Camila Loboguerrero fue nombrada en la misión de sabios. Dice que su papel va a ser defender los derechos de los autores audiovisuales y que el objetivo de Colombia en los próximos veinticinco años debe ser la educación. Una entrevista en la que la directora habla del momento del cine, de las taquillas, de la educación cultural y, por supuesto, de su participación en la misión de sabios.
FOTO: Camila en su casa, en La Macarena.
A Camila Loboguerrero se le ve la experiencia. Después de años dedicada a lo que ella considera su pasión, que es la creatividad del arte, habla con sabiduría sobre todo de su campo, el cine. A pesar de que ella considera rimbombante que se le diga sabia, fue escogida como una de las participantes de la misión de sabios que el presidente Iván Duque inauguró en febrero del presente año.
Camila se graduó de bellas artes en la Universidad de los Andes y se ha dedicado al séptimo arte toda su vida. Estrenó su primera película en 1984, Con su música a otra parte, más tarde, en 1990, María Cano y en 2008, la tercera: Nochebuena. Fue la primera mujer directora en estrenar en salas un largometraje de ficción en Colombia y, sin duda, es una de las mujeres más importantes en la historia de nuestro país. Hoy vive tranquila en el barrio La Macarena de Bogotá, rodeada de cuadros que le han regalado sus amigos, fotos y recuerdos de toda una vida.
**Puede escuchar en este podcast nuestra selección de las mejores respuestas. La entrevista completa está a continuación
Fernando Garzón (FG): ¿Que tiene el cine para aportar como documento artístico al país?
Camila Loboguerrero (CL): Pues de todo, porque el cine puede ser un documento interesante de lo que está viviendo. Un documento que cuente, por ejemplo, este proceso de paz tan complicado, este posconflicto bombardeado por todos lados. Es un cine que por fuerza contará el momento. El cine también ayudara a soñar, a evadirse, a distraerse. A mí no me gusta encasillar el cine en que es lo que hay que hacer; me parece que no, que la creatividad es inmensa y mirado después, dentro de veinte años, va reflejar esto que estamos viviendo. Pero yo no considero que se deban imponer líneas de que el cine deba contar tal cosa o tal otra, respeto muchísimo a los artistas y la creatividad es lo primordial.
FG: ¿Cómo se enteró de que era parte de la misión de sabios?
CL: Me llamó un asistente de la vicepresidenta. Dijo que ella había dado mi nombre para la Comisión de Sabios y yo dije ¡ay, qué curioso porque yo no la conozco ¿quién me nombró? ¿quién me sugirió? No me supieron decir. Me mandaron una carta muy maja de la vicepresidenta invitándome a esta comisión. Yo acepté porque me parece que si en algo uno puede aportar ¿por qué no hacerlo? Le están pidiendo a uno que aporte para la Colombia de los próximos 25 años. Es una propuesta a largo plazo y, por supuesto, no es para el gobierno actual porque el Plan de Desarrollo ya está redactado. En todo caso, yo acepté, me sentí muy honrada. Me gusta mucho que alguien del cine y de las artes audiovisuales este ahí metida. Tengo mucho que defender los derechos de autor de los artistas y que hoy quieren tumbar. Ya nos reunimos una vez donde David Melo, que nos habló sobre la Economía Naranja. Estamos haciendo un plan de trabajo. Vale la pena advertir que es un trabajo sin honorarios y que yo siento que tenemos toda la libertad del mundo porque no somos empleados del Gobierno.
FG: Entiendo que los nombraron en febrero y que deben trabajar durante nueve meses ¿Cómo es la dinámica?
CL: Ya empezó y nos vamos a reunir cada 15 días, y hay unas semi-plenarías en mitad de camino: una en Cartagena en mayo, otra en julio o agosto en Medellín y la final, el cierre en Bogotá. Esto es con el apoyo de universidades y a nosotros, los de la cultura y las artes nos asignaron la universidad Javeriana. Han sido muy amables y nos acompaña una comisión de unas cinco personas de Colciencias que nos han dado insumos para lecturas. Estamos trabajando en un primer punto que es la identidad cultural y luego tendremos el siguiente punto que es la educación, que considero el más importante. Mi grupo está conformado por Ramiro Osorio, que fue ministro de Cultura; Lina Rodríguez, que es la gerente del festival de cine de Cartagena; Carlos Jacanamijoy, el pintor; Edgar Puentes, que es del campo de la música y yo.
A propósito de la Misión de sabios: Los 100 día de Iván Duque
FG: ¿Por qué la educación es el campo más importante?
CL: La propuesta que hicimos Ramiro y yo fue tener claras las conclusiones de la misión pasada y a partir de ese balance, echar para adelante. Lo que yo me leído de las conclusiones de la comisión de sabios —que en ese caso sí me parecen sabios porque lo de ahora me parece demasiado rimbombante; yo no soy ninguna sabia, puede que experta, pero, en fin—; la conclusión de la vez pasada era el énfasis total en la educación. Es decir, si este país quiere llegar a ser un país desarrollado lo primero que tiene que hacer, y lo fundamental, es que haya un cubrimiento en la educación. Lo que veo es que en estos 25 años sí se progresó en cuanto a cubrimiento, pero lo que falla enormemente es la calidad. El bachillerato es muy mediocre. También hemos superado el analfabetismo, pero el énfasis hay que ponerlo en la calidad de la educación.
FOTO: Los afiches de las primeras películas de Camila Loboguerrero
FG: Si el objetivo de la misión de sabios es dictar el rumbo que debe seguir el país en los próximos años ¿por qué el cine debe estar considerado dentro de esta misión?
CL: Por muchas razones. Una muy pedestre, muy práctica, es que la ley de cine es maravillosa, mientras no la desbaraten y siga así. Realmente el cine es el que menos problemas tiene porque cuenta con una excelente legislación y tiene resuelto su financiamiento incluso a futuro a través de la contribución parafiscal. Es decir, el cine que se hace ahora está financiando a las próximas generaciones de cineastas. En ese sentido, somos un buen ejemplo. Y por una razón más noble: porque el cine es un vehículo de cultura y educación inmenso; porque el cine tiene un poder gigante para convocar y llegar a la gente. Y claro, el cine colombiano tiene cifras bajitas de aceptación dentro del público, pero justamente con educación podrá llegar a mucha más gente. Los medios audiovisuales tienen un peso enorme, entonces por eso nos incluyeron. Pienso que David Melo, que fue director de cinematografía durante 8 años y que conoce muy bien los mecanismos de apoyo, financiación y distribución del cine, debe haber hecho mucho para que el séptimo arte hiciera parte de la comisión.
Más espacios sobre cultura en Colombia: El lugar por dónde la cultura emerge
FG: Y, si el cine es el que menos problemas tiene ¿cuáles deben ser las luchas en esta misión de sabios por las otras manifestaciones artísticas?
CL: Sin salirme del cine y la televisión, pensemos también que las plataformas tipo Netflix representan un problema muy grave que atenta contra el cine. Por una parte, hay un miedo de que el cine se va a acabar y yo no creo que eso ocurra. Eso siempre ha pasado en la historia: cuando llegó la televisión dijeron: ¡uy, se acabó el cine, y no, el cine nos sigue fascinando. En la actualidad tiene un enemigo fuerte que son las series de Netflix y esa manera de verlas: ocho capítulos seguidos y que se queda uno hasta las tres de la mañana.
Por otra parte, el problema es que estas plataformas no pagan derechos de autor. Ni a libretistas, ni a directores. Ya hay una intención grande en la reforma a la ley de las TIC de acabar con el pago de derechos. O sea, esas plataformas no están pagando impuestos ni derechos. ¿Adónde tú vas a cobrarles si todo virtual. Adicionalmente, el problema más grave es que estas plataformas no están creando los insumos para las siguientes generaciones. Es decir, la ley de cine tiene esa cosa maravillosa, que se llama FDC, y que es el recaudo que hace la ley a productores, exhibidores y distribuidores que pasan cine colombiano. Esta plata es para las siguientes generaciones, para las siguientes películas. Netflix no paga ese recaudo y eso es muy peligroso porque muere ahí y no sabemos si después esto se llena de directores chinos o lo que sea y los colombianos desaparecen.
Eso mirado hacia el futuro, porque nos pusieron a mirar hacia adelante, cosa que es muy buena. En cuanto a las demás expresiones de la cultura, la ley de espectáculos copió un poco la ley de cine. Yo no la conozco bien y no la domino en detalle, pero sé que en esa ley también se usa una contribución parafiscal para financiar los espectáculos. Es decir, para mejorar las salas y por eso están mejor dotadas, tienen silletería, tienen iluminación y mayor acceso a publicidad. No lo sé muy bien porque no es mi campo, pero sé que eso se está replicando en ese sentido. Yo me imagino que las demás artes deben buscar algo así. Ahí entra la economía naranja.
INFOGRAFÍA: ¿Qué es la contribución parafiscal? Hecho por Directo Bogotá
FG: Antes hablabas de tus objetivos en la Misión de Sabios y uno era el de los derechos de autor para los creadores audiovisuales ¿Cuál es la pelea [MVM6] que vas a dar respecto a los derechos de autor?
CL: Hace como 4 o 5 años me llamaron dos amigos que son Mario Mitrioti y Teresa Saldarriaga y me dijeron que como yo tenía un pasado limpio, o sea, no estaba en ningún escándalo, que si me unía a ellos para formar una asociación de directores. La idea era pelear por los derechos de autor del creador audiovisual. Entonces les dije que sí y montamos esa asociación. Éramos los tres y una abogada, Adriana Saldarriaga, la cual se ha vuelto especialista en derechos de autor. Resulta que desde 1988 Colombia firmó el convenio de Berna.
INFOGRAFÍA: ¿En qué consiste el convenio de Berna y los derechos de autor del
sector audiovisual? Hecho por Directo Bogotá
Este convenio dice que los autores audiovisuales están sujetos a derechos de autor, así como los escritores, por ejemplo, determina quién es el autor audiovisual: si el guionista o libretista, el director, el creador del dibujo —si es película de animación— y el creador de la música, no el intérprete. Ellos tienen derechos sobre sus obras gracias a ese convenio que firmaron casi todos los países del planeta. Pero eso en Colombia no estaba regulado. Entonces, nuestra lucha comenzó por estudiar bien eso, para que realmente se nos pague. Primero nos volvimos sociedad de gestión y comenzamos a tener convenios con los demás países. Pero eso no estaba claro y lo más fácil era hacer primero una ley, que es la llamada Ley Pepe Sánchez. La ley dice que los autores audiovisuales tienen derecho a una remuneración justa por la venta posterior de sus obras. Como una película, tú la puede vender cuantas veces quieras, en los países que quieras y para distintas plataformas, entonces cada vez que tú la vendes tienes derecho a una remuneración mínima. Eso es lo que permite que un autor no muera de hambre en su vejez. Son las mismas regalías que tienen los escritores y los músicos.
Entonces, en ese sentido, vengo trabajando desde hace cuatro años. Logramos la ley que mencioné y convertirnos en sociedad de gestión. Ya tenemos convenio con 15 países, como Polonia. Eso quiere decir que cuando una película colombiana se proyecta en Polonia, la película percibe unas regalías que ellos nos envían a la sociedad de gestión para entregárselo al autor. Y de la misma manera, si acá pasa una película de algún polaco, nosotros como sociedad de gestión, recaudamos una plata y se la mandamos al autor de ese país. Se crea una colaboración y una reciprocidad entre países porque nos conviene tener convenio con todos. De momento, hemos repartido unos $900 millones. Por ejemplo, un día a Mario Rivero le dimos un cheque como de $60 millones por regalías de Betty la fea. El otro día me encontré a Marta Bossio, que fue la libretista de Sigo siendo el rey y Gallito Ramírez, esos éxitos impresionantes de los años 80, y me dijo: yo nunca he recibido un solo peso de regalías. O sea, ella podría ya estar con todos los millones del mundo. Es algo de elemental justicia. Descubrimos que en el plan de desarrollo hay un proyecto de ley, de la senadora Paloma Valencia, que dice que las obras audiovisuales transmitidas a distancia no serán susceptibles de derechos de autor. Así no más. De un plumazo ya borra todo. Entonces hay que estar encima de la pelea.
FG: Antes hablaste de las bajas cifras del cine colombiano. Uniéndolo con la política del gobierno actual, es decir, la Economía Naranja, ¿crees que ese cine de bajas cifras puede verse asfixiado con las políticas del gobierno de Iván Duque?, ¿las películas de grandes taquillas pueden aplastar a las que no llevan tanta gente a las salas?
De periodismo cultural: Anteojeras
CL: Pues mira, como aquí estamos pensando a largo plazo, es evidente que el cine americano nos traga y que el 95% de las películas que vemos son producciones de allí cada vez más masivas. Pero es que la corrección la tenemos que meter en la educación. Por ejemplo, siempre nos toca mirar hacia Francia porque ellos tienen un modelo de financiación del cine que es el Centro Nacional de Cine e imágenes animadas (CNC) , es decir lo que le piden a las televisoras y etcétera.
Además, hay una cosa maravillosa en Francia y que es, lo que yo Camilita quiero pelear en la Misión de Sabios, que en Francia a los niños de la escuela primaria y luego de secundaria, se les lleva a cine francés. Aprenden a degustarlo, a entenderlo. De manera que, a esos niños, si les damos desde ahora educación artística —que no es iluminar monos y echarle color al pato Donald o esas bobadas, sino realmente enseñarle la historia del cine y los grandes momentos cinematográficos de su país—, en el futuro consumirán más cine colombiano porque lo han conocido, porque han sabido de dónde sale, cuáles han sido sus búsquedas, logros y vicisitudes. Igual que se le debe enseñar la historia de la pintura. Porque, ¿cómo así que un niño colombiano no tiene ni idea de quiénes son los grandes pintores que han pasado por este país o las grandes películas que han contado nuestra realidad? ¿cómo no se les habla del teatro colombiano?
La educación artística empieza por conocer la tradición para tener una cultura artística propia. Es algo que también están haciendo un poco en otros países de Europa y en Argentina. Evidentemente, ellos han peleado muy bien lo que se llama la diferencia cultural, que es luchar por una cuota de pantalla para que haya cine europeo y no dejarse devorar por el cine americano. Pero todo eso se reduce a educación porque tú no puedes obligar a la gente a que vaya a ver una película colombiana. Hay que educar para esa decisión.
FOTO: Los afiches del último largometraje que Camila ha estrenado en salas
FG: Pero hay una diferencia, digamos, una brecha, también dentro del cine colombiano. Por ejemplo, la diferencia de los espectadores que tuvo el año pasado una película como Si saben cómo me pongo ¿pa´que me invitan? y Señorita María es muy grande ¿el consumo de este tipo de cine es causa también de nuestra carente formación cultural?
CL: El cine colombiano tiene que conquistar su público y eso es largo porque tenemos al frente ese cine… pero es que vea, la prensa nunca trabaja con lo colombiano. De una película gringa durante meses antes nos pasan el tráiler y nos pasan la historia, y los actores, y los directores, y que Angelina Jolie se mandó a operar los labios o se quitó los senos, o que se separó de su no sé cuál marido y que adoptó no sé cuántos niños. Uno sabe la vida privada de todos los actores americanos, pero nunca se publicita con cariño lo que es de aquí.
¿Cuándo hemos visto, por ejemplo, la historia de la directora colombiana Libia Stella Gómez y lo que ha hecho ella? La heroicidad de esta mujer haciendo sus películas y saliendo para delante. Lo que ha hecho por ejemplo en la cátedra de dirección de actores en la escuela de cine de la Universidad Nacional, que era algo que no existía antes. ¿Cuándo lo hemos visto? No, ella no es una figura de publicidad. A los directores y directoras los desconoce el público. Digamos que le fue muy bien a Claire Weiskopf con Amazona porque tocó esas fibras de la madre y todo eso, entonces tuvo buena publicidad. Ella conectó con el público porque estaba embarazada de un hijo cuando estaba filmando a la mamá, que la había abandonado a ella, y eso se volvió una telenovela que le gustó a la prensa. Pero de resto es muy difícil que los periodistas se ocupen de los cineastas colombianos, fuera de contar historias jartas, pero no las cosas buenas.
Por otro lado, los cineastas estamos muy preocupados del público de afuera. De Cannes, de San Sebastián y de los festivales, y trabajamos poco el público colombiano. Eso es verdad y es un mea culpa, aunque poco lo verbalizamos, pero tenemos que conquistar nuestro público. Yo creo que nos faltan mecanismos para seducir y atraer a los distribuidores y a los exhibidores. También hay otras cifras que son interesantes relacionadas con el bajo número de salas de cine en Colombia y entonces la diferencia del porcentaje entre pantallas y espectadores es muy alta. Leí cifras que decían que en Estados Unidos hay una pantalla de cine por cada 8.000 personas. Aquí son como 56.000 habitantes por pantalla. En conclusión, hacen falta salas y mucha asistencia.
FG: ¿Qué responsabilidad tienen los exhibidores?
CL: Uno no puede obligar a los exhibidores, que son unos señores que tienen una empresa privada. Todo se basa en la negociación que uno hace con ellos y hay que llorarles mucho, explicarles mucho. Los premios les importan un chorizo. En realidad, ellos están detrás de lo que atrae público y nosotros desplegamos poca publicidad. Esa pelea es difícil porque cuando hacemos la película nosotros no estamos pensando en la publicidad. ¿Cómo metemos a la gente a la sala? No tenemos claridad sobre el mercadeo.
FG: Ante esa carencia de espacios y la diferencia entre salas y espectadores ¿Qué papel juega la nueva cinemateca distrital?
CL: No sabemos cómo va a funcionar la cinemateca. A mí me parece peligroso que el Estado defina unos espacios donde pasa un cine más culto o donde proyecta el cine colombiano. Yo creo que tenemos que estar revuelticos con los demás y dar la pelea con todo. Es que ahí, el peligro es quedarnos como en un gueto, aparte. Que no halla sino como ocho intelectuales a quienes les gusta ese tipo de cine. Entonces yo creo que la política debe estar más encaminada en apoyar la promoción. No se cómo vaya a funcionar la cinemateca, pero entre más salas mejor, pero yo digo que deben estar revueltas. Me da susto que nos aislemos en salas especiales. Sí ha habido ejemplos de salas en Madrid y en Buenos Aires, pero no tengo cifras, no sé cómo hayan funcionado.
FG: Y en orden de lo que habría que hacer para acercar al público ¿Nos hace falta ver más cine latinoamericano?
CL: Ese no lo vemos para nada. No sabemos oír cine latinoamericano. No entendemos ni el chileno ni el argentino, pese a que tenemos la misma lengua, la misma cultura; todos comemos fríjoles y a todos nos pasa casi lo mismo. Cuando es la izquierda es en todos los países, cuando es ahora la derecha es en todos los países. Somos hermanitos, pero no nos entendemos. No sabemos ver nuestro cine y eso falta inmensamente.
Más de Fernando Garzón: Te juro que Shakira es colombiana