Por: Winston Manrique Sabogal // Periodismo Cultural
Piedad Bonnett, Héctor Abad, Pablo Montoya, Evelio Rosero y 10 autores más analizan el estallido social de Colombia. Directo Bogotá reproduce este reportaje publicado inicialmente por WMagazín, por ser de máximo interés.
Indignación, preocupación, respeto de los derechos humanos, no a la violencia y llamado al diálogo son cinco de las ideas capitales en los análisis de los escritores colombianos ante el estallido social que vive Colombia desde el 28 de abril de 2021.
WMagazín invitó a autores colombianos a crear un retrato de la realidad del país como una manera de comprender mejor la situación. La misma que el 5 de mayo The New York Times describía en el comienzo de su crónica así:
“Un adolescente asesinado a tiros después de patear a un oficial de policía. Un joven sangrando en la calle mientras los manifestantes gritan pidiendo ayuda. Agentes de la policía disparando contra manifestantes desarmados. Helicópteros sobrevolando en lo alto, tanques recorriendo los vecindarios, explosiones resonando en las calles. Una madre llorando por su hijo”.
La siguiente es una selección de ideas expresadas por once escritores colombianos en WMagazín:
Héctor Abad Faciolince: “Si se usa violencia en las manifestaciones, la gente de la derecha, la extrema derecha, la gente que cree que siempre hay que responder con fuerza, va a acentuar su argumentación de la respuesta violenta y la va a justificar. (…) El diálogo y la protesta deben ser pacíficas”.
Piedad Bonnett: “Siento también indignación frente a la brutalidad policial que, por lo general, queda impune, y tristeza por los enormes destrozos en las ciudades, que terminan afectando a las mayorías. No soy muy optimista sobre el futuro, ni creo que el Gobierno aproveche esta crisis para hacer reformas”.
Giuseppe Caputo: “El Paro es la transformación de esa rabia y desesperación en acción política y clamor urgente de vida”.
Federico Díaz-Granados: “Los jóvenes que ven el precario sistema pensional y de salud de sus padres saben bien que el futuro que les espera es menos esperanzador. Salieron a las calles porque sienten más peligroso un Gobierno sin liderazgo y al que no le creen que al mismo virus”.
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Sara Jaramillo Klinkert: “La violencia ha estado tan presente en el país que todos, incluida yo, terminamos por normalizarla. Por eso marchamos hoy los colombianos. Hemos perdido tanto que ya no nos queda más que perder. Necesitamos recordarnos a nosotros mismos que ni la violencia, ni la desigualdad, ni la corrupción ni la represión son cosas normales”.
Pablo Montoya: “¡Colombia ha despertado! Colombia ha despertado de su sopor y, por fin, está desbordada. Su sociedad civil no aguanta más la crisis sin solución. La pandemia solo ha hecho visible estas inmensas grietas de múltiples rostros. Desigualdad social, desaparición forzada, exterminios políticos, desplazamiento interno, sistema de salud deplorable, impunidad, corrupción, represión por parte de ejércitos estatales y paraestatales, Estado permeado por el narcotráfico y el paramilitarismo…”.
María Ospina Pizano: “Yo solo puedo expresar la súplica urgente, mejor dicha por otrxs antes que yo, de que la única salida es acoger a lxs demás en la enunciación de la palabra y encontrarnos en el acto de escuchar. Sin armas. Ya se logró eso con el Acuerdo de Paz del 2016, aunque hoy sintamos que fue solo a medias. (…) El mensaje es que el Gobierno no tenga miedo de dialogar con el pueblo. (…) El diálogo debe ser con los que no han tenido voz”.
Evelio Rosero: “El asunto aquí es derrumbar la estatua, cualquier estatua, que es como un símbolo del poder contra el que se protesta. Y más si ese poder es atrabiliario, torpe, contenedor de toda la estupidez humana, del egoísmo de clase, el robo al país y sobre todo la imposición de la muerte a todos los que se opongan”.
Lorena Salazar Masso: “Nos enseñaron a pintar una bandera de amarillo, azul y rojo, y a dibujar un escudo. Nos dijeron que Colombia era nuestro hogar, pero hace mucho tiempo que nos vienen sacando de casa: años de guerra en el campo y en la selva han obligado a muchísimas personas a desplazarse a la ciudad…”.
Marbel Sandoval Ordóñez: “Lo que quisiera es que esta hoguera, de la que también dije que es luz, cristalizara, por una primera vez, en acuerdos que se traduzcan en cambios reales que permitan la construcción de una realidad justa, equilibrada, con posibilidades para todos”.
Guido Tamayo: “El desgobierno colombiano y la larga tradición histórica de humillación han llevado al límite de la asfixia, en este año de la pandemia, al pueblo colombiano y principalmente a una generación que ve cómo el futuro se lo desean robar. Y no van a permitirlo. El presente es elocuente: hay que ver cómo las calles, las autopistas, el campo, los barrios, las veredas, los caminos del país, se han desbordado de indignidad y su desalojo va a ser muy complejo y criminal o concertado y razonable”.
El 8 de mayo el Gobierno empezó una mesa de diálogo. La situación entra en un momento delicado porque varias carreteras están bloqueadas, lo cual impide tanto el transporte y abastecimiento de alimentos en algunas ciudades y el desarrollo normal de la actividad económica y social así como el suministro de vacunas contra el COVID-19, según el presidente Iván Duque. Todo esto lo vive Colombia a menos de quince meses de las próximas elecciones presidenciales.
William Ospina, en su columna del domingo 9 de mayo en El Espectador, afirma que “Colombia necesitaba unirse, y nada une tanto como una desgracia común”.
El clamor y la incertidumbre de la juventud podrían ser representados por la imagen de una joven con tapabocas que sostiene en su mano derecha una vela encendida mientras en la otra lleva una pequeña cartulina que dice: “Mi mayor miedo es que esto pare y todo siga igual”.
Puede ver los análisis completos de los escritores en WMagazín
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