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Alejandro Vargas -

Parche rabioso


La banda Rabia es uno de los principales grupos que organizan peleas de perros en el norte de Bogotá. Además, esta banda hurta mascotas con el fin de entrenar a los animales, dopados por medio de diuréticos y anabolizantes. Aunque las peleas de perros se encuentran prohibidas por la Ley 84 de 1989, en los últimos tres años se han multiplicado en el sur y en el norte de la capital.

Pintura al óleo/David Yesid Urazán Figueredo

El piso y las paredes del cuarto de pelea se encuentran manchados de sangre y de tiza negra, esta última para que las patas de los perros tengan mayor agarre. Esta tarde de abril de 2017 hay cuatro perros: dos pitbull red noise, un dogo argentino y un presa canario. Se trata de una pelea random —como la denominan los dueños de los perros—, es decir, todos se enfrentan contra todos. Después del combate solo queda un sobreviviente en la tercera ronda, que se desarrolla durante 43 minutos.

Los jóvenes que asisten al evento gritan eufóricamente, al mismo tiempo que se llevan a cabo las apuestas y el tráfico de estupefacientes, donde los perros son enjabonados con jabón Rey, para imprimirle velocidad al contacto físico de los animales a la hora de luchar. Por cada pelea que se lleva a cabo esa tarde hay por lo menos un perro muerto, ya sea por las heridas causadas por su adversario, o por el castigo del dueño, que le cobra su derrota.

Esa tarde, el pitbull red noise fue una de las víctimas mortales de sus contendientes; se llamaba Juanito y unos segundos después del final de la pelea murió a causa de una fractura en su cráneo y de su posterior desangramiento. El presa canario no fue víctima directa de los otros perros, pero salió lastimado, con una pata rota y parte de sus mejillas colgando a raíz de las mordeduras. Los asistentes estábamos seguros de que no tenía que morir en ese instante; sin embargo, el dueño, visiblemente frustrado, acabó con su vida rompiéndole el cráneo con un extintor.

Aquella tarde se supo que el gran patrocinador del evento fue la cocaína, gracias a la cual se ha financiado la banda durante el último año. La asistencia es de 25 a 30 personas por pelea; los paquetes de cocaína, éxtasis y marihuana se entregan en la entrada y se consumen en cualquier lugar de la casa, principalmente en los jardines exteriores y en los baños. La entrada al “espectáculo”, como lo denominan varios asistentes, es de $83.000, con derecho a dos “pasaportes” por persona, o sea, dos esnifadas de cocaína peruana.

Al salir del cuarto de pelea nos encontramos unas escaleras que conducen a un sótano oscuro donde se pueden ver secciones divididas por alambres de púas donde concentran a los perros. Del sótano, en total oscuridad, emana un fuerte olor a fármacos y a cianuro que de inmediato produce irritación severa en los ojos y congestión nasal. Estas sustancias se les dan a oler a los perros durante 24 horas antes de la pelea para producir mayor reacción química en su cerebro.

Pintura al óleo / David Yesid Urazán Figueredo

Batistuta y el “saco de boxeo”

Al término de la pelea, otro de los principales jefes de la banda, apodado Visa, examina a los perros sobrevivientes con el fin de conocer el grado de agresividad y de violencia por medio de carnadas, llamadas en este mundo “sacos de boxeo”, que normalmente son perros robados. Para medir la fuerza del luchador, se decide, entre el pitbull red noise (Brad Pitt) y el dogo argentino (Bautista), quién puede matar en el menor tiempo posible a un perro criollo de tamaño mediano, de aproximadamente 19 kilos de peso, del cual se hace cargo el dogo argentino, Batistuta.

El saco de boxeo de Brad Pitt, el red noise, es un siberiano de siete meses. Según la Policía Ecológica, un pitbull puede desarrollar una fuerza de 540 kilogramos en su mandíbula. Además, algunos veterinarios sostienen que, dada la forma de su mordida, una vez muerde a su oponente es muy difícil que lo suelte de inmediato (se queda prendido de este, por extensos períodos, hasta que lo desgarra).

A estas pruebas solo podemos asistir aquellos espectadores que compramos el pasaporte “Las Islas Canarias”, la boleta más costosa del evento, de $195.000, además de los dueños de los perros y Visa, el encargado de internacionalizar a los mejores perros de pelea colombianos en los Emiratos Árabes desde 2013.

El ganador de la sangrienta contienda es Batistuta, que agarró al criollo desde los genitales y los arrancó en siete segundos; posteriormente, ya débil, el criollo fue sometido y asfixiado por el cuello durante 54 segundos. Por el otro lado, Brad Pitt logró arrancarle al siberiano la oreja derecha.

Un ‘Bimbo’ incomible

Uno de los líderes principales de la organización es Bimbo, seudónimo del que se siente orgulloso debido a su afición por engordar de manera mórbida a sus guerreros. Residente en un barrio de alto estrato en el norte de la ciudad, no supera los 18 años, su estatura es de 1,70 metros aproximadamente, y tiene una cicatriz que le atraviesa el cuello, producida por la mordida de uno de sus perros, Constantino.

La madre de Bimbo, según cuenta su primo Giovanny, fue la encargada de cultivar al joven en este proceso de aniquilamiento de animales. Su primera mascota es un doberman de cinco años llamado Damián, de color rojizo. Sus colmillos naturales fueron extraídos para insertarle colmillos de metal liso con el fin de mejorar su potencial de luchador. Damián fue adquirido por la mamá de Bimbo en un famoso criadero de Monterrey, México. A los ocho meses de edad lo iniciaron en el mundo de la pelea, y se convirtió en uno de los campeones locales.

Pintura al óleo / David Yesid Urazán Figueredo

Bimbo no solo es conocido por la pelea de perros, también es famoso por producir entre $150 y $200 millones a la semana por medio de actividades ilícitas, entre las que se encuentran la extorsión, la prostitución de menores de edad, el tráfico de drogas y de animales.

Según funcionarios de la Policía Ecológica, en una pelea de perros se apuestan grandes cantidades de dinero, que oscilan entre $100.000 y $1.500.000. En torno a estas peleas se han montado lucrativos negocios. Algunos veterinarios cobran entre $200.000 y $400.000 por atender a un perro de combate. Así mismo, desde 1996 se han multiplicado los criaderos especializados en pitbull, especialmente en la sabana de Bogotá y en Medellín.

Por Giovanni supe que el valor de la entrada para poder ver a Damián en acción estaba en $200.000. Uno de los espectáculos de este animal se realizaría la semana siguiente en un lote del humedal La Conejera, ubicado en la calle 170 con avenida Boyacá.

Campeones de exportación

Según la Asociación de Protectores de la Fauna Colombiana (Aprofac), lo más peligroso es que algunas personas están haciendo híbridos con otras razas, como el rottweiller, y no se sabe qué tipo de animal pueda resultar en estos experimentos. Como cualquier boxeador que se desplaza para combatir por su título, algunos perros que pelean en la capital son traídos para ese fin desde Medellín y otras ciudades.

Actualmente, la banda Rabia posee alrededor de 140 perros de razas potencialmente peligrosas entrenados para pelear en torneos clandestinos locales donde existen varios tipos de clasificaciones para que los ganadores puedan pelear en el país. Uno de los principales encargados de organizar las peleas de perros en Bogotá afirmó la tarde de la pelea que los mejores canes nacionales participarán por primera vez en el sorteo para competir mundialmente en los países asiáticos, donde la pelea de perros es legal en varios lugares, como Tailandia.

* Por razones de seguridad se cambiaron varios nombres de las personas y se omitió el sitio exacto de la pelea.

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