Por Angélica María Arango Mateus // Revista impresa
A propósito de su más reciente espectáculo, Más fuertes que el virus, conversamos con el comediante y actor Iván Marín. Nos contó acerca de su carrera, sus inicios como humorista y sobre cómo este oficio ha hecho parte de su vida desde pequeño.
Entre risas y aplausos, entra al escenario; irradia alegría y contagia su vibra sonriente. Iván es tan carismático como se ve en sus redes sociales; tan apasionado como se percibe en su carrera humorística, y tan simpático como se ve en sus presentaciones. Es una persona espontánea que por medio del humor relata la realidad de los ciudadanos y que, además, reflexiona acerca de situaciones del diario vivir.
Tras cumplir 21 años de carrera, el comediante, que se destacó por su participación en las cinco temporadas del programa Los comediantes de la noche (del canal RCN), sigue demostrando su vigencia y la disciplina con que ha logrado ser uno de los comediantes más reconocidos en el país. Con sus múltiples stand-up comedies, los siete trabajos cinematográficos en los que ha participado y su canal en YouTube, ha cosechado muchos éxitos, que continuarán con sus nuevos proyectos —como la película que protagonizará próximamente con Jessica Cediel—.
Su último espectáculo, Más fuertes que el virus, es un constante juego con el público; su puesta en escena es clara, y también hay un espacio para la improvisación, que otorga una fluidez distinta a otro tipo de obras de esta categoría. Además de tener público presencial, se incluye la posibilidad de ver el espectáculo virtualmente: desde allí puede interactuarse con el humorista mediante preguntas y comentarios.
Marín vive con su esposa, Leidy Silva, y sus dos hijos, Nicolás y Julieta, a los que llama la fuente de su felicidad e inspiración; en sus presentaciones alude siempre a su familia. Además de ser un apasionado por las risas, el comediante se describe así mismo como un ñoño, amante de los superhéroes y de lo geek. En su hogar cuenta con una colección de figuras de acción y de varios objetos alusivos al mundo de DC Comics.
Directo Bogotá [DB]: ¿Cómo fue su formación como comediante?
Iván Marín [I. M.]: A decir verdad, me sigo formando como comediante, porque, por más de que ya lleve un buen ratito dedicado a esto, creo que siempre surgen cosas nuevas. Justo cuando uno cree que ya se las sabe todas, aparece alguna situación para la cual uno no estaba preparado y [a la cual] reacciona de forma equivocada, y ahí uno aprende y dice: “¡Ah, juemadre! Vea, aún hay mucho por aprender”.
Yo creo que mi formación como comediante sigue dándose día a día, y eso es parte de lo que me parece bonito de este negocio: que aún tiene la capacidad de sorprenderme.
DB: ¿Cómo se dio cuenta de que la comedia era lo suyo?
I. M.: Al principio me rehusaba a aceptar que mi destino era hacer reír, porque intentaba abordar el arte desde otros puntos de vista mucho más serios, y las cosas por ese lado realmente no se me daban. Cuando empecé a explorar el humor de manera inconsciente, comenzaron a surgir cosas positivas de las cuales me di cuenta ya después.
Llegó un momento en el que me di cuenta que, juepucha, para qué luchó contra esto si aquí hay algo, si tengo un no sé qué en el humor. Los que nos dedicamos a hacer reír tenemos algo, no sé definirlo, pero hay algo que uno tiene que genera risa en las personas y creo que finalmente eso es un don que, si se nos dio, hay que usar de alguna forma.
DB: ¿Desde pequeño tuvo este don o lo fue construyendo con el paso de los años?
I. M: ¡Sí! Yo era el graciosito del grupo, pero solo porque me gustaba disfrutar la vida y ya. Nunca lo vi como una habilidad, como una aptitud. Solamente mucho tiempo después, cuando ya miré en retrospectiva mi vida, me hice consciente de eso y dije: “Vea que sí, yo siempre he hecho reír a la gente”.
DB: ¿Estudió para pulir ese don?
I. M.: El don hay que tenerlo, pero se pule. En el proceso empecé a estudiar mucho; tomé muchos talleres enfocados en muchas áreas del arte, como técnica de expresión corporal, manejo de la voz, escritura creativa y cosas así. Pero creo que tal vez la parte más importante de esta construcción fue el hecho de empezar a trabajar precisamente al lado de grandes humoristas, que fueron los que me orientaron y me llevaron de la mano por el camino. Y así fue como terminaron las cosas dándose de una mejor manera.
DB: ¿Quiénes lo inspiraron?
I. M.: ¡Uy! Es que inspiraciones tengo demasiadas; hay tanta gente a la que yo admiro, pero más que los que me inspiraron, prefiero hacer énfasis en los que, además de inspirarme, me ayudaron en el camino: Crisanto Vargas (Vargasvil), humorista antioqueño; César Agusto Betancourt (Pucheros), guionista de humor; Juan Manuel Maldonado, guionista de televisión, y Gonzalo Valderrama, comediante de stand-up.
DB: ¿Cree que se está profesionalizando la comedia?
I. M.: La comedia es una profesión como todos los oficios: siempre hay personas que lo estudian y lo ejecutan de manera correcta, como muchos otros que tal vez simplemente llegan por un afán de rebusque y lo abordan sin hacerlo a conciencia ni de la manera más correcta ni ética del mundo. Yo creo que sí es una profesión y, como toda profesión, tiene de todo.
DB: ¿Cómo es lograr ese reconocimiento a partir de la comedia, que antes no era tomada tan serio?
I. M.: Se siente un poco de orgullo personal saber que se aportó un granito de arena para que eso se hiciera realidad. El hecho de que al comediante ahora lo consideren para cosas que no podíamos ni siquiera soñar cuando empecé en esto ya es algo que me hace decir: “Bueno, hemos aportado algo”. Y eso sí, indudablemente, me hace sentir orgulloso de lo que se ha realizado.
DB: ¿Cuál cree que es su mayor logro profesional hasta el momento?
I. M.: Esto va a sonar muy cliché, pero, profesionalmente, es seguir vigente y seguir viviendo de esto, que no es fácil. Hay muchos que han tenido su momento y se apagan, pues no es fácil mantenerse. Puedo seguir viviendo de mi profesión. Gracias a Dios, siempre hay suficientes trabajos y proyectos en los que estoy involucrado.
DB: ¿Cuánto pesa la disciplina para que la carrera de un comediante se mantenga en el tiempo?
I. M.: Muchísimo, indudablemente. Haciendo cuentas, yo creo que la disciplina, más que el mismo talento, es lo que me ha ayudado a llegar donde estoy, porque gente talentosa hay mucha. He conocido gente mucho más talentosa que yo pero cero disciplinada. Entonces eso hace muy complicadas las cosas.
DB: ¿Cuál fue el origen de Más fuertes que el virus?
I. M.: Pues era algo que absolutamente todos estábamos viviendo. Creo que era necesario tocarlo para mostrarles a las personas un rostro diferente de esto que nos ha hecho sufrir…, porque nos ha hecho sufrir, eso no se puede negar. Pero, precisamente, siempre he sido un convencido de que ante esas dificultades tenemos que encontrar una forma de reírnos, entonces dije: “Bueno, pues vamos a ver cómo puedo tomar todo esto tan fuerte que está ocurriendo y convertirlo en humor”. Y es lo que intento hacer con Más fuertes que el virus.
DB: ¿Cómo armó su rutina para Más fuertes que el virus?
I. M.: A lo largo de la pandemia, siempre he ido tomando apuntes de las cosas que me parecen curiosas, llamativas y jocosas, pues creo que ser comediante es un trabajo de tiempo completo. Uno está constantemente pensando, creando, viendo de qué va a hablar, analizando qué cosas pueden ser graciosas y que tal vez pasan inadvertidas para la mayoría de las personas. Nuestro trabajo está en llevar la atención hacia ese hecho puntual, para que se advierta lo gracioso que hay en él.
Todo el mundo está viendo la pandemia como algo que nos ha traído dificultades, pero, repito, creo que en toda esa dificultad hay que encontrar algo gracioso y lo importante es siempre hacer que el material cómico no busque lastimar a nadie ni ofender, solamente que esté en pro de las sonrisas de otros.
DB: ¿Qué lo hace feliz?
I. M.: Me hacen feliz mi familia y mi profesión: soy muy feliz realizando lo que hago. Ya estoy cumpliendo 21 años dedicado a este oficio de hacer reír y el hecho de, precisamente, poder contar tantos años a cuestas me hace sentir muy feliz, porque sigo disfrutando mucho esto.
DB: ¿Qué viene para usted?
I. M.: Estamos trabajando en varios proyectos, y esperamos que culminen en algo bonito. Se viene una película que ya está grabada. Es una película que protagonizamos junto a Jessica Cediel y otra nómina muy grande de actores, y creo que, además de hacer reír, trae un mensaje bonito.
Además, estamos próximos a estrenar una serie, tal vez la primera en la que tengo la oportunidad de actuar junto con mis compañeros humoristas. Entonces, es un paso muy importante para nosotros en nuestra carrera. Además, hay un proyecto que estamos realizando y que nos llena de alegría. Se llama Los de la culpa.
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