Las formas dan información sobre la naturaleza de las cosas al presentar los objetos con sus sombras, contornos, texturas y, a su vez, al contar sobre su origen: si son naturales o creados por las manos humanas.
FOTO: Andrés Castro
Usualmente se asocia lo simbólico a la esfera de lo verbal o de los íconos universalmente reconocidos (por ejemplo: el ícono de hombre y mujer en la puerta de los baños, las señales de tránsito o los emoticones), pero en realidad el simbolismo también alcanza el terreno de las imágenes a través de las formas.
Las formas en la imagen permiten hacer eco a la voz del autor, simbolizan el objeto que se está capturando y a la vez permiten un juego de fondo-figura.
En el primer caso, cuando se observa una imagen se puede determinar parte de la forma de ver el mundo del artista o del fotógrafo, pues él está tomando la decisión de mostrar una perspectiva específica para captar aspectos de la realidad. No es lo mismo tomar una fotografía en primer plano que en plano cenital, no es lo mismo capturar una fotografía en la que las formas sean percibidas por el contraste de la luz y las sombras, que una en la que no se perciba tanta profundidad por mostrarse una completa iluminación.
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Las formas también permiten simbolizar el objeto capturado si al observarlo nos remiten a una connotación de ese objeto. Por ejemplo, si se captura la fotografía de un bus urbano en movimiento podemos pensar en el concepto de inmediatez y afán con el que se vive en las ciudades generalmente.
Por último, está esa dualidad entre figura y fondo que permiten las formas con sus contornos, al mostrar un objeto acabado y un acompañamiento detrás de este. A qué se le da importancia y qué se da por hecho, a qué se le da voz propia y a qué se le permite abrazar, acompañar, cubrir como un manto a esa voz de la figura. Es ese el juego entre estos dos conceptos.
Lo más maravilloso de este juego es que la capacidad de decidir cuál es el fondo y cuál es la figura no está en manos del autor de la imagen, sino del espectador que parte de su experiencia propia, de su historia de vida, para elegir qué voz quiere escuchar y qué quiere dejar de percibir con mayor intensidad.
FOTO: Maria Fernanda Castellano