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En la FILBo se enseña cómo tener éxito con la literatura

Por María Alejandra Juliao Castillo // Periodismo cultural


"Crear contenidos literarios" y "¿Cómo escribir una novela y no morir en el intento?" fueron dos eventos de la Feria Internacional del Libro de Bogotá en que se respondieron las dudas de aquellos que desean incursionar en la literatura. Aparentemente sí puede vivirse de lo literario, y vivir disfrutándolo.

Eduardo Otálora Marulanda desde su casa en el taller Contenidos Literarios de la FILBo. Imagen: captura de pantalla FILBo

“Es complicado hacer un taller, dialogar o hacer algo práctico en Internet”: así comenzó Eduardo Otálora Marulanda su charla sobre contenidos literarios en la 33ª Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo). A las nueve de la mañana del domingo 8 de agosto, Otálora, filósofo y magíster en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional, se opuso a dar un taller que respondiera netamente al paso a paso. En cambio, habló sobre su pasión y ocupación: la literatura. Su visión de este tipo de arte no se limita al lápiz, pues la hora completa de su “taller” aborda también su experiencia en la producción de contenidos literarios sonoros para la Radio Nacional de Colombia.


“La literatura vive en los libros, pero lo literario puede estar en otros lugares”, dice Otálora bajando la mirada y sonriendo levemente en un momento de inspiración que lo acerca a la audiencia. Sus gafas grandes y cuadradas de marco negro reflejan, de vez en cuando, la pantalla de su computador y los comentarios de algunos de los 24 asistentes conectados. Son pocos quienes interactúan con algo más que un saludo, pero Otálora está tranquilo y cómodo. Viste un buzo de color azul majorelle, y, detrás suyo, su estantería de libros contrasta con el resplandor de una mañana típica, nublada y fría, de la capital.

Lo más importante para Otálora, autor de novelas galardonadas como Madolia y Donde habitan las palabras, es que el trabajo en Radio Nacional le ha mostrado caminos diferentes para acercarse a la literatura: para darla a conocer y crearla. Cuenta con orgullo cómo surgió su primer proyecto, La expedición Vorágine: un recorrido por la obra de José Eustasio Rivera cuyo enfoque era la forma en que las personas en Colombia vivían y recordaban La vorágine. El nuevo equipo de Radio Nacional emprendió un viaje en el que la literatura dejó de habitar un espacio cerrado y lo impregnaba todo; recorrieron el país en busca de los lugares en donde Rivera vivió y escribió; también de los territorios sobre los que habló en su obra más reconocida.


Durante este especial sonoro, Otálora recogió voces y testimonios, pero no fue suficiente. La meta era grabar sonidos y ambientes que transportaran al oyente a los lugares; que quien escuchara sintiera que estaba en medio de la selva o de los Llanos. Esto, entonces, apuntaba a que, según él, la audiencia “se metiera en la historia; se sumergiera en ella haciéndola propia, para que salieran convertidos en otra cosa”. En otras palabras, los sonidos formaron parte de una experiencia de creación de un mundo ficcional en el que el oyente pudiera habitar y creer. Se trató de una nueva forma de hacer literatura.


Ya falta poco para las diez de la mañana, y la charla se acerca a su fin. Las preguntas en el foro aumentan, pero todas se refieren a lo práctico, al cómo. A preguntas como “¿cómo enganchar con literatura en podcast?” o “¿cómo interesar a un público joven?”, Otálora respondió: “Nos interesa la literatura. A uno le tiene que gustar, porque no tiene que producir informaciones, sino crear experiencias”. Y así terminó su taller.


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Dos días después, a las seis de la tarde, empezaba otra conferencia. Eran diferentes participantes, y se reiteraba la idea de Otálora, pero con mayor atención al cómo. La charla titulada ¿Cómo escribir una novela y no morir en el intento? estuvo a cargo de Quillango Editores. En ella, hicieron las veces de ponentes Andrea Figueroa, directora de la editorial, magíster en Creación Literaria, docente y escritora; Diego Caballero, literato y autor de Como piedra en el agua, y José Luis Peña, filósofo, literato y autor de Ecos de Terra.


Si algo queda claro de ambas charlas es que lo importante en la literatura es lo interno, lo que mueve al ser humano a escribir, y que la preocupación por el éxito es secundaria; lo importante es hacerlo bien. Todo inició con “¿Así se que quiere ser escritor”?, un poema de Charles Bukowski cuyo mensaje es que la escritura debe brotar del interior, de un deseo inexplicable que quema y lleva a crear de otra manera. Según Bukowski, no se es escritor, porque la técnica no lo es todo.


La conversación inició con las dificultades más comunes a la hora de escribir. Caballero, de tono exaltado y proclividad por los términos en latín, afirma que hay dos tipos de dificultades: las externas o sencillas de resolver, como el tiempo para escribir y el temor a la página en blanco —que pueden solucionarse utilizando los trayectos del Transmilenio y jugando con el lenguaje para llenar la hoja vacía—; y (como él los llama) “los demonios internos” o verdaderos problemas: “Es esa voz que molesta y te dice: «¿Será que sí lo dijiste todo?; ¿lo hiciste bien?»”.

 
 

Por un lado, Peña se refiere al tema de la creación, que, según él, radica en el conocimiento. Su vocación de escritor fue trabajada, pues solo se atrevió a crear mundos y dimensionar distintos cosmos cuando ya había leído a Juan Rulfo, William Faulkner y Gabriel García Márquez. Para Peña, “hay que conocer antes de escribir. […]. Lo que inspira es el conocimiento”. Por otro lado Andrea Figueroa asegura sobre la inspiración que “no es sentarse, abrir el computador y escribir”. Esta editora encuentra inspiración en charlas, en lo que lee, en sus experiencias y hasta en la música.


Entonces Caballero activa su micrófono y se ríe con sarcasmo: “La inspiración no existe, es una ficción. No hay inspiración; hay trabajo. Robamos imágenes y experiencias del mundo, de quienes nos rodean y de lo que conocemos, y luego solo existe el trabajo”. Y complementa Figueroa: “Yo creo que no solo estamos robando, sino absorbiendo. Si yo robé experiencias y estoy contando una mentira, que sea el lector el que decida si me cree o no; es el arte de la ficción planteada con verosimilitud”. Todo gira en torno a este pacto ficcional, un trato de convencimiento entre el autor y el lector.


"Dos de los participantes de la charla: Andrea Figueroa (arriba) y Diego Caballero (abajo). Foto: captura de pantalla FILBo"

A un par de minutos de las siete. Andrea Figueroa recuerda que no han hablado de los temas o ideas de las novelas. Entonces menciona a Julio Cortázar y a Jorge Luis Borges, de quien destaca la frase: “Ya todo está escrito: amor, vida y muerte”, y asegura que lo importante es el tratamiento y el enfoque que se les dé a esos temas. Todos concuerdan con que la idea debe ser original, con la huida del lugar común. Para esto se sirven de una analogía entre el punto de vista y la narrativa cinematográfica: “Nos ubicamos en planos distintos” concluyeron.


Justo antes de cerrar el espacio la moderadora aconsejó: “No vean la escritura como algo extraterrestre que solo hacen las personas que tienen mucha experiencia. Utilicen sus experiencias, sus gustos, sus ideas, su conocimiento…, y camuflen todo”. Al final se trata de lo que está adentro. Hay que absorber de quienes nos rodean y de grandes escritores; hay que vivir las realidades que otros crearon para inventar las propias; hay que inspirarse en la vida, pero con mucho trabajo e innovación. La literatura, se concluye de estos eventos de la FILBo, implica crear una experiencia escrita, sonora o audiovisual que impregne totalmente la realidad de quien entra en contacto con ella. Ese es el verdadero cómo del éxito.

 
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