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Xtian: el humor también es gráfico

Por Juan Carlos Senior Jácome // Revista impresa


Cristian Sánchez, más conocido como Xtian, es uno de los caricaturistas de opinión más jóvenes e importantes del país. Se ha dedicado a cuestionar a la clase política por medio de dibujos que publica en Publimetro y comparte en Twitter. Además, ha reflexionado sobre la depresión y las relaciones sentimentales en su cómic Anfabio, publicado los fines de semana y los festivos en El Espectador.

Cristian Sánchez, más conocido como Xtian en el mundo de las caricaturas. Imagen: Cristian Sánchez

Las caricaturas de Xtian son directas y tienen un contenido político claro. A su través, critica a quien “da papaya” y se burla de quienes ocupan el poder. Desde pequeño, sus dibujos se convirtieron en una forma de narrar los hechos y, además, de cuestionarlos; tal es así que mientras estudiaba en el Colegio Berchmans, de la Compañía de Jesús, en Cali, empezó a caricaturizar todo lo que ocurría a su alrededor.


Cristian es caleño, tiene 32 años y es uno de los caricaturistas de opinión más reconocidos en redes sociales, donde comparte sus ilustraciones. También publica en el diario Publimetro, y en El Espectador se ha enfocado en su cómic Anfabio, donde cuenta la historia de una rana que, deprimida y poco agraciada para las relaciones, reflexiona sobre la vida, el amor y la melancolía.


Estudió Artes Visuales en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, y tiene una maestría en Comunicación Política y Nuevos Periodismos. Ha plasmado su trabajo en algunos libros: el que realizó para su trabajo de grado y también su primer libro de caricatura, ¿Y yo cómo voy ahí? (2013). En él reúne varios de sus dibujos y, además, publica otros inéditos sobre algunos de los casos de corrupción más sonados en el país.


Actualmente tiene cerca de 74 000 seguidores en Twitter, donde cada día publica una caricatura y sostiene álgidas discusiones políticas, siempre convencido de que a través del humor es posible criticar al opresor y defender al oprimido. Lo que antes plasmaba en sus cuadernos, llenos de dibujos y caricaturas de sus profesores, ahora lo ocupan sus redes sociales y las páginas de los periódicos; su crítica política es sincera y representa graciosa y exageradamente a los personajes de la clase política del país.

Autorretrato de Xtian. Imagen: Xtian

Directo Bogotá [DB]: ¿A qué edad empezó a dibujar?


Cristian Sánchez [C. S.]: Digamos que he dibujado toda mi vida. No recuerdo un momento en el que no esté dibujando, pero a los 14 años sí empecé a hacer caricatura política. Y me acuerdo de que esas caricaturas fueron rotando de salón en salón en mi colegio; luego colocaron un panel donde yo me encargaba de caricaturizar lo que ocurría en el colegio, Cali y Colombia. En 2010, o quizá en 2011, publiqué en Directo Bogotá y en Foro Javeriano, entre otros medios universitarios, para la Javeriana de Cali y varias más.


DB: ¿Por qué la caricatura política?


C. S.: Yo no sé, es muy extraño. Mi familia no está interesada en la política y no pertenece a un núcleo intelectual. Yo no pertenezco a esas familias que leen el editorial del periódico al desayuno; yo fui criado a punta de Caracol y RCN. De hecho, en mi familia todos nos diferenciamos mucho en cómo vemos la situación del país. Entonces, por ese lado no fue. En el colegio, a pesar de incentivar el pensamiento crítico, tampoco siento que haya habido un especial interés [en estas cosas]. Entonces, no tengo ni idea.


Sé que siempre hubo amor por el dibujo. Ha sido una catarsis: ha sido mi espacio, un lugar para soñar, crear y volar. Ha sido algo muy propio, algo que me identifica. Puede ser también porque viví mi adolescencia en las décadas de 1990 y 2000, un momento muy álgido políticamente hablando, un momento en el que se hablaba de violencia y de guerrilla. Yo sentí que quería opinar sobre eso y admiraba mucho a los caricaturistas de los periódicos de ese tiempo. También he estado muy conectado con el mundo del humor; siento que siempre he sido medio payaso. Entonces uní todo y después se volvió algo profesional.


DB: ¿Lo han criticado por sus caricaturas?

Surrealismo trágico. Imagen: Xtian

C. S.: Los insultos también hacen parte de este mundo de las caricaturas, ya que están conectadas con las pasiones y las creencias políticas. En este país se cree que uno solo puede pensar desde un espectro político, y aunque yo digo sin ningún problema y de frente que me siento más afín a las ideas de izquierda que a las de derecha, eso no quiere decir que comparta todas las ideas de izquierda y que no entienda la política desde el pesimismo absoluto. [Es allí] donde las personas con poder están al servicio de las élites, sin importar su ideología. Mi tarea es criticar al político que “da papaya”, y eso es lo que intento hacer.


DB: Pero expresar sus opiniones en un país como este debe exponerlo a situaciones difíciles…


C. S.: En Colombia se entiende la política como una hinchada: es decir, gente que tiene a su respectivo político como su salvador. Hay muchas pasiones que se mueven ahí. Sin embargo, el humor funciona cuando uno se desconecta afectivamente de algo, porque si no, no hay humor y se pierde el chiste. Yo recibo puteadas y señalamientos; me preguntan que si me pagan el Estado, Uribe, Petro, Maduro… Mejor dicho, que a mí me paga todo el mundo… Y lo peor es que no me pagan lo suficiente.

 

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DB: ¿De dónde sale el nombre Xtian?


C. S.: Mi mamá es filósofa, y los filósofos están muy conectados con el alfabeto griego y generalmente abrevian las palabras con una x, que significa Cris. Ella también usaba esta letra para escribir nombres: por ejemplo, Cristóbal, quedaba como Xtóbal. En cuarto de primaria, para marcarme los colores de mi cartuchera, ella escribió la X y le añadió tian. A mí me gustó como se veía y decidí firmar así desde entonces. Nunca pensé que se fuera a pronunciar la x, ya que la forma correcta de hacerlo sería Cristian. La gente lo empezó a pronunciar como se ve, y me gustó cómo sonaba. Así fue como se quedó Xtian.


DB: ¿Hay algún límite en el humor al momento de crear una caricatura?


C. S.: Tengo mis límites públicos, que son diferentes a mis límites privados en el humor. Teniendo en cuenta que publico en un medio masivo, que llega a diferentes personas, mi límite se convierte en respetar la lucha de los desfavorecidos. Mi trabajo apunta a criticar, mofar, ridiculizar y señalar al opresor, mas no al oprimido. Todo lo que sean luchas sociales, movimientos sociales, minorías y todo este tipo de cosas es mi límite. Mi mensaje es caerle al tirano: esa es mi función como caricaturista. Para burlarnos de nosotros mismos o de los oprimidos existe otro tipo de humor y otros espacios. Yo creo que uno se puede burlar de todo en esta vida.

Negocio. Imagen: Xtian

DB: ¿Alguna vez lo han censurado?


C. S.: En Colombia existe una forma de censura muy particular: la autocensura, la que uno se impone dependiendo de en cuál medio publica. Hasta ahora ningún medio ha cuestionado mis caricaturas; siento que al menos estos dos medios para los que trabajo han respetado bastante el género de la opinión.


En algún momento Instagram me bajó una caricatura que para mí fue infortunada, que quedó muy mal resuelta por parte mía; sin embargo, me sorprendió bastante que la plataforma lo hiciera. Me quedó la duda de si fue por lo mal resuelta, por la falta de empatía o por el mensaje que estaba detrás. Tenía que ver con el Ejército y las violaciones; era una caricatura mal hecha. Las imágenes dependen mucho de la interpretación de cada persona que las ve y esta envió el mensaje que yo no quería, y terminó afectando a gente que yo no quería afectar.


DB: ¿Alguna crítica le ha parecido curiosa?


C. S.: Hace poco me pasó algo divertido en Twitter. Alguien criticó una opinión mía y la complementó con una caricatura hecha por mí. Me pareció hermoso que me estuvieran atacando con mi propio trabajo; me pareció muy chévere y muy divertido. Estoy seguro de que el tipo no sabía que yo había hecho esa caricatura.


DB: ¿Hacia dónde va Xtian?


C. S.: Estoy llegando a un punto en el que siento que la caricatura ya no puede trascender más. También es posible que en los próximos años experimente con nuevos lenguajes. Yo, obviamente, seguiré en el mundo del humor, pero me gustaría publicar más libros y quizá alejarme un poco de la política y meterme más en el humor costumbrista. Estoy en un proceso de recoger frutos, por un lado, y, al mismo tiempo, poder reinventarme: la palabra favorita de la pandemia.


En El Espectador hago un cómic muy sencillo (Anfabio), pero respeto mucho el oficio del cómic y no considero que ese sea propiamente mi lenguaje. No me imagino haciendo un cómic como tal; no tengo el interés.

 

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