El padre Edison Sahamuel es el delegado para el patrimonio en la Arquidiócesis de Bogotá. Él se encarga de asegurar el bienestar de todo el patrimonio cultural de la Arquidiócesis, desde pinturas y esculturas hasta edificaciones como iglesias. Directo Bogotá conversó con él sobre su trabajo y sus experiencias.
FOTO: Cortesía OAC-Bogotá
En la Plaza de Bolívar, diagonal al Congreso, se encuentra el Palacio Arzobispal. Un edificio de dos pisos con unas gigantes puertas de cobre y el segundo está lleno de obras de arte religioso; pinturas, esculturas, vitrales y custodias que muy pocos llegan a ver. El padre Edison Sahamuel se pasea entre ellas a diario: es el delegado de la Arquidiócesis de Bogotá para la conservación y cuidado del patrimonio religioso. Este cargo existe como una unión entre el Ministerio de Cultura y la Arquidiócesis como parte de la Comisión de Monumentos que se encarga de la conservación y declaratoria de los bienes de interés cultural tanto materiales como inmateriales a nivel nacional. También existe a nivel local; en Bogotá desde ese cargo se cuidan los bienes arquitectónicos de interés cultural local y nacional. En esta entrevista el padre Sahamuel cuenta cómo es su trabajo y los proyectos de los que se ha encargado.
Directo Bogotá: ¿Cómo hace usted el estudio para saber qué necesita cada uno de los bienes que se encarga de cuidar como delegado de patrimonio?
Padre Edison Sahamuel: Bueno, yo comencé estudiando restauración de bienes muebles, no terminé, pero siempre me pareció interesante y valioso el saber en qué momento una pieza requiere una intervención y qué tipo de intervención. Yo no lo restauro, se lo entrego a un restaurador pero yo decido en qué momento algo se interviene. Por ejemplo, me acaban de entregar los detalles de cuatro piezas que mandé a restaurar. Hicieron un análisis con todos los datos de identificación, el estado de conservación de la pieza y un análisis de lo que necesita; a partir de estos análisis se acepta o no la propuesta. Pasa lo mismo con los edificios. Yo hice una maestría en restauración de monumentos arquitectónicos, por lo que he hecho restauraciones de edificios patrimoniales.
DB: Dentro de los proyectos que usted ha realizado, ¿cuáles han sido los más importantes?
PES: La restauración de la iglesia de Las Aguas, dejé todo listo pero no lo pude realizar por un viaje. Pero de todo, lo mejor es la curaduría de las obras que tienen aquí en la Arquidiócesis de Bogotá. Porque es un trabajo del día a día. Es un cuidado constante sobre las piezas, de ver si tienen algún problema. Ya tenemos más de la mitad de la colección restaurada pero no significa que no haya que hacerle mantenimiento porque los cambios climáticos afectan mucho las piezas. Ese cuidado del día a día de las piezas es de lo más bonito de mi trabajo.
DB: ¿Cómo funciona ese trabajo del día a día en el Palacio Arzobispal?
PES: Pues el día a día es estar muy pendiente de las piezas, de su limpieza cuando tienen polvo y toca hacerles mantenimiento que es supremamente sencillo pero hay que hacerlo. De repente una pieza hay que reubicarla porque el sitio donde está no es conveniente o le da mucha luz o queremos resaltarla. Entonces todo el tiempo se están haciendo cosas interesantes a favor del cuidado de la colección, uno no termina. Sobre los cuadros, por ejemplo, hay que comenzar a hacer proyectos de restauración porque hay alguno que presenta problemas con la pintura y se tiene que pasar la propuesta porque son cosas que son muy costosas y toca tener los recursos para hacer esos procesos de restauración.
DB: ¿Cómo se consigue el personal para la restauración y los recursos financieros?
PES: Nosotros tenemos un taller al que siempre le entregamos las piezas para restaurar, por lo menos desde que yo estoy a cargo siempre hemos tenido restauradores profesionales. Los recursos son propios, como es una colección tan particular entonces nosotros tenemos que proveer también recursos para llevar a cabo las restauraciones. Cuando uno solicita al Ministerio de Cultura recursos para hacer este tipo de restauraciones, no es fácil porque los recursos de ese ministerio son bajos en comparación con todos los otros frentes de trabajo a nivel nacional. Yo digo que el cuidado de estas colecciones es como los hijos de uno, que tiene que estar cuidándolos y mirándolos todo el tiempo, ellas no crecen y siguen siendo las mismas pero se pueden deteriorar muy fácilmente.
No compramos, una de las preguntas que más nos haces es ‘¿ustedes compran arte?’ Y no, no compramos. Yo creo que yo he sido atrevido comprando creo que un cuadro que alguna vez me ofrecieron porque lo vi en tan mal estado que daba tristeza saber que probablemente acabara en la basura. Era un santo y ahí dije yo ‘lo compramos’ y ahora está en proceso de restauración porque daba mucho pesar no poderlo arreglar.
DB: ¿Cuál ha sido el peor caso de restauración o el más dramático que usted ha visto?
PES: Yo creo que el cuadrito que compramos, este pequeño que te contaba ahorita. Ese San Jerónimo ha sido el peor caso de restauración porque la situación del cuadro es muy grave, el soporte y el lienzo estaban dañados entonces toca hacerle un reentelado, también un reintegro de pintura. Un proceso grandísimo sobre la pobre pieza, pero hay otras también muy graves especialmente cuadros. Hubo una que trajimos de una parroquia, no tenían cómo protegerlo ni restaurarlo y tenía una pudrición en el lienzo muy fuerte porque había estado expuesto a mucha humedad, lo tenían en una bodega en muy mal estado. Después de que se arregló quedó un cuadro hermoso.
DB: ¿Cuál es el proceso que recibe cada una de las obras o las piezas del patrimonio, además del estudio, que están encargados de conservar?
PES: Tiene que ver mucho con la investigación y aquí ese es un campo demasiado pobre. Nos falta hacer mucho estudio sobre el arte porque aquí tenemos muchos cuadros anónimos, que no están firmados, pero esos anónimos tienen nombre y quien hizo ese cuadro es una persona concreta de una escuela concreta. La investigación a nivel de bienes muebles e inmuebles se hace casi solo cuando toca hacer intervención de los cuadros. No existe investigación como tal sobre el arte porque es muy costosa y no hay quien la patrocine, y en este tema religioso se han hecho pocos y pequeños procesos de investigación.
DB: ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué hay tantos cuadros anónimos?
PES: Porque había mucha gente que no los firmaba, y los grandes no firmaban nada porque su firma era su propio estilo. Entonces cuando uno encuentra una obra dice ‘pues es que esto es absolutamente claro que es de tal persona’ ¿por qué razón? Pues porque es igual a uno que él firmó y se encuentra uno con que sí, efectivamente. Puede pasar con un autor que tenga mucha obra que no esté firmada pero uno sabe que la pieza es evidentemente es de esa persona, se le dice atribuido cuando esto pasa pero no se descarta la autoría de esta persona porque es obvia.
DB: ¿La Arquidiócesis cómo recibe las obras?
PES: Las parroquias las traen. Viene un párroco y dice ‘tengo una obra en mi parroquia que está en muy mal estado y no sé qué hacer con ella’. Hacemos un acta de la obra, el estudio, nosotros la recibimos y se queda aquí. Ahorita mismo hay una pieza que se está restaurando, que justamente pasó eso, de una parroquia la trajeron y estaba en muy mal estado. Era un cuadro de San Crispín y San Crispiniano que son los patrones de los zapateros, es un cuadro en muy mal estado, lo trajeron aquí y ahora se va a quedar. La posibilidad de que ese cuadro regrese a su parroquia de origen es muy remota porque si lo entregaron es porque no tienen cómo mantenerla o no les interesa la pieza.
DB: ¿En qué casos se devuelven a las parroquias de origen o se quedan todas aquí?
PES: Yo creo que se quedan permanentemente aquí, si a mí me preguntaran si devolvería cuadros de la colección que tenemos aquí a alguna parroquia pues la verdad es que no me atrevería porque de entrada tendrían que tener un sistema de seguridad muy grande y un proceso de conservación fuerte con las piezas para garantizar que no se van a perder. Y aún así difícilmente se entregaría porque aquí ya tiene toda una historia y forma parte de la historia de este lugar y sería inconveniente tanto para nosotros como para la parroquia desarmar la colección por la cantidad de cuidados que tienen las piezas.
Inauguraron una sala aquí en el Palacio y me dijo que unas de las pinturas pasaron por el Banco de la República, ¿esos préstamos cómo funcionan?
Se hacen unos convenios interinstitucionales, entonces el Banco de la República dice ‘necesito que me presten tal pieza porque es importante para nosotros y vamos a tener un evento o una exposición’. Cuando se hacen este tipo de convenios culturales no hay contraprestación. Lo que se pide es simplemente es estar en el catálogo o que nos los envíen para tenerlos en el archivo. Si se diera el caso del préstamo de una pieza para una publicidad, ahí si se tendría que tasar el préstamo de la pieza así sea la sola fotografía.
DB: Para la visita del Papa, se presentó la obra de la Virgen de Chiquinquirá que está en la catedral de ese municipio y usted estuvo a cargo de eso. ¿Cómo fue esa experiencia?
PES: A mí me invitaron para que conceptuara sobre la posibilidad de que esa pieza viniera o no a Bogotá, porque es una pieza que su estado de conservación es bueno y además es muy delicada. Al ser tan emblemática se querían tener los mínimos riesgos de que sufriera alguna situación. Los padres dominicos me invitaron a conceptuar sobre ella, la revisamos y efectivamente podía viajar por su estabilidad. Lo más interesante fue el proceso, el examen de la pieza, la valoración, el que finalmente viniera y se le hiciera un guacal extraordinario para que pudiera hacer el viaje. Toda la parte técnica me correspondió a mí, pero de todo lo más bonito fue la actitud de los boyacenses con respecto del cuadro porque ellos le tienen un amor muy grande, no al cuadro pero a lo que representa y era muy importante para ellos que su virgen viniera y volviera íntegra. Finalmente llegó, estuvo aquí una semana y luego volvió con todas las garantías, y el recibimiento que le hizo la gente fue extraordinario, una fiesta en Chiquinquirá. Si la despidieron con lágrimas, la recibieron con lágrimas.