ver a Colombia no solo como un paciente del viejo hospital de los muñecos, sino también como un ser que necesita atención psicológica. La encuesta no miente: las personas se han sentido preocupadas, solas y tristes, y el 68% de los jóvenes bogotanos presentan diferentes niveles de depresión, según una encuesta de la facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana realizada durante la pandemia a 1000 personas de entre 18 y 24 años.


En conclusión, podría decirse que Colombia está en las últimas: ni aplicándole adrenalina se le subiría ese “pulso social” que tiene a más de uno pensando en irse del país por el riesgo —no solo el de “querer quedarse”, sino el de la calidad de vida—. Como aquí solo adoran a los extranjeros y a los muertos, los vivos pasan a ser solo una cifra más…: ese es el verdadero “realismo mágico”.

 

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