Las ciudades son agotadoras. A diario quienes las habitamos estamos en un vaivén de qué haceres que nos impiden detenernos, ver, observar, preguntarnos ¿Dónde estamos? ¿Qué hacemos? ¿Qué nos rodea? Qué respiramos, tocamos, llevamos, nos lleva, nos condiciona, nos moldea, nos aterra o alegra, etc. Naturalizamos todo el caos y perdemos la capacidad de pararnos sobre él.
Fotografía por: Valeria Giraldo Rodríguez
Esta serie de fotografías es el reflejo de un deseo, el deseo de detenerse en la ciudad, suspenderse y tratar de ver la realidad de otra forma, verla como ella nos ve. Ver la realidad inversa como una metáfora de lo que vivimos en un objeto que puede mostrarnos otra perspectiva, donde el reflejo es pasajero porque nada permanece, donde el ojo se confunde, no hay límites, espacio ni tiempo, y la naturaleza misma del objeto que refleja proyecta la luz, produce imágenes que insta sensaciones, emociones, percepciones, pensamientos que al unísono se mezclan en aversión o armonía.
Ver las cosas de otra manera no implica solamente estar reinventándose, retroalimentar el corazón y la razón, sino realmente posicionarse desde un punto y tratar de ver lo invisible o a través de ello. Pararse frente a un vitral y encontrar que éste en sí contiene una forma y significado, pero que tras de él hay un millón de partículas que se esconden esperando ser vistas, reflexionadas y pensadas.
Fotografía por: Valeria Giraldo Rodríguez
Bogotá es una ciudad de contrastes, la ciudad por sí sola tiene ánimos. Un día te deja ser libremente y al otro te amarra, atasca y enfurece. El reto es caminarla, entenderla con sus fallas y dificultades como la víctima de un sistema más grande que ella, que nosotros: un sistema corrupto, contaminado, opresor y normativizador. Parar y pensar qué pasa por la mente de los demás es intentar encontrar una transparencia en su testa, salir del ensimismamiento de la cotidianidad, intentar no ser el lobo egoísta de Hobbes.
Fotografía por: Valeria Giraldo Rodríguez
Colores, sabores, texturas narradas en imágenes que, no sé qué tan periodísticas puedan llegar a ser, pero que intentan inquietar, incomodar, proponer un punto de partida hacia la cuestión de intentar con toda la fuerza del ser salir de la zona de confort y sentir con cada poro el aquí y el ahora.
Lo mejor de toda esta experiencia es que existen mil formas, exploradas o no, de retratar ciudad como un sentir bello y agobiante, entre ellas en ver desde los objetos que ignoramos.
Fotografía por: Valeria Giraldo Rodríguez