Por: Nicolás Bernal López // Periodismo Digital
La Cinemateca Distrital es un reconocido espacio para aquellos que desean conocer sobre el séptimo arte o el mundo audiovisual en general. Pero desde que la pandemia azotó nuestra normalidad este espacio ha debido buscar alternativas para seguirle ofreciendo un buen contenido cultural a la ciudad. Paula Villegas, su directora, explica aquí cómo ha sido la situación.
Directo Bogotá [DB]: Como directora, ¿cuáles son sus principales responsabilidades con la Cinemateca?
Paula Villegas [P. V.]: Mi lugar institucional es [el de] gerente de artes audiovisuales del Idartes. Yo sé que la figura por la que se me conoce en este momento es la de directora de la Cinemateca. Pero es muy importante lo que me estás preguntando, porque la Cinemateca está envuelta o hace parte de varias acciones transversales, interdisciplinarias; acciones que se hacen desde la dirección del Idartes para fortalecer los campos artísticos y la relación de la ciudadanía con las artes. El lugar de la Cinemateca va más allá de la gestión de un equipamiento o de la programación de unas salas y de unos espacios. Hace parte de un ecosistema de actividades que promueven la presencia de las artes audiovisuales en la vida de las personas que vivimos en Bogotá. Son actividades de fortalecimiento para los que trabajan, viven y tienen que ver directamente con las dimensiones del campo artístico de las artes audiovisuales: creadores, directores, guionistas y productores en lugares de exhibición y espacios alternos. Todas las dimensiones de lo audiovisual en la ciudad.
DB: ¿Cuál era el panorama de la Cinemateca antes de la pandemia? Sobre todo si tenemos en cuenta el poco tiempo que lleva la nueva sede. ¿Cómo había sido hasta entonces la respuesta por parte del público?
P. V. La nueva Cinemateca se abrió en junio de 2019, y también es importante recordar que la Cinemateca es una institución que en el 2021 cumplirá 50 años. La nueva Cinemateca [implica] crecimiento [del] espacio y ampliación de las actividades en la sede propia. Pero, en general, la nueva Cinemateca quiso recoger la experiencia de esos 49 años de existencia en la ciudad. Estábamos en tránsito de tener una casa para los archivos fílmicos, nuevos lugares de creación y la expansión de la biblioteca.
La nueva sede nos permitió recoger un montón de experiencias en función de las diferentes acciones, proyectos, actividades y ofertas que ofrece la Cinemateca. Empezamos la programación y nos fue muy bien; creemos que logramos hacer una gestión de iniciativas propias y del sector que tienen que ver con festivales, procesos de creación y exposiciones para mantener viva la Cinemateca. [Nuestra promesa es ser] ese lugar de encuentro ciudadano alrededor de las artes audiovisuales y de transdisciplinariedad e interdisciplinariedad para la cultura y los campos artísticos. Esta promesa la perseguimos mucho.
Teníamos dos objetivos, y seguimos teniéndolos, porque realmente es poco tiempo para consolidar las estrategias de la Cinemateca. Uno [sic] era hacer acciones para pasar de ser percibidos como un lugar especializado para un público específico, muy de nicho, a ser un lugar de ciudad, de encuentro ciudadano, un lugar para la familia, para diferentes públicos. En esa medida la programación se transformó. El otro objetivo es, como gerencia de artes audiovisuales, implementar estrategias de trabajo que nos permitieran ampliar nuestro campo desde lo cinematográfico hasta las artes visuales. Con espacios como la sala de exposiciones, la sala E y los espacios de circulación teníamos ese reto.
Desde otras líneas de trabajo, como la Cinemateca Rodante (que es el proyecto de trabajo en las localidades) o la Comisión Fílmica de Bogotá, sabemos que se están dando muchas creaciones televisivas, como en las series. Eso hace parte de un campo de interés para nosotros, al igual que las nuevas tecnologías, los relatos inmersivos, los relatos interactivos y las experiencias. Todo ese campo es muy amplio y conveniente a las relaciones que hay con otras artes: ¿qué pasa en la frontera entre las artes visuales y audiovisuales?; ¿cuándo el trabajo audiovisual está en una sala de exposición y no en una sala de cine?; ¿cómo es la relación entre el cuerpo y el mundo audiovisual? Sabíamos que ese era un objetivo importante: ampliar el mundo de nuestro trabajo. Ya se viene haciendo y el resultado ha sido muy bueno.
En términos de asistencia el resultado fue muy positivo. Creemos que nos hace falta todavía que la Cinemateca ocupe un lugar para todas las personas de Bogotá, que en todas las localidades se conozca la cinemateca, y que estemos conectados con el movimiento y la agenda cultural. Pero fue una respuesta muy positiva: pudimos realizar varios ciclos a los que realmente cualquiera puede acceder y conectarse, pues son historias muy universales. Veníamos [haciendo] un buen ejercicio de conocimiento del funcionamiento de este espacio.
DB: ¿Cómo afectó la pandemia la normalidad de la Cinemateca? ¿Cómo fueron esas primeras semanas y cuáles estrategias implementaron para seguir adelante?
P. V.: Las primeras semanas fueron o siguen siendo muy de sentirse no preparados [sic] para enfrentar la situación; [sobre todo en vista de que somos] un lugar en el que no solamente nos interesa lo que pasa en el espacio, sino otras cosas, como el trabajo en las localidades, la gestión de la memoria [y] la apropiación de las artes. El tránsito hacia actividades de lo virtual fue algo que nos propusimos hacer desde el principio. Sí, fue un asunto muy inesperado, pero rápidamente intentamos hacer una programación con unos criterios iniciales que siento han funcionado mucho. Lo que veíamos que estaba pasando en el mundo era una detonación, una sobreoferta virtual, de muchos contenidos.
A lo que le apostamos en primera instancia fue a crear un espacio llamado Cinemateca Recomienda, donde no somos nosotros los que sacamos contenido, sino que recomendamos cosas que ya están en el mundo virtual. Esto para fortalecer esa relación [con el público] y los propios criterios, para ver, conectarse y acceder a lo que está en la red. Para generar una relación con las creaciones locales fue muy importante todo el trabajo que se ha venido haciendo a lo largo de 8 años en la Cinemateca Rodante, donde [no solo] hemos realizado procesos de creación en todas las localidades, [sino que] tenemos un proyecto que se llama la Videoteca Local, en la que recogemos la creación audiovisual de las localidades. Para la circulación [...] de lo que nosotros tenemos en 35 mm o en otros soportes en nuestro material de archivo, la Cinemateca ha estado haciendo, hace ya años, la tarea junto con Patrimonio Fílmico Colombiano y Proimágenes Colombia. [Se trata] de rescatar, digitalizar y restaurar esas películas. Ya tenemos una colección significativa que se conoce muy poco y que en la programación de la sala la llamamos “Franja memoria”. Fue exitoso en esta pandemia sacar esas colecciones de la Cinemateca.
Esas fueron las primeras estrategias, y posteriormente abrimos la sala virtual para tener una oferta y acceso a películas colombianas, latinoamericanas o estrenos internacionales que difícilmente estarían en otras salas virtuales, pero que les pueden interesar a muchas personas. Fue un asunto escalonado: primero, de generar ingreso, generar acceso con relación a los contenidos locales, a la creación que se hace en Bogotá, a su memoria; posteriormente, de abrir de la sala virtual. Todo esto fue dentro del marco de una estrategia que se realizó rápidamente desde el Idartes [y] que se llama “Idartes se muda a tu casa”. Hay una página web donde también están las publicaciones de la Cinemateca: consulta y descarga de los Cuadernos de Cine Colombiano, los catálogos y las becas de investigación. [Se trata de] un lugar [en] que se puede explorar y encontrar muchos materiales, no solo de la gerencia de artes audiovisuales, sino de todo el Idartes. Con el fin de generar una oferta de calidad, pertinente, que recoge las inquietudes de los sectores artísticos de Bogotá, se creó este espacio, y nosotros aportamos a toda esta estrategia con estas acciones.
DB: Si antes había buen flujo de público, ¿cómo fue la respuesta por parte del público durante la pandemia y en el entorno digital?
P. V.: El entorno digital nos ha dejado muchos aprendizajes. Yo creo que para todos los que estamos en la gestión cultural es evidente que la combinación de formatos virtuales con formatos presenciales es una cosa que ya debe hacer parte de nuestros ejercicios de programación. Nos fue muy bien en lo virtual. La “Franja memoria” tuvo unos momentos muy buenos; por ejemplo, la primera semana de agosto, en que se celebró el día de Bogotá, programamos en redes Rapsodia en Bogotá, que es una película restaurada y que tuvo más de 6 mil personas conectadas. Esa fue una respuesta muy interesante para nosotros; [nos permitió] entender que sí hay interés y que, relacionados con otras instituciones que también gestionan la memoria, podemos hacer unos circuitos en las redes que funcionan muy bien para la apropiación y [el fortalecimiento de la] relación del cine con el público. También hay unos conversatorios, que entendemos [que] son muy específicos; la vocación de estas acciones no tiene la ambición de ser masiva. Entonces, también entendemos que no todo tiene que ser un Facebook Live, sino que hay unas [actividades] que pueden [funcionar] por inscripción.
Por ejemplo, el Cine Club, que lo empezamos a hacer de forma virtual y con relación a las películas que tenemos, ha sido generalmente con directores colombianos. Entendimos rápidamente que [para este espacio] funcionaba más [el modelo de] inscripción por la sensación de intimidad o de poder hacer preguntas; [también que debía ser] en un lugar cerrado, así sea en una proyección privada. Esto genera otra dinámica con el público y un lugar de confianza [en la] conversación. Vimos que ese espacio de Cine Club no tenía una vocación masiva, sino que tenía una vocación de conectarse con unas personas que les interesaba hablar con el director de la película.
[En cambio], actividades como “El cine y yo” [tienen un] formato donde diferentes personas vienen a conversar de cómo ha sido su relación con el cine a lo largo de su vida, [incluidas] personas que no son del campo del cine. Nos ha sorprendido mucho la acogida en las redes: tiene mucho más impacto que la forma presencial, que nos limita. Quizás sea una de las actividades que consideraríamos hacer siempre. [Siento] que nos sugiere que los espectadores de las artes audiovisuales son también muchísimo más amplios que [los que] van a cine; que las prácticas de los usuarios, dependiendo del marco donde nos encontremos, están en otros lugares. En las plataformas [y] en las redes les interesan otros formatos y ven otro tipo de contenidos. Lo que nos [mostró] este aislamiento fue eso: que el público no es solo el que va a la cinemateca.
DB: Ya que estamos viviendo una especie de reapertura, ¿cuáles serían los planes futuros de la Cinemateca?
P. V.: Estamos en este momento en la implementación de protocolos de seguridad. Ese es un asunto que se va moviendo de acuerdo con las mismas condiciones de la ciudad frente a las dinámicas de salud [y el] riesgo de contagio. Tenemos todas las intenciones de estar en sintonía con la reactivación de [las] actividades económicas. Nuestro primer paso es justamente la implementación de protocolos de bioseguridad en la Cinemateca, lo que nos implica generar unas dinámicas logísticas, tener unos insumos, entender cuáles serían los ritmos… [Entender] cuántas personas pueden estar, todo lo que tiene que ver con la venta de boletería (que no puede ser de forma física), la capacidad de las salas, marcar las sillas que no se pueden usar... Toda una adaptación de las salas de cine. La sala de exposiciones también tenemos previsto abrirla, lo mismo que la biblioteca. No tenemos una fecha específica, pero estamos en ese proceso de verificar que estamos lo suficientemente preparados para garantizar los protocolos y para colaborar también con las dinámicas del equipo logístico.
¿Ya escuchó Tres genios?
DB: ¿Cómo cree ha afectado la pandemia a la cultura en general y a los otros centros culturales como la Cinemateca?
PV: Los centros de cultura son los lugares donde suceden muchas cosas para la cultura, es decir, es toda una cadena de labor que está afectada, porque se tuv[ieron] que suspender la producción, los rodajes, la circulación en salas y muchas otras cosas. Esto no solamente afecta a los productores, sino a los exhibidores. Toda la cadena es la que sufre. El sector cultural está muy afectado. También [implica] un reto gigante: recuperar la confianza y generar modelos, acciones y actividades que le permitan a la ciudadanía ir otra vez generando actividad al aire libre y en las salas.
DB: ¿Cree que durante la pandemia no se le ha prestado la suficiente atención a la cultura?
PV: Desde [los lugares] en que yo estoy, que [son] el Instituto Distrital de las Artes y la Secretaría de la Cultura, se han implementado todas las acciones posibles y todo lo que está a la mano para la mitigación y la reactivación de los sectores. [Este] es un asunto que no solo le compete al sector cultura, es una articulación que va más allá. Yo admito que desde las instituciones del sector cultural hemos hecho lo posible para revisar de forma rápida unos modelos de contingencia, de identificación de las personas más vulnerables en el sector y de generación de mecanismos para que los recursos sean entregados. Se generaron nuevas becas a través de los recursos de la LEP (ley de espectáculos públicos) dirigidos a las artes escénicas, la música y la danza. [También] se implementó toda una estrategia diferente de circulación, y se participó en el comité de reactivación para que los códigos de las actividades económicas relacionadas con la cultura se tuvieran en cuenta en las distribuciones del distrito. Se han hecho muchas actividades desde diferentes dinámicas y perspectivas para estimular y mantener la conexión con el estado del sector cultura.
Además de la Cinemateca Distrital, Bogotá cuenta con otros lugares que apoyan el cine y que se han convertido en espacios para el disfrute de lo mejor del séptimo arte. Escucha acá nuestras recomendaciones, ¡y buen cine!
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