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  • Nicolás Linares Escobar //

[Reseña] 'Tambor 2', el cierre de un ritual


El rapero bogotano N. Hardem nos entrega la quinta producción de su carrera: Tambor 2. Una pieza musical hecha completamente por él, en la cual se centra en la introspección y la reflexión personal.

FOTO: Tomada por Juan José Ortiz

Álbum: Tambor 2

Artista: N. Hardem

Año: 2019

Sello: Independiente

Nelson Enrique Martínez, más conocido como N. Hardem, saca a la luz su último álbum, Tambor 2. Tras lanzar en 2018 la producción, Rhodesia, en compañía de Las Hermanas, Hardem vuelve a sus raíces para darle continuidad a su primer disco, Tambor, generando así un complemento entre sus producciones.

Aunque estudió diseño gráfico, la música siempre ha estado presente en su vida. Por un lado, su padre colocaba discos de jazz y se sentaba a analizarlos y apreciarlos. Su madre es de familia negra, proveniente del Chocó, y le inculcó los ritmos afrocolombianos. Por otro lado, uno de sus grandes mentores es su hermano, Pablo ‘Watusi’ Martínez, músico de salsa, excantante de La 33 y actual vocalista del ensamble Salsangroove. Para cerrar este círculo musical que compone a la familia Martínez, y mostrar cómo la música siempre ha estado presente, está Saulo Sánchez, su tío, conocido por ser el primer vocalista del Grupo Niche. Con este trasfondo musical entendemos las raíces de Hardem, y la razón del porqué del nombre de este nuevo álbum.

FOTO: Tomada por María Paula Murcia

Esta placa discográfica contiene ocho canciones pero para sorpresa de muchos, tiene una duración de tan solo 16 minutos. Para un álbum con una extensión tan corta, su escucha llega a ser larga, ya que el contenido de cada canción es tan compacto, que se tiene que detener a analizar cada una de las palabras. Todo el disco fue compuesto, escrito y producido por él mismo. Los beats mantienen la esencia que lo ha caracterizado; un poco oscuros, disonantes, disruptivos y llenos de ‘sampleos’. De esta manera logra combinar de forma armónica con el tono y la forma de rapear de Hardem. Su versatilidad le ha permitido rapear sobre distintos tipos de estilos, desde el más crudo hasta el más tradicional, pasando por el boom-bap clásico hasta encontrarse con el lo-fi y el vaporwave.

Entendiendo esta última producción como una radiografía de N. Hardem, de cierta manera complementa el resto de su discografía. Para lograr comprenderlo hay que escuchar primero Tambor EP, su primera producción y primera parte de este grupo de historias. La última canción de este álbum, Raheem aka Tambor, le dio pie para empezar a producir este segundo capítulo de su historia. Tras tener un accidente ese año, en su proceso de recuperación decidió escribir estas letras a lo largo de cuatro años. Además, de manera conceptual, quien lo escucha logra encontrar una correlación temática y musical entre todas sus producciones; así genera una línea narrativa que le ha permitido construirse como rapero.

 
 

Adentrándonos en cada una de las piezas encontramos cómo Hardem en Tambor 2 trata de liberarse de los egos y las complicaciones que el reconocimiento musical y cultural le han traído. Descubrimos un pequeño intro en forma de canto de adoración afro (el cual se deduce por las raíces y las temáticas que rodean el universo de Hardem). Este le da pie a su primera canción Sieza aka Earth que muestra cómo ha sido su relación con el rap y sus pares, y cómo él todavía sigue explorándose como músico y como persona. En Caléndula aka Rainhands habla de su visión del dinero y el materialismo de hoy en día, y menciona a la industria en que se mueve y la posición que él tiene en esta, además de dirigirle unas palabras especiales a sus haters.

FOTO: Esta es la portada del álbum.

En 2soon aka Aurora hay ciertas referencias a la muerte y a su posición frente a ella. Para introducir Árbol aka Heaven, en el cual hace una revisión retrospectiva de sus promesas, anhelos y visiones, y cómo se han ido cumpliendo, además de plantearse objetivos para un futuro. Adicionalmente este corte muestra cómo Nelson puede llegar a estar cansado del personaje que Hardem representa, y afirma que quisiera que ya no lo llamen así.

En Uchi podemos observar una reafirmación de lo que ha llegado a ser Hardem con una pieza instrumental. Finalmente, para cerrar el álbum, encontramos dos cortes. Oráculo aka Peace narra sobre su accidente, y cómo llegó a mostrarle cosas nuevas que le permitirían explorarse, además de mencionar cómo se ha estado curando tanto por fuera como por dentro. Para clausurar esta placa llega 3+1 aka Morning. En esta cuenta cómo fueron los momentos posteriores al accidente. Su tono es más brusco y crudo que el que usa en el resto del álbum. Habla de su experiencia, en un coro a modo de mantra, jugando con la simbología que tiene el tres y el uno, que representan comprensión y conocimiento. Para clausurar lo que podemos entender como un ritual, Hardem cierra un ciclo de su vida. Este álbum se entiende como el final de una era, de un ciclo, el final de una etapa que Hardem decidió nombrar como Tambor.

Hardem afirmó que la producción de este disco llega al mismo nivel que sus otras producciones, y por eso ha logrado satisfacer las expectativas de sus seguidores. Los beats de Hardem crean una sincronía con sus letras y su estilo de rapear. Hacen que el álbum se sienta como un conjunto, con una línea narrativa definida y, lo más importante, mantiene y da una evolución al universo de Hardem. Aunque en ciertos puntos llega a ser conceptual debido a las temáticas que trata, las metáforas que usa y el lenguaje que despliega, basta con escucharlo un par de veces para entenderlo, porque definitivamente la brevedad de esta producción y su complejidad deja al escucha con ganas de repetirlo.

Como ha ocurrido en los últimos años, Hardem se vuelve a posicionar en la cumbre del rap bogotano. Sus trabajos nunca defraudan y este no fue la excepción. Por ahora tenemos que esperar a un nuevo ciclo en el que seguirá expandiendo los horizontes de su universo.

 

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