Colombia es un referente mundial en materia de diversidad, el segundo país más feliz del mundo, el último Nobel de Paz, 27 medallas en los últimos Juegos Olímpicos, la comida, el mejor café, la cumbia, el pasillo, el currulao y como si no bastara, “el mejor castellano”, de alta pureza.
Estas postales fueron publicadas como una campaña de divulgación de algunas de las palabras que estarán incluidas en el libro. (Emma Jaramillo - Agencia Anadolu)
En el país de la paz, el “Sirirí” no se refiere al ave insectívora que hace un gran escándalo cuando anida, sino a la cantaleta o a una persona insoportable; un violinista no es alguien que toca el violín sino una tercera persona en una salida en pareja. Nuestras tradiciones pasan por el lenguaje y a través de nuestras palabras hemos recordado qué tipo de sociedad fuimos, somos y seremos.
Expresiones como “dar papaya”, “hacer locha” o “darse garra” son parte de la cultura y del patriotismo que se respira en el país. “Ututuy” es una expresión usada como piropo para referirse a alguien o a algo atractivo. El lenguaje colombiano es interesante de aprender porque a pesar de que a los latinoamericanos nos une una misma lengua, estamos llenos de repertorios propios y coloquiales tan divertidos como confusos.
Así que si usted no es colombiano y alguien le dice que esta arrecho: ¡no se asuste!, no se trata de una propuesta indecente. Este término se usa en Santander para referirse a una persona enojada. Una de las principales características de los colombianismos es la plurisignificación, es decir, varios significados: “Muñeco” no solo es un juguete, puede ser un muerto, un dispositivo que adultera los taxímetros, o un hombre simpático.
Lo cierto es que son muchas las palabras de uso diario en Colombia cuya definición local no está en el diccionario oficial de la RAE, y que ni siquiera aparecen mencionadas; y otras difícilmente se escriben porque casi siempre se utilizan solo en conversaciones. Estas expresiones dan cuenta de sabores regionales, música, quehaceres diarios, oficios, entre otros.
Reuniendo las tradiciones y las expresiones colombianas a través del lenguaje el pasado jueves 26 de abril el Instituto Caro y Cuervo presentó el Diccionario de colombianismos (DiCol), un recorrido por los campos de la cultura colombiana que explora el patrimonio léxico del país. Para la publicación se tuvieron en cuenta registros orales y escritos, voces de gente en la calle, emisoras de radio, telenovelas y periódicos regionales.
Portada y fragmento de la primera edición del diccionario,, publicada el año pasado.
El Dicol es un proyecto con financiación del Ministerio de Cultura para el que se recopilaron por más de dos años cerca de 8.000 definiciones y 4.500 ejemplos de palabras y expresiones. Este libro incluye la terminología informal del país, un lenguaje popular caracterizado por la jerga regional, despectiva, delincuencial... Aun así, los términos están explicados para que el lector sepa su origen y su uso.
En el diccionario las definiciones son breves y en la mayoría de los casos se ilustran con ejemplos. Para perfeccionar su uso el diccionario trae tres apéndices de gran utilidad: el primero con gentilicios de ciudades y municipios; el segundo de las lenguas de Colombia, y el último con las abreviaturas más usadas.
Una publicación que, más allá de mofarse de dichas expresiones, recopila la manera en que nos hemos edificado como sociedad, recordando que a lo largo del tiempo hemos acordado las formas de contarnos e inventarnos partiendo claramente del lenguaje.