Por: Paula Andrea Medina Guerrero
“Y no te acercarás a una mujer para descubrir su desnudez durante su impureza menstrual”. Una reflexión de Jacquelin Sánchez sobre la menstruación.
FOTO: Imagen de Jill Wellington en Pixabay.
—Amiga, fíjate si estoy manchada.
—No lo estás.
—¿Segura?
—Sí, a ver camina un poquito más.
Camino y siento como un chorro recorre mi área vaginal. Mi sangre. Mi vergüenza. Mi castigo por ser mujer.
—No, estás bien.
Me alivia, puedo seguir mi rutina con tranquilidad.
Unos dicen que es cada 28 días, otros que depende de cada mujer, yo la verdad no tengo ni idea, soy “irregular”. A veces pienso que debí ser hombre. Lo único que sé, es que cuando ya me “va a bajar” mi cuerpo me avisa.
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La fase folicular
Esta es la primera fase del ciclo menstrual o también conocida como fase proliferativa; se trata de la preparación del cuerpo para el embarazo. Comienza con la hormona del estrógeno y entonces me pierdo. Durante este ciclo me siento con energía, con fuerza, la mujer maravilla. Con una libido hacia arriba. Con unas ganas de sentir a mi pareja. Me toco el cuerpo y mi piel es tersa, me miro al espejo y mi cabello brilla. Aprovecho para tomarme selfies.
La fase de ovulación
Con el surgimiento del estrógeno aumenta la hormona luteinizante, que provoca la ruptura de un folículo y la liberación de un óvulo. En esta fase estoy más propensa a concebir, pero debo actuar rápido. La fecundación debe ocurrir dentro de las 24 horas de la ovulación, de lo contrario, el óvulo se descompone. Mi cuerpo siente una punzada, “algo” me jala contra el lado derecho del abdomen. Mi flujo vaginal se convierte en un líquido blanquecino parecido a la clara de huevo. Los huevos con jamón son mis favoritos.
La fase lútea
Aquí suceden dos cosas: si hay embarazo, el óvulo pasa al útero, si no, la pared del útero se desprende a través del orificio vaginal. Esta etapa es la que más odio por toda la alteración hormonal. Empieza el síndrome premenstrual: dolor de mamas, abdomen inflamado, pies hinchados, granos en la piel. Dolor de espalda, de cadera y de piernas. Cansancio, poca concentración, irritabilidad, sueño cortado, cambios de humor, sensibilidad, llorona como la canción. Con un grado de antojos que pa’que te cuento: dulces, chocolates (kinder es mi preferido). Sabritas. Licuado de plátano.
Y empieza para muchas nuestro tormento. El periodo, la regla, “Andrés, el que te baja cada mes”. E inicia un nuevo ciclo menstrual. Todas las mujeres, o al menos el 75% de ellas, y yo padecemos este maldito síndrome. Los expertos relatan que es de sintomatología predominantemente somática y no incapacitante. Pero hay días en los que no quieres hacer nada. Ni siquiera pararte de la cama.
FOTO: Imagen de Ewa Urban en Pixabay.
Pero la cosa no termina ahí. Alrededor del 5 por ciento de las mujeres padece del Desorden Disfórico Premenstrual (DDPM). Afirman los médicos que este desorden es de sintomatología somática y trastornos del ánimo que incapacita de manera significativa a las damas. Entonces llevamos la de perder o tal vez las de ganar.
La menstruación como resultado de: ‘Loca’. Y de comentarios como: “Ya te va a venir la regla, ¿verdad?”, “¿Por qué estás chillando?”, “Mmmm las mujeres no aguantan nada”, “Ya estás de amargada”, “Si no aguantas eso, ¿cómo vas a tener un bebé?”, “Tomate una pastilla y listo”, “Haz ejercicio, no tomes refresco”. Haz, haz y no dejes de hacer. Pero yo solo quiero romper las reglas, sin embargo, esta regla me rompe a mí. Y cada mes se repite la historia.
“Cuando una mujer tenga flujo, si el flujo en su cuerpo es sangre, ella permanecerá en su impureza menstrual por siete días; y cualquiera que la toque quedará inmundo hasta el atardecer. También todo aquello sobre lo que ella se acueste durante su impureza menstrual quedará inmundo, y todo aquello sobre lo que ella se siente quedará inmundo” Levítico 15:19-23.
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