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Diego Trujillo: de las telenovelas a TikTok

Por Carlos Pinzón // Revista impresa


Tras el comienzo de su nueva faceta en TikTok, la red social más centennial e influyente para jóvenes, el actor y comediante Diego Trujillo nos habla de su recorrido profesional con tantos papeles memorables en las pantallas de los colombianos, sus presentaciones de stand-up comedy y su adaptación hoy a las redes junto a su hijo.

Mientras Diego sube videos para sus seguidores más jóvenes en TikTok, continúa enfocado en sus monólogos. Imagen: Diego Trujillo

Desde sus recordadas apariciones en Los Reyes (2005), El capo (2009), ¿Dónde carajos está Umaña? (2012) y Metástasis (2014) —la adaptación al español de Breaking Bad— hasta sus monólogos de stand-up comedyPadre rico, pobre padre, ¡Qué desgracia tan infinita! y Elogio de la estafa—, Diego Trujillo ha logrado ganarse al público. Y la gente no lo sigue solo por su talento como actor, sino también por su capacidad de hacer reír y, a veces, de reírse de sí mismo.


Él, una persona alegre y positiva, derrama carisma tanto en los escenarios como en su trato cordial. Este padre, actor, arquitecto y humorista, nacido en Bogotá, está siempre dispuesto a sacarle una sonrisa a quien lo escucha o incluso a quien hoy lo sigue en sus redes sociales, especialmente en TikTok. Desde allí ha empezado a llegarle a una audiencia más joven de la mano de su hijo Simón, con quien crea contenidos divertidos y honestos para sus más de casi 230 000 seguidores.


Diego entró al mundo de las redes sociales gracias a su hijo Simón

Aunque asegura que siempre está en la búsqueda de ser el mejor actor, la situación ha cambiado en los últimos meses para Diego: la pandemia lo transportó a las redes sociales, ese espacio tan dúctil, impredecible y distinto al de las tablas y los sets de grabación. Tan inusitada fue su experiencia que hasta la relación con su hijo cambió en la construcción de un lugar de enseñanza recíproca: él enseña a su hijo a ser cauto con la atención de aquellos 800 000 seguidores con que cuenta el joven Simón en TikTok; este último enseña a Diego sobre likes, followers, filtros, tendencias, retos y demás particularidades de la jerga tiktoker.


Sin embargo, Diego no ha olvidado sus otras pasiones. Por eso, mientras sube videos para sus seguidores más jóvenes, continúa enfocado en sus monólogos. Él disfruta enormemente el proceso de escribir y poner en escena su humor, con el que procura una mirada introspectiva; para él, compartir sus opiniones es una forma de llevar a quienes lo siguen a reflexionar a partir de sus ideas.


Directo Bogotá [DB]: ¿Cómo pasó de la arquitectura a la actuación?


Diego Trujillo [D. T.]: Todo proviene de una manera de ser: cada quien tiene algo que lo mueve por dentro y lo motiva. Para mí fue la importancia de destacarme en lo que hago, una configuración personal. Sentía que como arquitecto no me iba a destacar como hubiera querido. No estaba relacionado con el éxito; se trataba más de un propósito personal.


DB: ¿En esta transición hubo algún momento que marcara un antes y un después?


D. T.: Hay un cambio importantísimo con dejar de ser anónimo: cambian las dinámicas en la vida de una persona. Salir a caminar a la calle siendo anónimo es una delicia; disfruto de eso cuando viajo. Dejar el anonimato es un cambio radical, pero gracias a ese reconocimiento se ve una respuesta muy positiva de la gente que me sigue y apoya mis proyectos.


DB: ¿Qué lo motiva a ejecutar una puesta en escena?


D. T.: Hay una sensación particular dependiendo del género que uno esté haciendo: sea televisión, teatro, película o alguno de los monólogos que hago. En mi caso en general se trata de una mirada crítica que tiene que ver con qué tan bien lo esté haciendo; es una manera de medir qué tan bien están saliendo las cosas. Es una proporción entre la reacción, la retroalimentación del público y mi reflexión crítica personal.

 

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DB: Colombia es un país que sufre mucho. ¿Cree que la comedia nos ayuda a soportar estas situaciones tan duras?


D. T.: Es un asunto muy complejo. Definitivamente, a pesar de no ser el país más feliz del mundo, somos un pueblo tremendamente resiliente que, a pesar de la historia que tenemos detrás, resiste y es capaz de seguir adelante. Productos como ¿Y dónde carajos está Umaña? ayudan a la gente a reír, a superar las tragedias propias o ajenas y a seguir adelante, poniéndole buena cara al mal tiempo. En mi caso, no uso la herramienta, que es la comedia, como un medio para solo hacer reír a la gente, sino para que se vean a sí mismos, para criticar situaciones, aspectos de la condición humana y todo esto.


DB: ¿Qué lo motiva a escribir sus monólogos y stand-up comedy?


D. T.: Son varias cosas. Pero, en resumen, me encanta escribir; me gusta la comedia y, más aún, me encantan el teatro, el escenario y estar conectado con el público. Me gusta no quedarme solo en el chiste, sino hacer una reflexión. A través del humor negro digo lo que pienso y comparto mi mirada personal sobre temas que me llaman la atención o me preocupan.


Diego junto a su hijo bailando en un video para TikTok

DB: ¿Cómo se siente en TikTok? ¿Qué es lo que más le llama la atención de esta nueva red?


D. T.: Empezaría diciendo que yo entré a esa red por accidente y gracias a Simón, mi hijo. Él llevaba ahí metido unos años y contaba con algunos seguidores, no muchos. Un día, de repente, le dio por grabarme. Fue un video elemental en el que me puso a cantar una canción; subió ese video y se volvió viral. A partir de ese momento, el perfil de Simón obtuvo 800 000 seguidores.


El hecho de que la gente lo reconociera, en parte, por ser hijo mío, me generó muchas sensaciones. Ha sido un constante acompañamiento, implementando consejos desde mi experiencia para lidiar con la atención y el público. Adicionalmente, me ha parecido muy interesante meterme en una red social de jóvenes. Para mí es muy chévere acercarme a esa nueva generación; es toda una exploración. Las redes son el medio de comunicación del futuro.


DB: La relación con el público a través de TikTok debe ser muy distinta a la que usted estaba acostumbrado…


D. T.: Frente a esta coyuntura del encierro, me ha sido interesante poner a prueba la comedia en la virtualidad, sin el contacto directo con el público. No es el escenario ideal, pero aprendí y me adapté a una nueva situación que me permite tener una nueva posibilidad. Esa virtualidad llegó para quedarse, y debemos seguir trabajando ahí.


No obstante, de a poco está volviendo el teatro: las salas se están abriendo nuevamente y, por ejemplo, dentro de una semana tengo de nuevo una presentación con público. Esa fuerza que emana la conexión es irrepetible; no se puede reemplazar por la virtualidad.


DB: ¿Cómo ha sido esta nueva etapa de compartir “escenario” con su hijo en las redes sociales?


D. T.: Tiene cosas positivas y negativas. Me ha hecho estar muy a la expectativa y presente en el proceso de Simón; a él le llegó, como les llega a muchos, un boom y un aumento de seguidores muy particular, y es natural que aún esté aprendiendo cómo manejar el éxito repentino. Espero que no tuerza su rumbo, que se deje aconsejar y guiar; me gusta que ahora esté explorando una vena artística que quizás no había tenido en cuenta.


DB: ¿Cómo hacer de Colombia un país más genuinamente feliz? ¿Cuál es el legado que usted le quisiera dejar a la juventud?


D. T.: Podría resumirlo diciendo qué le quiero dejar a Simón, como si se tratara de todos los jóvenes de este país. Si tuviera a Simón frente a mí, le diría que no se deje obnubilar por la fama repentina; me parece que los jóvenes hoy buscan un éxito instantáneo y tienen muy poca capacidad de enfrentar la frustración, los pequeños fracasos. Le diría que aprenda a ser de largo aliento, a proyectar sus aspiraciones y objetivos hacia un largo plazo. Le diría también que viva con atención y con compasión; que se maraville con la existencia misma de la vida, de uno y de los demás; que privilegie la vida y que tenga compasión por los demás.

 

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