Cine Tonalá, a cinco años de su existencia, sigue siendo un espacio donde las propuestas de cine alternativo confluyen y permiten acercarse a múltiples públicos. Y lo más divertido es que no solo hay cine, sino también restaurante, bar, stand-up y rumbas temáticas los fines de semana.
FOTO: La entrada de Cine Tonalá
Copas, música, arte, cine y comida deliciosa. Todo en uno. Las paredes de este sitio albergan la desenvoltura y el descanso, el ocio y el escape que muchos bogotanos buscan en medio de la atareada vida de la ciudad. Una casa vieja estilo inglés convertida en un espacio dedicado a la gente y al mundo alternativo que puede mezclar luces, sonidos, colores, oscuridad, sabores y letras. Tonalá es ‘el lugar por donde sale el sol’, en idioma náhuatl, de la etnia mexicana.
Cine Tonalá se inauguró el 10 de junio de 2014 y se encuentra ubicado en la carrera 6ª #35-37, barrio La Merced. Su enfoque está dirigido a Colombia y Latinoamérica y a todas las producciones independientes que no se encuentran en la cartelera de Cine Colombia ni de Cinemark. Tonalá es ese hogar en el que se transmite el mundo de distintas formas, es una pequeña escuela de formación artística que convierte a sus visitantes en seres más sensibles a ese idioma universal que los rodea: el arte.
Y es que este espacio reúne los stand-up, la comida, la música, las películas y el alcohol, que en su conjunto le dan el carácter bohemio al lugar. Tan bohemio, que las fiestas no se parecen a las de cualquier discoteca, acá la rumba es temática y se hace en una de las salas de cine, con pista de baile incluida. Por ejemplo, el viernes 30 de agosto hubo Perreo vs. Dancehall en la sala Kubrick.
La música impregna el espacio y se mezcla con el crepitar del piso de madera, que cruje doblemente en las escaleras, las cuales llevan al lugar del séptimo arte. En el tercer piso se encuentra la sala Kubrick, destinada a presentar parte de las películas en cartelera. Es un espacio pequeño, pero más que suficiente para recibir un promedio de 35 personas por función, acomodadas en unos sofás caseros y muy cómodos. Un plan menos costoso que en salas comerciales; si es estudiante, cuesta entre $6.000 y $8.000 pesos, si no lo es, entre $8.000 y $10.000.
Diego Ramón, su administrador, habla sobre este templo consagrado a producciones colombianas y latinoamericanas, entre ficción y documental, sin que esto signifique excluir el cine independiente de otros continentes.
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Directo Bogotá (DB): Para usted, como administrador de este lugar, ¿qué es Cine Tonalá y para quiénes está dirigido?
Diego Ramón (R): Cine Tonalá fue pensado y concebido desde México, somos una franquicia mexicana. Este lugar tiene un concepto de cine de barrio. Es un concepto de cine asequible, con una programación alterna que va entre comercial y no comercial. Hay mucho apoyo al cine local, mucho apoyo al cine colombiano y está sobre todo el amor al cine. Y claro, por ello tenemos otras ofertas en la casa: culturales, gastronómicas, de fiesta, de bar. Pero, primordialmente, nuestra experiencia y lo que a nosotros nos mueve es el cine. Mis socios y yo, somos cineastas.
Tenemos un equipo bastante serio en cuanto a curaduría de películas y programaciones; todas nuestras películas pagan impuestos. Colaboramos con el desarrollo del cine nacional y abrimos una ventana a la exhibición y a la distribución, que es un tema que en Colombia está monopolizado por Cine Colombia. Estamos dirigidos a todo el mundo, no tenemos un target definido. Pero sí una función definida y por eso estamos: el amor al cine.
DB: ¿Cómo programan las películas que se proyectarán, y cuántos asistentes van aproximadamente a la semana?
R: Nosotros hacemos una grilla de programación mensual, y va de ocho a diez películas cada mes. Tenemos ciclos, retrospectivas, festivales que nutren nuestra programación y le dan más variedad, también hacemos colaboraciones con Francia, con Canadá; ahora estamos por empezar una con Venezuela. Estos convenios de muestras ofrecen un espectro más amplio de lo que está pasando en el cine. Pero los espectadores varían dependiendo de la película, de los taquillazos, de la disposición del público y de las muestras que se estén exhibiendo. Ahora está un poco difícil porque está la Cinemateca, que en vez de estar ayudando a estas vertientes culturales alternas está tratando de eliminarlas. Pero igual seguimos trabajando por encontrar ese momento indicado para que nuestras exhibiciones lleguen al público y podamos captar la mayor cantidad de espectadores. Tenemos salas pequeñas, pero con mucho amor y mucha originalidad.
DB: ¿Cuál es el criterio para seleccionar las películas que proyectan?
R: Contamos con una persona, Dayra Galvis, que sabe mucho de producción y grabación de películas. Tiene unos parámetros fijados en su gusto por el cine y en lo que ha podido leer durante estos años en el público. Nosotros nos basamos en eso: en la oferta que nos presentan las distribuidoras cada mes. Claramente, los recursos para que lleguen estas muestras es otro factor porque todo esto vale dinero y hay unas que son un poco más difíciles de traer que otras. Pero tratamos de que las muestras sean lo más originales posibles y que sean cautivadoras para el público.
Nosotros hemos exhibido cosas que nadie más ha intentado exhibir y nos ha ido realmente bien: son apuestas que le hacemos al cine y a sus formas porque no siempre son películas comunes o con estructuras marcadas. Muchas veces son películas experimentales, documentales, falsos documentales; podemos encontrar tanta diversidad en la programación nuestra, que se podría decir que cada mes es una caja de sorpresas.
A veces no sabemos con qué nos vamos a enfrentar, ni cuál sea el comportamiento de los espectadores, pero por lo general, el público se comporta muy bien ante nuestras carteleras. Una buena cosa de que nuestra cartelera sea mensual, es que las películas pueden empezar muy mal, pero pueden irse afianzando. Depende mucho de la crítica y eso nos favorece porque se crea la expectativa y lleva a que la gente nos busque. Esos matices del cine son hermosos y nos sorprenden todos los días.
DB: ¿Qué es lo que más y lo que menos te gusta de Cine Tonalá?
R: A mí me gusta todo. Hemos trabajado fuertemente para tener a Cine Tonalá en el espectro audiovisual colombiano. Y, por qué no decirlo, en el espectro audiovisual sudamericano. Se ha trabajado mucho por la identidad del sitio.
Lo que menos me gusta puede ser la cantidad de obstáculos que el mismo Gobierno, la gente y agentes externos nos han puesto para seguir con nuestra labor. Es difícil, hay intereses de muchos lados y hay cosas que funcionan de forma extraña y no predecible. Eso es lo que menos me gusta: no tener el control de los ataques externos que siempre nos tratan de opacar o de bajar nuestro ánimo de continuar por la ruta del desarrollo y de la originalidad en el cine.
DB: Si tuvieras que invitar a alguien que no tenga idea del lugar, ¿cómo lo animarías a ir a Cine Tonalá?
R: Lo invitaría primero a la experiencia del cine. Que se enganchen con nuestras películas, que vivan la experiencia audiovisual porque nosotros trabajamos por el cine, vivimos por él, es nuestro motor de funcionamiento, y la posibilidad de ver distintos universos a través de la pantalla, eso es lo que damos en Cine Tonalá: las películas son las que mueven el corazón de este lugar. Es una experiencia linda ir a allí, ver una buena película y después compartir con alguien una cena, una bebida. Esa es nuestra mejor experiencia.
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