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Felipe Morales Sierra // Noticia //

'Lo único en común entre niños y adultos son los sentimientos': Anaïs Vaugelade


La autora e ilustradora francesa, dedicada a literatura infantil, habló con Directo Bogotá sobre su vida, los niños, la cultura y la política.

En Francia hay una explosión de ilustradores y autores de libros para niños, que se hizo evidente en el pabellón del país invitado // Fotografía tomada por: Angie Benavides.

Al mejor estilo de cualquier película gringa que vende el sueño americano, solo que esta vez en Francia, Anaïs Vaugelade llegó a París a sus 17 años, proveniente de Saint Ouen, un pueblo de 90 habitantes. No tenía mucho dinero y no había estudiado mucho. Se dobló en turnos entre cientos de oficios que iban desde maestra de historia para niños hasta mesera.

Un día cualquiera, su novio de entonces, presionado por el poco tiempo que pasaban juntos, le aseguró que ella no podría seguir así, que iba a estallar. “Me dijo: debes encontrar algo en lo que seas buena y que nadie más haga, algo que además te de dinero”.

Vaugelade, invitada al pabellón de Francia en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), cuenta que por esos días había comenzado a estudiar dibujo y que siempre le había gustado contar historias, a pesar de no tener estudios en literatura. La francesa unió estas dos pasiones y comenzó a hacer algo que pocos hacían: ilustrar sus propios textos.

Todavía recuerda cuando la rechazó Arthur Hubschmid, director editorial prominente en el campo y hoy su editor en L'école des loisirs, la editorial más grande de literatura infantil en Europa. Después de esa experiencia, a Vaugelade le tomó tres años (tiempo que asegura tardarse en idear una nueva historia) volver a presentar algo ante un editor, no sin antes hacer al menos diez borradores del mismo trabajo. Cuando logró publicar, en 1995, no paró y, más de 20 años después, publica por lo menos un título por año.

Los niños, según la autora, no han vivido lo mismo que los adultos y, por ende, no tienen la misma cultura. “Lo único común entre niños y adultos son los sentimientos”, explica. A eso apelan sus textos. Desde el amor entre una ogra y quien iba a ser su cena, hasta la historia de un niño que logró acabar la guerra, sus historias, que son sucesos cotidianos con personajes extraordinarios, siempre están cargadas de sentimiento.

En Francia, país invitado de honor este año a la Filbo, hay una explosión de ilustradores. Para Vaugelade -quien firma los libros con tinta china y que asegura que no es muy buena dibujando- esto se debe a tres razones. La primera, es que su generación es hija de Mayo del 68, un momento de reevaluación de la infancia en su país. La segunda, explica, es que los niños de su época crecieron cuando los gobiernos de izquierda, en la década de 1980, impulsaron la lectura en su país, quitaron impuestos a los libros y fomentaron los “derechos culturales”. Y la tercera, es la situación actual en Francia y Europa frente a la que hay que decir algo.

La ilustradora reconoce que, en muchas ocasiones, libros como los suyos son la primera aproximación de los niños a la cultura y que parte del principio de que le está hablando a otro individuo. Para hacerlo, trabaja bajo dos máximas. La primera, el filtro de la ficción porque "cuando un niño abre un libro, sabe que esa historia no es real”, dice mientras firma autógrafos, que en realidad son más ilustraciones nuevas dentro de sus obras. La segunda, es prestarle "mucha atención a que lo que vaya a decir sea comprensible para ellos en un première degré (primer grado)”.

Esto último, explica, significa que las cosas deben decirse de la manera que son y que no es recomendable excederse en las metáforas, ya que los niños son más concretos. “Cuando hablo de un tema duro, como la guerra, lo trato directamente, si no, genero inquietudes. Es decir, si hablo de la guerra, hablo de lo que es la guerra, no puedo decir de qué guerra hablo. Me demoro tres años ideando una historia, me resulta muy difícil seguirle el paso a la actualidad”, afirma. Por ende, tranquila tras hacer comunicar sus historias claramente, deja que los niños decidan si les gusta o les interesa lo que ella dice.

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