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Las comediantes no tienen filtros

Por María Alejandra Juliao // Revista impresa


En el mundo de la comedia, las mujeres tienen cada vez más espacio. Sus formas de acercarse al humor, los retos que han tenido que enfrentar y lo peculiar de su manera de hacer reír al público las hacen únicas. Ellas se han hecho escuchar por exponerse tal como son; por decir lo que piensan y sienten sin tapujos en el escenario, su lugar de catarsis.

Mafe Cárdenas, Silvia Castañeda y Valentina Taguado en los atuendos de Ay benditas. Foto: Charles Melo

La capacidad de pararse bajo un reflector para ser ellas mismas sin hacer caso a las expectativas sociales sobre la feminidad, la vergüenza o los filtros es lo que caracteriza a las mujeres que hacen comedia. En un escenario, en un bar o en televisión, el factor común es el mismo: no hay máscaras, porque para ellas la comedia no da risa si no se hace desde la verdad. Se trata de exponerse, de abrirse a contar lo que piensan, lo que han vivido y también lo que las ha hecho sufrir; todo sin reserva, mientras hacen reír al público.


Desde hace algunos años, se escuchan varios nombres de mujeres que triunfan en la comedia alrededor del mundo, como Sarah Silverman, Ali Wong, Sofía Niño de Rivera, Amy Schumer, Tina Fey y Verónica Lorca. En Colombia, el fenómeno no es diferente; monólogos como los de Pamela Ospina, María Fernanda Cárdenas, Stefanny Zuluaga Najar, Valentina Taguado y Silvia Castañeda son cada vez más populares y continúan por el camino que alguna vez abrieron otras mujeres en el país.


Precursoras de la comedia en Colombia


Los programas de humor en Colombia han estado ocupados por hombres; sin embargo, algunas mujeres comediantes se volvieron icónicas por sus personajes transgresores. Un ejemplo fue Rosa Helena Jiménez, más conocida como la Nena Jiménez, que empezó a hacer programas de humor radiales en la década de 1960, y se hizo famosa por sus chistes verdes, comentarios picantes y groserías. Aunque para entonces no era bien recibido que una mujer hablara de esa forma y mucho menos de temas relacionados con el sexo, la Nena Jiménez no se cohibió. Fue la apertura de una nueva puerta en la comedia para las mujeres que querían expresarse libremente, hablar de intimidad sin tapujos y hacer bromas subidas de tono sin la necesidad de ser políticamente correctas.


En programas tradicionales de radio y televisión —como La escuelita de doña Rita, Yo y tú, Sábados felices, Voz populi y La luciérnaga, entre otros—, las mujeres entraron al humor con la interpretación de personajes graciosos. Son los casos de actrices y humoristas como Alicia del Carpio, Astrid Junguito, Jacqueline Henríquez, Patricia Silva, la Gorda Fabiola, Alexandra Montoya y María Auxilio Vélez. Aunque algunas de ellas empezaron como extras, bailarinas o personajes que coincidían con estereotipos sociales y de género, también varias incursionaron en la imitación de personajes públicos, y han encontrado otros espacios para diversificar su humor.

Pamela Ospina en Probando probando, un espacio que creó para comediantes de Latinoamérica. Foto: Mauricio Gaviria

Sin embargo, fue con el tiempo y las influencias norteamericanas que surgió un fenómeno que comenzó a ser tendencia y llenar teatros: el stand-up comedy, una forma de entretenimiento a modo de monólogo cómico que implica la interacción directa con el público. Este formato se popularizó en Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XX, y su llegada a Colombia tuvo un gran impacto.


Quizás uno de los primeros y más conocidos referentes de esa nueva forma de hacer humor fue Andrés López, que en 2004 lanzó La pelota de letras; en ella abordaba las costumbres colombianas de las familias de la clase media y recuerdos de su niñez y adolescencia en el barrio donde creció. Luego, en 2010, surgió un programa de televisión en RCN llamado Los comediantes de la noche: varios humoristas, hasta entonces desconocidos, alternaban en el escenario haciendo sus stand-ups con público en vivo. Y fue gracias a este formato que se dieron a conocer nombres como Alejandro Riaño, Diego Camargo, Iván Marín, Ricardo Quevedo, Freddy Beltrán, Liss Pereira y Gonzalo Valderrama.


Mujeres en el stand-up


Los retos, la inconformidad, la confianza y un humor libre de corrección pero con mucha honestidad han sido las claves para la entrada de las mujeres al stand-up. Algunas llegaron a este género humorístico porque amigos y colegas las impulsaron. Este fue el caso de Pamela Ospina, quien ingresó a Los comediantes de la noche después de que el “standupero” Gonzalo Valderrama viera el potencial en los comentarios de Pamela en Twitter. En 2012 fue la primera vez que se presentó en un escenario a hacer reír al país por televisión nacional; aunque, para ese entonces, la canadiense —criada por padres paisas en Nueva York y radicada en Medellín hace más de una década— ya tenía como hobby la cuentería.


Si bien por ese entonces seguía alternando las risas con su trabajo como profesora de radio e inglés en universidades de Antioquia, no fue sino hasta su aparición en el canal Comedy Central, en el 2014, cuando Ospina enfocó por completo su vida en la comedia. Desde entonces ha llenado auditorios con su desparpajo, su forma de sacarle chiste a lo que sucede a diario y hasta sus neuras.

Pamela Ospina en Probando probando. Foto: Mauricio Gaviria

Algo parecido les sucedió a las creadoras de contenido en redes sociales Valentina Taguado y Stefanny Najar (más conocida como Unicornia Najar o Effy Najar en Instagram), que llegaron también a la comedia por conocidos que les hicieron caer en la cuenta de que tenían “la chispa”. Las bogotanas, caracterizadas por hablar con groserías y abordar sin pudor temas sexuales, decidieron empezar en el stand-up hace aproximadamente un año, cuando sus amigos comediantes les propusieron intentarlo. Y lo hicieron con tal éxito que importantes personas del medio las empezaron a contactar para talleres y proyectos.


Por el contrario, para Silvia Castañeda, que cumple cinco años en el mundo del humor, y María Fernanda Cárdenas, más conocida como Mafe Cárdenas, con siete años de trayectoria en la comedia, la motivación fue salir de la inconformidad. Ambas buscaban desempeñarse en el arte escénico, y el stand-up les permitió hacerlo de manera divertida.

 
 

A Silvia no la hacían feliz sus títulos —es ingeniera civil y artista plástica—, pues quería hacer reír a la gente, como cuando estaba en el grupo de teatro del colegio. Hoy se burla de todo desde el escenario: de su exnovio, de su mamá, de sus inseguridades físicas y hasta de las cosas asquerosas que hace gran parte de la gente, pero de las que solo ella habla. Por su lado, Mafe enfatiza las ironías de la vida; le cuenta al público sus sueños y los compara con la realidad que vive como publicista en su oficina. Narra con gracia el tedio que siente por las celebraciones de cumpleaños y los típicos cubículos adornados con las mismas bombas, y hasta cuenta sobre sus visitas a Talento Humano y su forma de manejar el estrés.


Así, en espacios masivos, como la televisión o el teatro, o en otros más privados como los bares (p. ej. Boom Stand Up Bar y Smoking Molly), los talleres y las redes sociales—, las voces de todas estas mujeres llaman la atención por su originalidad. Y así como ellas han impactado el mundo de la comedia, el oficio también ha cambiado sus vidas. Por eso, para Silvia y Valentina el día se divide en elaborar tablas dinámicas en Excel, por un lado, y en el humor, por el otro. Del mismo modo, para Mafe sería un sueño entregarse a la comedia de tiempo completo, aunque admite encontrar cierto encanto en crear campañas publicitarias y ser seria de día para desahogarse exaltadamente en la noche.


Los prejuicios no son un chiste

Silvia Castañeda empezó en talleres para stand-up hace cinco años. Ahora viajará a España para estudiar teatro. Foto: @Mafecomediante

“El stand-up comedy no se trata solo de decir chistes de pie, sino de pararse firme frente a situaciones, de decir lo que uno tiene atragantado en el alma”, dice Mafe Cárdenas. El significado del oficio va más allá de la creatividad y la gracia: se trata de un camino en el que la meta es lograr ser ellas mismas en el espectáculo. Así también lo asegura Pamela Ospina, mientras añade que en su cabeza nunca ha estado la preocupación por verse “puestecita” o por quedar bien con el público, pues para ella es indispensable arriesgarse a compartir lo que realmente piensa.


Si bien las mujeres han encontrado escenarios para sus stand-ups, los estigmas aún existen: se dice que no son graciosas y se les cuestiona por hablar de manera desparpajada de sexo, maternidad, masturbación y relaciones. Pero, como concluye Pamela, “construir la voz propia corresponde a todas esas luchas que uno va teniendo que enfrentar. Hay miles de arandelas que tenemos que atravesar, y lo único que lo blinda a uno de que eso sea un sufrimiento mayor es que, al final, lo que se está defendiendo es ser una misma. Y se da esa batalla desde el arte, pero también como ser humano”.


Las comediantes enfrentan desafíos como ganarse el respeto del público, que muchas veces considera que ellas no pueden ser tan graciosas como sus pares hombres. Sin embargo, con su trabajo, van derribando esas barreras y, muchas veces, cuando ya entran en confianza con el auditorio, tienden a arriesgarse con contenido más crudo. “Cuando ya me consideran chistosa por burlarme de mi exnovio, cuando ya me han dado esa primera oportunidad, entro a decir asquerosidades como que sufro de rinitis y pego los mocos debajo del pupitre de la universidad. ¡Y qué! En cambio, un man sí puede decir barrabasadas de primerazo y todo el mundo se ríe”, dice Silvia en tono de crítica, pues todo radica en la diferencia del primer chance.


Lo cierto es que estas formas de percibir a las mujeres en las tarimas tienen raíz en concepciones sociales, y todavía existen formas de comportamiento que se atribuyen a hombres y que parecieran no ser válidas para mujeres. “Socialmente está mal visto que nosotras bromeemos de ciertas cosas. El ser chistoso generalmente es un rol asignado a los hombres; las mujeres deben ser más recatadas, reservadas y cuidadosas con lo que dicen. Los hombres nunca han tenido que vivir con la cantidad de filtros que nos ponen a las mujeres”, advierte Stefanny, quien se caracteriza por ser irreverente y hablar sin tapujos de sus experiencias, sus relaciones y su sexualidad.

Foto: Mauricio Gaviria

“Anteriormente se consideraba que las chicas no debían hablar duro porque alzar la voz es vulgar. Una niña buena no expresa todo lo que siente, porque eso no es elegante, no está bien visto. A un hombre se le ve bien ser incorrecto, pero a una mujer no. Es la manera en que nos habían criado, entonces todo depende de cómo nos paramos nosotras para decir: «¡No más! Yo quiero decir esto y lo voy a hacer de esta forma»”, asevera María Fernanda, quien en sus espectáculos también habla de no encajar en los prototipos sociales, del sexo después de ser mamá y de otras situaciones que ocurren en los ambientes laborales.


Por otro lado, Pamela Ospina se refiere a los inconvenientes a los que se ha enfrentado por su apariencia: “En este país todavía falta mucho para que a una la respeten como mujer distinta”, asegura mientras recuerda que varias veces la obligaron a alisar su cabello crespo y a no usar tenis en cierto programa, porque consideraban que no estaba suficientemente arreglada. Ella rechazó estas situaciones, pues para ella lo esencial es ser sí misma por dentro y por fuera.


El equilibrio o la igualdad de género en los espectáculos también ha sido otro estigma. La denominada “cuota femenina” ha sido argumento de algunos para desacreditar el talento y el trabajo de algunas mujeres comediantes. “Yo no sé si esto me ha beneficiado o me ha perjudicado, pero me parece horrible, porque no gana el comediante por ser el mejor, sino por su condición. Ya no sé si me invitan a un festival porque soy buena o porque necesitan cumplir con la obligación de la cuota femenina”, confiesa Silvia planteando un debate que se traslada a muchos otros campos profesionales.


Lo divertido es lo verdadero


La mayoría de los comediantes recurren a temas comunes; sin embargo, las formas de abordarlos cambian el juego. Las mujeres no tienen una forma particular de acercarse al humor por el hecho de ser mujeres, sino por sus puntos de vista individuales. Las experiencias de vida marcan la manera como se perciben los acontecimientos, y aunque el género atraviesa varias situaciones, no es lo único que cuenta. La cultura, las oportunidades, las vivencias y el entorno de una persona hacen que se configuren ciertas perspectivas frente a la vida. El éxito tanto de mujeres como de hombres está en hablar desde un enfoque único y real.

Mafe Cárdenas es la organizadora de la obra Ay benditas, una comedia sobre la amistad entre mujeres diferentes. Foto: Charles Melo

A pesar de que todas consideran que el humor puede tener rasgos de cotidianidad, imprudencia e, incluso, cierta procacidad, cada una maneja determinados ejes para sus stands-ups. La comedia de Pamela radica en la observación, en su forma de entender las cosas para luego transmitir sus posturas al público; su contenido más viral es aquel en el que se refiere al sexo, y eso se debe a que, según la comediante, las mujeres necesitan esa voz refrescante que hable sin tabú de reconocer el cuerpo propio y, por ejemplo, que la masturbación no es vergonzosa. Y precisamente este último tema es una de sus banderas: en su cuenta de Instagram, por ejemplo, acumula varios videos mostrando distintos juguetes sexuales para mujeres.


Las rutinas de Mafe hablan de sus experiencias personales, sobre todo de las que se desarrollan en la oficina y tienen que ver con frustraciones laborales. En una de sus rutinas más conocidas, Mafe dice: “Facebook sale con la vaina de «Tú nos importas; por eso te sugerimos una publicación donde estabas feliz en la playa con el culito parado». Enseguida hace una pausa y ella misma responde: “Gracias, Facebook, por recordarme que se me está aplanando el culo por estar ocho horas frente a un computador viendo morir mis sueños”.


Además de la cotidianidad en el trabajo, Mafe también cuenta sus experiencias desde su perspectiva como mujer. “Al principio yo decía que quería tratar temas generales con los que la gente se identificara. Sin embargo, yo soy mujer y es un punto de partida muy importante”, admite. Sus monólogos giran en torno a lo que significa para ella ser esposa y mamá, sin encajar en las expectativas que tiene la sociedad sobre esos roles. Se refiere, por ejemplo, a la forma en que su esposo la veía recién tuvieron a su hijo, “porque pues las mamás no tienen sexo, ¿o su mamá tiene sexo? ¿Cierto que no? Las mamás no hacen eso”, dice irónicamente haciendo reír a todos los que la escuchan.


“Hablo de mis inseguridades, y de esa manera, a través de la comedia, voy superando muchas cosas”, dice Silvia, quien también ha creado la serie Tindates, en YouTube. En ella graba con cámara escondida sus citas con diferentes hombres mientras hace cosas que los asustan como instarlos a oler sus zapatos, gritar en los restaurantes o tomar nota de todo lo que dice la otra persona, como si estuviera en una entrevista de trabajo.


Por otro lado, Valentina Taguado se refiere a la forma en la que expresa su contenido: “Yo soy muy descolocada y grotesca; no soy políticamente correcta. Siempre he hablado de relaciones: de lo romántico, lo sexual y lo tóxico, pero soy superordinaria”. Valentina también ha participado en Con ánimo de ofender, y ha sido anfitriona de varios eventos de comedia. En Ay benditas, un espectáculo en el que comparte tarima con Mafe y Silvia, Valentina cuenta cómo ha sido no tener sexo desde el inicio de la pandemia y cómo su experiencia más cercana y excitante ha sido con el hisopo de la prueba del COVID-19.

Valentina Taguado se presentó por primera vez en un teatro para Ay benditas. Foto: Charles Melo.

El stand-up de Stefanny se caracteriza por su forma de contar historias de su infancia y de su vida, pero también suele tener datos curiosos que saca de investigaciones para sorprender a su público. “Me gusta dar datos científicos y usar analogías; que las personas salgan con datos innecesarios”, menciona ella. Tanto Valentina como Unicornia Najar tienen un amplio número de seguidores en Instagram (182 000 y 83 500 respectivamente), con quienes también interactúan; esto ha jugado a su favor para conseguir más público en sus relativamente nuevas carreras humorísticas.


Un ejemplo de esta interacción son los Martes de Consejos, de Unicornia Najar. En esta dinámica, sus seguidores le cuentan algunos de sus problemas y ella responde dando su punto de vista o burlándose de la situación: “Yo siento que a pesar de que no les estoy dando una solución real, al final, resultan riéndose de su propia situación, y eso puede quitar la carga o el estrés; aliviana el alma”. Por ejemplo, uno de sus seguidores le escribe de manera anónima: “Tuve sexo anal y después de eso no nos hablamos más”; a lo que ella responde entre risas: “Bebé, dime la verdad… ¿Sientes que la cagaste?”.


Un factor común es que la comedia les ha permitido explorarse a sí mismas y se ha convertido en un momento de catarsis. “En la comedia encontré una voz importante y una manera de expresarme. Entonces me sirve para el propósito artístico y el de terapia. No me gusta pagar psicoanálisis”, apunta Mafe. Reírse de las desgracias propias y ajenas es una forma de sobrellevar situaciones complicadas. A pesar de que no buscan una respuesta tangible a sus problemas, los exponen con nombre propio y se terminan riendo. “Es un tema que lo envuelve a uno emocionalmente. Hay que manejarlo o perder la cabeza; cualquiera de esas dos opciones es chistosa”, agrega Silvia entre risas.

Stefanny Najar hace stand-up desde que fue contactada para participar en talleres de humor por sus contenidos cómicos en redes sociales. Foto: Stefanny Najar

Aunque cada vez es más común ver a mujeres en noches de micrófono abierto con otros comediantes o en sus propios proyectos, también la creación de espacios de solo mujeres se ha convertido en una tendencia. Mafe Cárdenas es una de las humoristas que han impulsado este tipo de colaboraciones: “Cuando estamos entre nosotras, hablamos de cosas distintas. La energía femenina que se da en esos momentos es muy divertida”, En funciones como Ay benditas, María Fernanda invitó a Silvia y a Valentina para hablar de sus experiencias y hacer reír al público desde un ambiente que ella considera que es distinto y especial. A pesar de que existe la cuestión de si esos espacios refuerzan divisiones de género en el oficio, lo que es cierto es que ha sido una oportunidad para nuevos talentos.


Otro ejemplo de estos espacios es Al banquillo, de Smoking Molly, un lugar en el barrio La Macarena donde suele haber noches de rock, blues, jazz y comedia. En este espectáculo, varias mujeres comparten el escenario y al final de sus rutinas interactúan con el público hablando sobre sus experiencias en el humor. Como los anteriores, también está la Noche de chicas en Sibateando (en Sibaté, Cundinamarca), un espacio presentado por el comediante Emir Quintero, donde la comedia está a cargo de mujeres.


Para ellas, todas las mujeres tienen voces necesarias. Lo que las hace únicas es la exposición de sus miradas, opiniones y lamentos de manera hilarante y sin vergüenza. Ellas no tienen máscaras y una vez se encienden los micrófonos se despojan de encasillamientos y expectativas, con el objetivo de hacer reír reafirmando sus identidades, superando obstáculos, desahogándose y divirtiéndose.

 

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