Un lenguaje universal, intangible, poderoso y sensible que le exige a sus oyentes una mayor interpretación es el resultado del arduo proceso que hay detrás de una orquesta sinfónica.
La Orquesta Javeriana en Sala Múltiple
Con una postura perfecta y la mirada fija en sus atriles, cada músico toma su instrumento y se prepara para la señal que dará inicio al desborde de su talento y preparación. Armonía, precisión y trabajo en equipo son fundamentales para que cada nota se entrelace de manera perfecta con el fin de mostrar la pieza musical. Violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, oboes, clarinetes, fagotes, cornos, trompetas, trombones, timbales y percusión son los cómplices en cada composición.
La Orquesta Sinfónica de la Pontificia Universidad Javeriana está conformada por estudiantes de la carrera de Estudios Musicales, que realizan una audición a principio de semestre. Antes eran presenciales, pero por agilizar el proceso actualmente se presentan por medio de un vídeo. El repertorio es asignado por la facultad, de los que se utilizan en distintas orquestas en el mundo o el que será empleado en el semestre. Estas audiciones se califican y con base en eso se hace la clasificación de la posición en la orquesta según cada instrumento.
"La orquesta tiene tres grupos instrumentales grandes: las cuerdas que es la base, los vientos que se dividen en maderas y metales y, por último, la percusión”, explica el director de la orquesta, Luis Guillermo Vicaría. Por esta razón, las cuerdas se encuentran adelante, los vientos en el medio y la percusión detrás. “Dentro de todo esto hay una jerarquía, entonces el grupo de primeros violines tiene un jefe (concertino) y ese jefe es el concertino, o la mano derecha del director y así mismo con los demás instrumentos, por ejemplo, una primera flauta y una segunda flauta”.
La concertina
Ana Uribe, quien ha sido concertina de la orquesta expresa: “El concertino tiene varios roles dentro de la orquesta, por un lado está a cargo de afinar la orquesta en el ensayo y el concierto, para asegurar que todas las secciones (el viento, la percusión, las cuerdas) queden bien afinadas y también es el primer jefe de la sección de violines, también debe cuadrar los arcos y las digitaciones para la segunda fila”. Ana asegura que ha sido un gran reto para ella asumir este cargo, pero que siente que esta experiencia le ha permitido crecer como música y como persona.
Acoplar tantos instrumentos no es algo sencillo, por esta razón los músicos de la orquesta tienen que presentarse todas las semanas de una a cuatro de la tarde en la Sala Múltiple del edificio de Artes. “Dentro de la universidad a veces nos presentamos aquí en la Sala Múltiple, que es un espacio excelente para ensayar, aunque para conciertos se queda un poco pequeño”.
Asimismo, la Orquesta Sinfónica de la Javeriana busca presentarse en diferentes espacios para que los estudiantes tengan la experiencia de desenvolverse en otros escenarios, puesto que las condiciones acústicas de cada lugar son distintas y eso les obliga a tocar de una manera distinta; además de llegarle a diversos públicos. Algunos de los espacios que han sido testigos de la magia de la orquesta han sido la parroquia Cristo Rey, el auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y la restaurada Iglesia de San Ignacio.
Estreno solemne
El concierto de la restauración de la Iglesia de San Ignacio, en octubre último, tuvo un gran significado para los músicos y el maestro Vicaría, pues para él fue muy especial porque sintió que el espacio era una extensión de la universidad y de la comunidad universitaria, por lo cual fue como tocar en casa. “Fue muy especial, primero por el lugar, es muy impresionante pues es una iglesia muy antigua y tiene muchísima historia y la energía. La energía fue muy especial. Fue una mezcla de emociones, concentración y de muchas ganas”, cuenta Christian Cortés, estudiante de estudios musicales de noveno semestre, que hace parte de la Orquesta Sinfónica de la Javeriana desde 2012.
El repertorio de este evento fue el concierto para flauta piccolo de Antonio Vivaldi, la quinta sinfonía de Ludwig Van Beethoven y la suit de danzas del Ballet Estancia de Alberto Ginastera. Las presentaciones de la orquesta son entre una y tres veces por montaje, lo que equivale a cuatro o cinco conciertos en el semestre.
Entre otras piezas musicales que ha interpretado la orquesta se encuentran: la octava sinfonía de Beethoven, primera, quinta y séptima sinfonía de Tchaikovsky.
“La orquesta de la universidad es un espacio maravilloso para los estudiantes de música, y no solo para ellos, sino para todas las personas que tienen la oportunidad de oírla. Es el espacio que tienen los estudiantes de instrumentos sinfónicos para tener su práctica orquestal, no es fácil tener dentro de una universidad una orquesta y nosotros gozamos de esa posibilidad”, dice Vicaría.
Luis Guillermo Vicaría, maestro de la Orquesta.
Parejas indestructibles
Leonardo Barrios toca la trompeta hace diez años y pertenece a la orquesta hace dos años. “El nivel de la orquesta es muy alto. Ha sido una experiencia muy enriquecedora porque en la vida profesional hay más orquestas que bandas y es también aprender eso, la competencia, porque en las grandes orquestas hay solo dos plazas para trompetas y ahí debes hacer la mejor audición para ingresar. También te permite conocer el repertorio, que es reconocido a nivel mundial. Además, esta es una de las orquestas universitarias más prestigiosas del país, entonces llevar esa responsabilidad es muy chévere”.
La relación que tienen los músicos con su instrumento es más íntima de lo que el espectador puede percibir en los conciertos. Es una relación que solo se puede expresar en su totalidad con su propio lenguaje, el de la música. “El violín es mi cómplice, es algo profundo lo que uno llega a sentir por su violín. Uno coge el instrumento de otra persona y no siente lo mismo, uno piensa que es parte de otra persona, por eso se siente tan ajeno”, dice Victoria Cañón, quien decidió estudiar música por la pasión que sintió al interpretar este instrumento en una orquesta, pues de esta manera el violín le dejó de parecer algo aburrido. .“En todo hay música, hasta en el silencio. En los 10 años que llevo en la música nunca me he aburrido de ella. Se trata de sentirla, de disfrutarla...ni siquiera tienes que entenderla para disfrutarla”.
Leonardo, con la vista perdida a través de sus lentes sonríe y afirma refiriéndose a su trompeta: “La amo. llega un momento en tu vida en que tu instrumento se hace parte de ti, de hecho hay una frase que dice ‘tú no tocas un día y tú lo sientes, dejas de tocar dos días y el público lo siente’ y se vuelve una parte muy importante de ti. Yo sé que uno no debe ser muy apegado a las cosas materiales, pero ya se vuelve como una parte de tu cuerpo”. Varios integrantes de la orquesta comparan esta relación con una de pareja: “A veces tiene altibajos, siempre lo amo, pero hay veces que me da lo que llamamos crisis de músico, lo que es normal y siempre es por uno, no por el instrumento en sí”, explica Christian Cortés.
Generación tras generación la orquesta sigue trabajando por proyectar una excelente imagen de su esfuerzo. Por ser una orquesta académica el proceso varía con la entrada y salida de los estudiantes—que en los casos más afortunados se van a continuar sus estudios en el exterior— , pero a pesar de este reto, Christian que lleva cinco años en la orquesta asegura que “siempre va a mejorar, pero todos los procesos son distintos y la sonoridad de la orquesta siempre es distinta, pero es bueno porque la experiencia de la orquesta es diferente”.
La invitación queda abierta a todo aquel que sienta curiosidad por el arte y la sensibilidad, y para aquellos que no le han dado la oportunidad por creer que es algo aburrido, el maestro Vicaría les recomienda: “Si tienen la sensación de que es algo aburrido, algo que no interesa, es porque no le han dado el tiempo, porque realmente dentro del repertorio de música sinfónica hay una gran cantidad de obras que son muestra de la expresión del ser humano que es maravilloso y que es imposible de explicar con palabras. Y lo que pasa con la música es que requiere no solamente sentarse de una manera pasiva sino que invita a que haya una reflexión un poco más profunda, que haya un nivel de audición que no es algo totalmente superficial”.