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Así fue la pandemia para los artistas plásticos

Por: Estefanía González Álvarez // Noticia


A pesar de las dificultades que el COVID-19 supuso para los artistas, el mercado se adaptó a la situación: la gente consumió y adquirió más arte para hacer más agradables sus espacios, y los artistas tuvieron tiempo para dar rienda suelta a su creatividad.

Este es el estudio del artista Alejandro Sánchez. Por Estefanía González

El coronavirus implicó retos para todas las actividades económicas, que debieron adaptarse a nuevas realidades para poder mantenerse a flote. Y los artistas plásticos, los brokers (corredores) y los curadores de arte no son la excepción. Ellos también tuvieron que adaptarse al cambio e idear nuevas formas de exponer y vender su arte durante la crisis, sobre todo con el sistema museístico paralizado. Sin embargo, a pesar de que el inicio parecía toda una tragedia, la virtualidad representó su mayor oportunidad.


Entre las soluciones económicas para las empresas corredoras de arte destaca el uso de plataformas digitales como medio para la exhibición y comercialización de las obras de sus artistas. Y, aunque en un principio el mercado se mostró reacio a este nuevo método, esta es una manera de comercializar arte que “llegó para quedarse”, como afirma Juan Felipe Guzmán, corredor y representante de artistas de la empresa Crónica Art. Este asegura que la fusión con la tecnología y la implementación de estrategias innovadoras, como los art rooms, han permitido incluso más cercanía con el espectador, comprador o coleccionista.


Los art rooms, una especie de galerías virtuales, ofrecen experiencias de 360 ° y tres dimensiones: no solo pueden apreciarse las obras, sino que también se habla de la inspiración artística de cada creador en la pantalla de cualquier dispositivo. Esta iniciativa dista de las galerías o exposiciones convencionales, donde, por lo general, poco se conoce sobre el trasfondo de la obra. En un futuro cercano, estas novedosas estrategias obligarán a las galerías, los marchantes y los corredores a disponer de la tecnología: los espacios digitales y la virtualidad no solo abrieron las puertas a muchos compradores antes no presentes, según cuenta Juan Felipe, sino que posibilitan mayor tiempo para la creación.


El COVID-19 como una oportunidad para crear


A lo largo de la historia, las crisis han propiciado nuevas creaciones. Así como grandes batallas han sido puestas sobre un lienzo o convertidas en esculturas, esta nueva crisis del coronavirus también ha sido fuente de inspiración. La creación refleja la percepción de los artistas sobre el mundo actual, que a su vez responde a las inquietudes de toda una generación. El común denominador es la asunción de las relaciones del ser humano tanto con el entorno como con los demás, ya que ambas están basadas en lógicas utilitaristas y de consumo que perjudican al medio ambiente y, a largo plazo, a los seres humanos.


Y es que el consumo desmedido e inconsciente acaba con los recursos que necesita la especie para vivir. Según cálculos del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), las industrias frenadas, la reducción en el número y frecuencia de vuelos en todo el mundo y la suspensión de grandes eventos deportivos, sociales y culturales tuvieron como consecuencia la disminución global de gases contaminantes en un 6 %, aproximadamente. Esto para algunos es una clara muestra de las relaciones tóxicas y erradas del ser humano con la naturaleza; se trata de un grito de auxilio de la Tierra que nos urge replantearlas.

 
 

Es el caso del maestro José Augusto Rivera, reconocido artista colombiano, quien asegura que “esta crisis se origina principalmente en una relación inapropiada entre todos los seres y la naturaleza; en una relación que salta por encima de las leyes de la naturaleza”. Por eso se dedicó a realizar la escultura La selva tropical, para visibilizar la realidad de la selva tropical colombiana, generar conciencia de su valor y auspiciar el compromiso humano de cuidarla, conservarla y contribuir a su desarrollo.


El maestro Rivera destaca también el hecho de que la crisis es una oportunidad para todos los ciudadanos de profundizar mucho más en los hechos. Es sobre todo el caso de los artistas, que tienen el privilegio de una mayor sensibilidad. La crisis es una oportunidad de mostrar la realidad a partir de elementos estéticos, aportar al análisis de los problemas y plantear alternativas esperanzadoras siempre —que busquen incluso trascender dicha crisis—.


Este artista habló también de su reconocida obra Ritual de reconciliación, cuya reproducción a gran escala estaba destinada para el Vaticano, sí se vio afectada. Los fondos para su construcción no llegaron, pues provendrían de donaciones de parroquias a lo largo y ancho del país que tuvieron que cerrar. Sin embargo, Rivera mantiene su postura optimista: espera que con donaciones, crowdfunding y la recolección de cobre para su fundición, la obra pueda ser enviada lo más pronto posible a los jardines pontificios.


El confinamiento: una dificultad y una oportunidad para los artistas plásticos

Otros como el artista Alejandro Sánchez destacan también el papel de los artistas como espejos de lo que sucede en la sociedad a través de sus creaciones; para él, no solo tuvieron mucho tiempo para pensar sino también para generar dudas e hipótesis sobre esta situación. Y a pesar de que hubo mucha incertidumbre entre los miembros de su estudio, encontraron la manera de repartirse el trabajo de manera individual y salir a flote.


El confinamiento implicó una reacción que el artista considera extraña: la gente empezó a contactarlo por redes sociales para comprar obras para sus casas. Según él, “empezaron a vivir su espacio”: a adecuarlo y hacerlo cómodo, pues por la cuarentena se convirtió en el lugar que habitaban constantemente. También aparecieron exposiciones virtuales que permitieron que las obras estuvieran expuestas por más tiempo de lo usual. Sin embargo, para Sánchez la pandemia impidió algo muy importante: “llegar a la gente”, o al menos a toda la que esperaba, pues solo ejecutó una de sus tres exposiciones programadas.

Una de las obras del proyecto Some Economies, del artista Alejandro Sánchez. Por Estefanía González

La catástrofe posterior al capitalismo es el tema de la obra de este artista, y la pandemia de alguna manera fue una afirmación de las hipótesis, las preguntas y la intuición de que iba a haber una catástrofe mundial. El declive de la bolsa, la caída del dólar y en general la debilitación de casi todas las economías del mundo son algunos de los aspectos planteados por Alejandro en su proyecto Some Economies y materializados durante la pandemia.


Tal y como explica Alejandro, y como aparece en el libro dedicado al proyecto, este proyecto representa de manera plástica, a partir de contenedores y barcos, una serie de inquietudes sobre el sistema neoliberal: “¿Qué tanto sentido tiene la productividad exacerbada de las industrias y el crecimiento indefinido de los mercados?”; ¿por qué tenemos un sentido de apropiación tan fuerte sobre la productividad?”, o “¿qué es la productividad?”. Los contenedores, al igual que el modelo económico que representan, generan una sensación de solidez y perdurabilidad, pero finalmente terminan por revelar el vacío bajo su superficie.


Desde sus inicios en la década de 2010, este proyecto ha logrado exponer la fragilidad del sistema político, económico y social aparentemente inquebrantable que rige nuestra sociedad y que ha sido el motor de la producción artística e investigativa de Alejandro Sánchez. A eso ha de sumarse una pandemia, que le ha confirmado a la humanidad las posturas que Sánchez plasma en sus trabajos.

 

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