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  • María Jozame González //

[FOTOPERIODISMO] Trabajadores de la Cultura


Las “estatuas humanas” se han convertido en un fenómeno mundial. Actualmente, en Bogotá se encuentran instaladas en sitios emblemáticos como el Centro Internacional, Usaquén, entre otros.

FOTO: María Jozame

Desde hace varios años, dentro del gran espectro de personajes callejeros surgió la figura de “estatua humana”. En sus inicios, usualmente vestían una sabana blanca y portaban la bandera de su país o un mensaje contundente. Hoy en día, su evolución las ha llevado a incluir movimiento, ruido, maquillajes, vestidos especiales y accesorios. Es importante destacar, que esto no se trata de un fenómeno colombiano, sino de un movimiento mundial.

Alrededor de las 11 de la mañana, de un día nublado en Bogotá, tres “estatuas humanas” comienzan a prepararse para ejercer su labor. Dos de ellas (digo ellas por ser “estatuas”) ya están vestidas y maquilladas, mientras que la otra, se encuentra en proceso. Las dos primeras, una que hace alusión a un soldado de la patria y otra a un hombre plateado, parecen ser colegas, pues tejen una larga conversación antes de sumergirse en el papel. La tercera, que se disfraza de una especie de minero, se encuentra 10 pasos más abajo, alistándose y organizando su puesto de trabajo, de manera independiente.

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Estas tres “estatuas” son un mosaico de lo antiguo y lo moderno. Si bien todas cargan nuevos elementos como el maquillaje, el ruido, el movimiento y los accesorios, dos de ellas en específico, el soldado de la patria y el minero, llevan consigo ciertas piezas características del inicio de este arte. Para ser más específicos, tal y como lo hacían en épocas anteriores, el soldado porta la bandera de Colombia y el minero, la de Venezuela, en una máscara que tapa su boca y su nariz. Además, este ultimo también lleva consigo un mensaje que advierte: “El Arte no es delito, es un derecho”.

Se dice que en la antigua Grecia y en Egipto ya existía esta forma de expresión como entretenimiento de la élite o como método de espionaje. En la actualidad, no está completamente claro el sitio en que inició el “boom” contemporáneo de las “estatuas humanas”, pero Europa y América Latina son dos de los candidatos. Estas “estatuas”, empezaron a proliferar por las ciudades, ejerciendo su actividad, que consiste en no mover un solo músculo, no parpadear y casi ni respirar. Sus facciones no reflejan movimiento alguno, lo cual hace que en países como España le llamen “estatismo”.

FOTO: María Jozame

Una característica común de las “Estatuas Humanas” es que generalmente, se desahogan cuando alguien les da una moneda. En este caso, el Soldado estrecha su mano a varios niños que de manera alegre lanzan monedas en su tarro verde, el hombre plateado asusta de forma divertida a las personas con sus maracas y el Minero, al igual que el Soldado, estira su brazo suavemente como gesto de agradecimiento.

Esta actividad es considerada artística por algunos, mientras que por otros es simplemente una forma elaborada de pedir limosna. Sin embargo, estos seres, mas que “esculturas”, son hombres de carne y hueso que personifican su propio papel. Dicho esto, se infiere que, por ejemplo, el Soldado tiene su pasado establecido en el Ejército Colombiano, el hombre plateado en el mundo artístico y el Minero, en su país natal, del que tuvo que huir pese a la situación que éste atraviesa. Todo esto evidencia que las “Estatuas Humanas” son reflejos y metáforas de nuestro propio mundo.

FOTO: María Jozame

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