Liminal, la última exposición de Clemencia Echeverri, recoge el trabajo que ha realizado la artista visual en los últimos veinte años inspirado en el contexto colombiano, incentivando en los visitantes el uso de sus cinco sentidos para lograr una inmersión completa en la obra. Directo Bogotá habló con la artista sobre la perspectiva de su trabajo, la vida en el arte y su exposición que estará exhibida hasta el 9 de diciembre en el Museo de Arte Miguel Urrutia.
FOTO: Clemencia Echeverri por Mariana Muñoz
Directo Bogotá (DB): ¿Qué es lo que más la ha caracterizado estos 20 años en el arte?
Clemencia Echeverri (CE): Durante estos veinte años he estado con una disposición a mirar lo que nos afecta, nos rodea, y nos atrapa de alguna manera entre las condiciones sociales y políticas en que hemos estado inmersos por estos años, que han sido convulsionadas, complejas, difíciles de entender cuando el país dio tantos giros desde ese ingreso agresivo al narcotráfico y cuando la guerrilla se estaba apoderando del país.
Todas esas circunstancias que fueron armando unas guerras en territorios apartados, difíciles y en algunos momentos amenazantes para las ciudades principales, crearon en mí un interés por mirar quiénes éramos o quiénes somos, dónde estamos, cómo se configuran los asuntos, en qué nos vamos convirtiendo, y cómo nuestra cultura se va deteriorando a partir de tantos abandonos de parte del Gobierno. Creo que ese fue un lugar constante y afectado todos estos años desde distintos lugares; en algunos momentos desde lo personal, familiar, afectivo; en otros, con hechos externos, pero que de alguna manera me afectan.
DB: ¿Qué luchas personales se reflejan en su arte?
CE: Uno en esto trata todo el tiempo de transmitir eventos o situaciones que de alguna manera nos configuran, nos construyen y nos convierten en grupos humanos con escasez para la manifestación, para la expresión, para la conexión con el resto del mundo. O sea, como un aislamiento y un abandono muy fuertes.
Tú tienes que tener un temperamento frente a estas cosas para que te dispongas a manifestarlo y contarlo a los demás, y encontrar lenguajes para decirlo, porque a veces no son suficientes los medios de comunicación. Hay otros recursos como los que ofrecen las artes, que con otros lenguajes nos permiten completar muchas miradas y muchas preocupaciones.
DB: Usted estudió algún tiempo en Londres ¿En qué radicó ese cambio personal al regresar a Colombia?
CE: Yo creo que es en cuanto a la mirada, la atención que empecé a ponerle a todos los eventos humanos que me rodeaban de una forma más sensible, más detenida, más detallada, y decidiendo al mismo tiempo que la materialidad o el uso de las técnicas tendría que estar al servicio de esos problemas.Yo no tengo problema de moverme entre el sonido, la imagen fija o móvil, la intervención de la fotografía, los cuadros…Prefiero no encasillarme como artista, y en este momento trabajo con estos recursos.
DB: ¿De qué forma expresa su rebeldía en el arte frente al contexto conservador y machista colombiano?
CE: Nunca he utilizado la palabra rebeldía, pero sí me he sentido como una persona rebelde frente al ‘establecimiento’, el deber ser, o cosas que te exigen comportarte de una manera moralista. Creo que la rebeldía surge precisamente de una confrontación, de un estado de querer manifestar y proponer alternativas más libres y posiciones más críticas. El lugar de la autodeterminación y de la posición independiente es muy clave, y yo creo que el arte tiene herramientas para manifestar esa necesidad, también para transmitir al otro un estado creativo.
Cada persona que es capaz de imaginar y crear, va generando una independencia y una postura mucho más amplia e interesante para todo su entorno. Yo creo que el arte construye y jala ese tipo de maneras de ser y de pensar.
DB: ¿Cuáles son sus puntos de encuentro con otras artistas colombianas?
CE: A mí normalmente lo que más me atrae de una artista, sea hombre o mujer, es la seriedad, la pasión y la claridad que tienen por encontrar un camino y maneras de transmitir. Doris (Salcedo) me ha parecido una mujer potente, impresionante, muy fuerte como persona, y muy segura desde sus inicios de lo que estaba haciendo, con una una gran visión y claridad desde muy temprana edad, que es muy difícil de tener porque el arte también genera muchas interferencias. Las teorías del arte, las múltiples manifestaciones artísticas en el mundo, los 'haceres', las producciones, todas esas cosas confunden. Hay muchas artistas que empiezan por un lado y se van hacia el otro, pero ella es una mujer muy constante en su preocupación y su mirada.
DB: ¿Cuáles son las temáticas que aborda teniendo en cuenta la responsabilidad social del artista en una sociedad como la colombiana?
CE: Yo nunca trabajo con temáticas, yo trabajo más con problemas que se configuran en eventos particulares y en circunstancias muy pequeñas; nunca son los grandes temas de los libros. Cuando uno hace una retrospectiva empieza a relacionar un montón de obras que realmente van por caminos comunes y se van entrelazando; muchas tienen que ver con ese abandono en el que ha estado este país. Abandono en el sentido de no tener adónde acudir, no tener respuesta, no tener una voz que te responda a las demandas.
Eso va construyendo unas formas de hacer, unas formas trabajar, unas formas de acceder a los problemas. Entonces me he acercado a preguntarme dónde estuvo esa confusión entre paramilitarismo y guerrilla, dónde está puesta esa verdad, y por qué estamos sometidos todo el tiempo a una gran mentira y a una gran confusión. Entonces, cuando yo estoy atrapada por un manejo, trato de enfrentarlo, descifrarlo, y construirlo en términos espaciales, temporales, de la voz, de la imagen. Y esas son las particularidades del hacer.
FOTO: Algunas imágenes de la exposición "Luminal".
DB: ¿Es el arte importante para la construcción de país?
CE: Para el ser humano es importante el arte, no es que sea para Colombia. No es que tenga una tarea política, ni deba propiciar soluciones de ninguna naturaleza. El arte trabaja en un tiempo muy distinto a como trabajan todas las especialidades; no tiene una construcción práctica, el propósito no es corregir problemas o entregarle al país soluciones.
Si el arte en el tiempo construye una memoria, reúne unas maneras de mirar lo que hemos sido y lo que somos, nos podremos leer en él, irá conformando un acervo de lectura para las generaciones que se va volviendo muy atemporal.
Es el arte el que trae esos momentos de un país al presente, y completa la narración, te pone en una situación distinta a como te pueden poner los libros por ejemplo. El arte trabaja en lugares de la sensibilidad muy diferentes, establece formas de conexión con otros tiempos y épocas, y anticipa muchas otras. El arte está en un movimiento constante entre pasado, presente y futuro muy interesante que pocas actividades humanas logran. Entonces por eso es muy importante que una sociedad respete la actividad artística.
DB: Respecto a Liminal, ¿por qué el título?
CE: La palabra Liminal la puso la curadora porque muestra lugares intermedios, unos momentos en los que el espectador, cuando está frente a las obras, se mantiene en un punto de no definición concreta para completar las historias y los eventos que están sucediendo allí, sino de aquella cosa que se resuelve en sí misma. En tu postura, en la manera como estás frente a las obras, más allá de que estás viendo una pequeña pieza narrada que tiene comienzo y final.
DB: ¿Esa era la intención?
CE: A mí lo que me interesa en esos casos es poner en el espacio un momento de indefinición, un momento muy móvil, muy inestable, donde realmente lo que tú tienes que hacer es conectar entre las pantallas, conectar con el sonido, conectar con el espacio, conectar con el cuerpo y hacer que la pieza ingrese sin que sea una manera racional de medirla ni de leerla.
DB: ¿Cuál fue la obra con la que quedó más satisfecha en esta exhibición?
CE: Me parece que Versión Libre es una obra que logra una espacialidad y una temporalidad interesante para el espectador, en términos de recorrido, comprensión, incomprensión. Se logra que el sonido también trabaje en ese lugar de “no entender lo que se está diciendo” porque es imposible comprender el testimonio. Como esas mismas cosas que están puestas en la pieza, pero que la forma de establecer la instalación construye todas esas lecturas.
DB: ¿Por qué se inclina por la video instalación?
CE: Yo fui llegando a ella de una manera muy natural precisamente al pensar en el cuerpo de quien la habita. Desde que hice la primera, que fue Casa Íntima, una videoinstalación básica, de tecnología muy análoga en ese momento (1996), busqué que se sintiera lo que estaba pasando en la descripción de una casa. Al sentir que la casa se iba al suelo, las cuatro paredes se iban tumbando, eso requería imaginar a alguien adentro para construir la pieza. Así, la instalación aparece desde los mismos contenidos, los visitantes van recorriendo un desarrollo espacial, de múltiples pantallas en muchos casos, de un sonido que circula y que es completamente envolvente. Es una serie de decisiones para poner al espectador en el centro del problema.
FOTO: Imagen de la video instalación
DB: ¿Qué tan cierto es que esta exposición es una retrospectiva?
CE: Realmente eso es cierto. Es una selección de obras de estos 20 años, que escogió la curadora conmigo, pero dejamos por fuera muchas del mismo periodo que tampoco cabían. Siempre hemos tenido unos formatos enormes, porque muchas de esas obras fueron pensadas en la segunda versión de Luis Caballero, que eran 52 metros a lo largo de la galería, entonces había que desarrollar la pieza para el espacio.
Muchas veces las obras crecen porque los espacios lo piden. A veces son piezas como Voz: resonancias de la prisión, otra pieza para el Museo Nacional que se hizo en mi año sabático en Inglaterra, mediante el trabajo con presos colombianos en distintas ciudades del país y desde ahí traje todas esas voces al espacio de Museo Nacional porque fue una prisión. Por eso las obras se vuelven de esas dimensiones, por la exigencia del espacio.
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DB: ¿Por qué incluir los guiones y planos personales en la exposición?
CE: Es que es interesante de alguna manera para el espectador entregarle un poco de cómo se desarrollan las obras, cómo trabaja el artista, de qué se vale para llegar a comprender ciertos procesos y yo como tengo la formación de las artes plásticas, he tenido muy presente ese trabajo de la mano y esa expresión del cuerpo que en este proceso de creación es muy importante.
Cuando estoy iniciando un proyecto extiendo unos papeles y empiezo casi a pensar de esa manera, son modos de pensamiento, de recorrer unas ideas, de confrontarlas, de tomar decisiones, y no tomo decisiones en la pantalla únicamente. Porque cuando vamos a editar, es porque hay un camino muy recorrido de pasos y expectativas y de procesos que uno ya quiere que eso suceda en la película. La idea de estas exposiciones es entregarle al público cómo trabajamos, de qué nos valemos. Aunque ahí no es que uno entienda tanto, pero hay algo que transmite y es algo más blando, con un pensamiento más sencillo, pero también como la meta del taller que es más múltiple y diverso, no están establecido como corte y pegue y haga películas.
DB: ¿Algún reto para esta exposición?
CE: El reto era realmente apostar las obras, escoger las más adecuadas y trabajar con esos espacios que ya están predeterminados. Retos como el manejo del sonido para que las piezas no se interfieran unas con otras. Todo ese espacio del banco, del museo, todo se diseñó de cero. Todas las paredes estaban en el suelo, no había nada, todo se pela y se empieza a ser una museografía con un museógrafo, un arquitecto y se empieza a hablar cada pieza que necesita, cómo se acomoda, cuál es el espacio que requiere, qué nivel de sonido tiene y cómo lo tenemos que hacer; también cómo definimos los corredores fueron retos complejos.
FOTO: Exposición "Luminal"
DB: ¿Cómo fue el proceso de selección de estas obras?
CE: Eso fue con María Margarita Malagón la curadora. Hay piezas que tienen constantes, como volver a trabajar el tema de la casa, entonces vuelve y aparece Supervivencias, se mueve incluso por Sacrificios. Hay otras condiciones como la voz, como los reclamos que están en Versión libre y en Treno, en Animal hay una cosa cierta de volver a trabajar con el animal, el ganado, el gallo, el murciélago. Entonces hay una serie de apoyos, recursos o esa cosa de trabajar el maltrato no solamente humano sino también el maltrato animal.
La obra que está afuera reúne trabajos que tienen que ver con medio ambiente, están Río por asalto, y la de afuera Sin cielo, que es la de la entrada y la otra chiquitica que se llama Subterra; esas tres piezas arman las preguntas sobre el medio ambiente, sobre el maltrato, sobre la violencia y sobre los recursos. El tema de la violencia continúa en las tierras.
DB: ¿Por qué ir a ver Liminal?
CE: Yo no soy capaz de venderme. Pero fíjate que si a uno le interesa el arte, ver qué hacen los artistas, en Liminal se puede conocer una mirada del país desde estas obras, los problemas que nos han circundado y atrapado por tanto tiempo.
FOTO: Liminal está en elMuseo de Arte Miguel Urrutia (Mamu) del Banco de la República en Bogotá desde el 21 de septiembre
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