Por: Mariapaz García // Historia del periodismo
En la siguiente reseña de El oficio de opinar: quince años de periodismo crítico (2016), Mariapaz García reflexiona acerca de la labor periodística de Antonio Caballero y de la relación íntima y necesaria que existe entre el buen periodismo y la formación de la opinión.
Desde su concepción, el periodismo ha permitido siempre a todos iniciar una conversación sobre cualquier tema: medio ambiente, cultura... El periodismo construye, pues, varias esferas de opinión pública, pero esto no quiere decir que cualquier periodista o suceso sean apropiados para la construcción de dicha opinión pública o tema de conversación. Además, sin la opinión pública, el periodismo no tendría sentido: así como las conversaciones dependen del periodismo, el periodismo depende de los diálogos y sucesos públicos.
Quisiera abordar, a propósito, tres elementos importantes. El primero es el suceso del que se puede opinar: en este caso debería afectar a una gran población o ser polémico. El segundo es quien informa u opina de tal acontecimiento: siempre lo tendrá que hacer bien informado y desde un punto de partida, pues ser un buen periodista también implica investigar sobre lo que se escribe. El tercero es la forma en que se expresa el punto de vista: cuanto más inusual, más interesante hará al resto de elementos.
Concluí estas breves reflexiones tras leer El oficio de opinar, de Antonio Caballero, una recopilación de sus mejores columnas de Semana, SoHo y Arcadia. Estas lo abordan todo: la situación de Venezuela, los gobiernos en Colombia, el conflicto armado, Andrés Pastrana, el atentado del 11 de septiembre de 2001 y otros temas, como la injusticia racial en los Juegos Olímpicos, la tauromaquia, entre otros. Cuanto más avanzaba, más me conflictuaba lo que decía Caballero: no porque estuviera completamente de acuerdo o no, sino porque lo que decía era, en parte, verdadero. El libro demandaba de mí una posición frente a cada tema y cumplía lo que el mismo título promete: construir una opinión.
Esto ocurrió con la columna “A tumba abierta” (Semana, 2013), en que Caballero analiza el fallecimiento del expresidente de Venezuela Hugo Chávez y las atrocidades de su “socialismo moderno”. Tras leer esta columna, empecé a pensar que Venezuela nunca estuvo estable cuando Hugo Chávez vivía, pero que sí lo estaba si la comparamos consigo misma bajo la dictadura de Nicolás Maduro. Caballero usa burlas que sitúan en un contexto; también hace del tema una oportunidad para construir opinión pública desde su opinión personal. Este artículo es el claro ejemplo de lo que debería hacer el periodismo: provocar una reflexión, cuestionar e ir más allá de la opinión de quien relata.
Y no quisiera pasar por alto el buen ejercicio que hace Caballero con sus caricaturas, con las que también construye distintas opiniones. Una de sus ilustraciones puntuales invita, por ejemplo, a pensar la corrupción, tema eterno en Colombia. Dicha caricatura suscita la siguiente reflexión: si no hay políticos por quien votar —pues están en la cárcel—, entonces no puede haber candidatos para postularse. Por ende, Antonio Caballero demuestra que una imagen, sí vale más que mil palabras: conmociona generando una opinión.
Estos dos ejemplos demuestran que las críticas de Caballero no buscan aportar soluciones, sino exponer realidades, que a su vez motivarán la búsqueda de soluciones a los problemas planteados. Si lo anterior no sucede, al menos brillará una nueva luz sobre lo expuesto. La crítica de Caballero puede ser constructiva, pues cambia el punto de vista en pos de solucionar la situación exponiendo la opinión en la esfera pública, o destructiva, pues provoca en el lector una descolocación de lo que creía verdadero. Como diría Ryszard Kapuściński: “El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”.
Asimismo, desde el contexto de cada columna, Caballero contextualiza hechos históricos que amplían un poco más el ejercicio de opinar; entonces, pude inferir que algunos de los sucesos descritos significaron mucho y construyeron distintas opiniones. Esto lo demuestra la columna sobre el 9/11: Caballero critica duramente a George W. Bush por iniciar una guerra sin fundamento contra Irak. Esto implicó un show mediático propiciador de odio a los árabes y xenofobia por parte del presidente norteamericano. Así que Caballero recuerda las malas y buenas decisiones de la historia y sus efectos en nuestro tiempo.
Recomiendo El oficio de opinar, pues invita a que cualquiera opine con base en la opinión del autor, sin importar si quien lee comparte o no dicha opinión. Asimismo, el libro fortalece aquella conversación de la que el periodismo depende tanto, aquel “voz a voz” que cada individuo utiliza para fortalecer su esfera pública y privada. No cualquier periodista ni suceso dan de qué hablar; sin embargo, Caballero logra que cada quien construya un punto de vista frente a un tema que involucra a la gran mayoría; logra que se vuelva un tema para cualquier conversación. El oficio de opinar es un texto que fortalece el diálogo entre individuos y resalta las consecuencias que se obtienen de ejercer un buen periodismo.
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