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Pablo Bedoya Salazar //

[Entrevista] La guarida de Betto


A finales del 2019 José Alberto Martínez, más conocido como Betto, presentó la exposición Harmonicartoons en Crispeta Galería. Directo Bogotá estuvo en su casa hablando con él de su vida y el proceso creativo de las obras a exponer.

FOTO: Betto en su estudio. Por Pablo Bedoya.

De negro de pies a cabeza porque así no se nota cuando mancha su ropa con tinta y es la ropa perfecta por si lo llaman a tocar su armónica en algún lado. Así se mantiene José Alberto Martínez, más conocido como Betto.

FOTO: Su whisky favorito, el Jack Daniel's

El caricaturista bogotano es uno de los dibujantes más galardonados del gremio con nueve premios de periodismo. Pero a él poco o nada le interesan los reconocimientos, dice que “solo sirven para celebrar con los amigos”. Es que a Betto no le faltan motivos para tomarse un trago de su whisky favorito, el Jack Daniel’s. Su estudio está lleno de regalos de amigos que hacen referencia a la bebida: un letrero de la calle Bourbon en Tennessee, botellas de todos los tamaños (ya vacías), placas, etc.

En su guarida se rodea de todo lo que ama en esta vida: Estanterías repletas de libros, bocetos y pinturas que ha intercambiado con sus amigos, litros de tinta china, cientos de pinceles, lápices y cuanto aparato para dibujar hayan creado. De sus posesiones más preciadas en el cuarto resaltan tres: la caricatura a ‘Chepito’, su padre, de quien habla con tanta admiración que se puede sentir cuánto lo ama. Ese hombre que en vida no le pudo decir lo orgulloso que estaba de su hijo, a quien no le hizo caso de conseguirse un trabajo de “saco y corbata”, y ahora vive y es reconocido por ‘dibujar’. Los otros dos son obras de su hija: un ave bordada en un lienzo y un retrato suyo. De ella habla con orgullo.

Después de media hora de preguntas y respuestas se sentó firme en su silla, puso jazz a todo volumen en su equipo de sonido, digno de los mejores auditorios, tomó su pluma y empezó a colorear un dibujo que tenía en su mesa. En cuestión de minutos lo había acabado, como si se hubiera tratado de la cosa más simple. “¿Si está entretenido?”, me pregunta.

En dos movimientos reacomodó su estudio para poder rellenar con aerosol el fondo de su caricatura. Mientras la música seguía sonando a un volumen que no creo que sea muy cómodo para sus vecinos, Betto pasaba su mano sobre el dibujo sin decir palabra alguna; se notaba que estaba en otro lado, ya no estaba en su apartamento del norte de Bogotá, se transportó a otra dimensión.

FOTO: En cuestión de minutos lo había acabado, como si se hubiera tratado de la cosa más simple.

Está claro que el dibujo y la música, lo apasionan tanto que disfruta como si estuviera bajo el efecto del mejor de los estupefacientes. De repente todo se detuvo. Le pregunté que para qué era un parlante que estaba en la mitad de su estudio. Alguien común me hubiera respondido y listo, pero Betto fue más allá. Dejó el dibujo en espera y empezó a acomodar el parlante, sacó cables y conectó un micrófono que parecía de la época de Elvis. Buscó la canción en su Ipad, Fly Me To The Moon de Sinatra, puso la armónica entre sus labios y empezó a demostrarme para qué servía ese bafle. De nuevo, Betto se desconectó de la realidad por unos minutos.

FOTOS: Así es el espacio de Betto

En par patadas acabó de pintar y de enmarcar la caricatura. Se paró de su mesa, caminó hacia el corredor y acomodó el marco junto con los otros ocho dibujos que presentará la próxima semana en una exposición. Lo que creí que iba a ser una entrevista común terminó siendo un torbellino de experiencias. Es que al fin de cuentas eso es él; un cóctel de energía, experiencia, conocimiento y sobre todo un buen corazón.

 
 

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