El autor estadounidense del best seller El psicoanalista habló con Directo Bogotá, en el marco de la Feria Internacional de Libro de Bogotá (FILBO).
John Katzenbach presentó en la FILBO su libro 'Personas Desconocidas' .// Fotografía tomada por : Natalia Rivero Gómez.
"Escuchó en silencio terribles impulsos de odio asesino, para agregar sólo de vez en cuando algún breve comentario benévolo, evitando interrumpir la cólera que fluía a borbotones del diván”. Este es uno de los extractos de El Psicoanalista, uno de los libros de suspenso más vendidos en Latinoamérica. Fue escrito por el autor estadounidense John Katzenbach, un periodista judicial que terminó narrando historias sobre mentes desviadas, problemas de personalidad y casos en donde existen más incógnitas que respuestas.
Katzenbach llegó a Colombia para presentar en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO) Personas desconocidas, su obra más reciente. Aunque de español sabe muy poco, las carcajadas de los asistentes invadían el auditorio en donde se celebraba la conferencia en la que participaba el autor.
Habla detenidamente, como si quisiera crear una atmósfera de suspenso antes de hablar. Así como cada uno de los personajes a los que les ha dado vida mediante las letras, nunca se está seguro sobre lo que ocurrirá después. Con el mismo misterio que caracteriza sus escritos, se refirió a El Psicoanalista y afirmó a sus lectores que está preparando una secuela de esta novela, pues es posible que la historia aún no haya terminado entre Frederick Stark, el protagonista de la novela, y el personaje que anónimamente lo acecha pidiendo que se suicide.
Para él, lo mejor de ser escritor es poder vivir en el mundo de la imaginación propia, pues lo que ocurre allí depende de cada autor. “Encuentro muy placentero crear circunstancias, situaciones y tramas en donde tengo el control de todo lo que ocurre. Esto me causa mucha satisfacción, porque las personas en mis libros, los personajes, se vuelven amigos. Esa es la mejor parte de escribir”, dice.
Las tramas retorcidas de sus obras no parecen reflejar su personalidad serena y de buen humor. Y aunque ya no ejerce el periodismo, Katzenbach no deja de lado la investigación a la hora de escribir novelas, pues toma partes de la realidad para adaptarlas a sus historias porque, según él, esto es lo que le da poder a los relatos. “La novela permite explorar lo que hay en el corazón, mientras que el periodismo se trata sobre lo que existe en la cabeza", señala.
Con hechos reales y buena prosa, este autor estadounidense conjuga su oficio periodístico con el arte de escribir. Considera que la tecnología ha afectado el lenguaje, pero piensa que su influencia se basa en un impacto más psicológico.
Katzenbach cree que las obras de escritores como Fyodor Dostoievsky o León Tólstoi no son tan bien acogidas actualmente porque no fueron escritas con la simplicidad de un tweet. “Las personas tienen menos tiempo para las historias”, dice mientras reflexiona sobre la rapidez de los hechos en el mundo actual.
Su padre, Nicholas Katzenbach, tuvo un papel crucial en la planeación de la estrategia de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y, como si fuera poco, fue quien ayudó a aprobar en el Congreso estadounidense la Ley de Derechos Civiles que acabó con la segregación.
A pesar de que su padre tuvo tal influencia en el Gobierno de su país, los comentarios que este escritor hace sobre política son pocos. Sin embargo, piensa que el papel del periodismo en este campo es más importante que nunca. ”Vivimos en un mundo en donde las opiniones, dichas con fuerza, parecen tener más importancia que los hechos que hablan en voz baja”, afirma.
Aunque intenta responder con bromas casi ingenuas a las preguntas relacionadas con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Katzenbach deja entrever leventemente su descontento con lo que está ocurriendo en su país.
Al hablar sobre la reforma que propuso Trump a las artes y a las humanidades, exhala, hace una pausa y prepara su tiro certero, así como los asesinos de sus libros. Finalmente, inhala y lentamente dice: “ningún político, nunca, podrá ser capaz de meterse con la poesía”.