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Dania Vanesa Suárez //

Los hombres de Rael


Los extraterrestres son los creadores de la humanidad. Esa es la creencia del Movimiento Raeliano, una religión atea que se reúne los primeros domingos de cada mes para hacer contacto telepático con los elohim: los extraterrestres. A este movimiento pertenecen hombres y mujeres que alternan sus vidas cotidianas con reuniones raelianas y meditaciones. Muchos los tildan de locos, pero ellos están convencidos de que los verdaderos creadores de la humanidad son seres de carne y hueso.

FOTO: Leonel Gallo y Carlos Ruidíaz son dos raelianos que meditan los primeros domingos de cada mes en el Parque Nacional.

Leonel Gallo mira el reloj que marca las 11:00 a. m. Termina de responder la pregunta que le hago y camina afanado hacia los árboles que quedan a pocos metros de la Torre del Reloj, en el Parque Nacional. Detrás de Leonel camina Carlos Ruidíaz. Se paran sobre el césped. Se abrazan. Leonel pone las palmas de sus manos con dirección al cielo, cierra los ojos y echa su cabeza hacia atrás. Carlos hace lo mismo.

Elohim, elohim, sé que están cerca a esas estrellas. Elohim, elohim, quisiera comunicarme con ustedes. Elohim, elohim, quién soy yo para tener con ustedes un encuentro. Elohim, elohim, reconozco a Rael y el mensaje que ustedes le dieron”. Leonel lanza su plegaria mientras Carlos se mantiene callado. La meditación dura casi dos minutos. Es otro intento de comunicarse telepáticamente con los extraterrestres, pero dicen que aún no lo han logrado.

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El Movimiento Raeliano se podría delinear con brevedad así: nació el 13 de diciembre de 1972 en Francia, cuando el periodista Claude Vorilhon, más conocido como Rael, tuvo contacto por primera vez con un ovni. A partir de ese encuentro, la misión de Rael consistió en informar a la humanidad sobre la existencia de los elohim, que, según ellos, son una civilización avanzada tecnológicamente que creó la humanidad a su imagen y semejanza. Con los años se extendió a más de cien países –Colombia incluida– y sus miembros creen en el amor, el placer, la sabiduría, la filosofía y la conciencia.

Además, defienden con absoluta convicción la ciencia y la tecnología, así como una sexualidad abierta, y consideran que la democracia es una forma imperfecta de gobierno, por lo que proponen la ‘geniocracia’ o gobierno de los genios, así como el ‘paraísmo’, un sistema similar al comunismo, pero con trabajo realizado por robots y tecnología computacional.

FOTO: Libro El mensaje dado por los extraterrestres escrito por Rael.

Ángel García, guía raeliano en Colombia, se enamoró del movimiento porque, según dice, es el único del mundo que no obliga a sus devotos a seguir órdenes, “nos piden que si no estamos de acuerdo, desobedezcamos a los poderes político, militar, extraterrestre, religioso”. Por esta razón, sostiene él, actualmente en el país hay alrededor de 200 raelianos, pero solo 30 son activos en el movimiento.

Entre ese grupo de raelianos activos están Carlos, Leonel, Ángel y otras personas que viven en las diferentes regiones del país. Para ser raelianos tuvieron que pasar por la transmisión de plan celular (TPC), un bautizo dirigido por un sacerdote o guía raeliano en el que se hace el reconocimiento como miembro del Movimiento. Para llegar a este paso, los interesados deben haber comprendido el libro escrito por Rael, El mensaje dado por los extraterrestres, en cuya portada aparecen los elohim acompañados del mensaje “¡La ciencia finalmente reemplaza a la religión!”.

Ángel afirma que no hay un manual que indique los pasos para comprobar la comprensión del mensaje. Según él, se trata más de un sentir. Además del bautizo, otro de los hechos concretos que demuestran el compromiso hacia el movimiento es el envío del acta de apostasía, que es una carta que solicita la cancelación del bautizo en la religión católica. Para Ángel llevar un estilo de vida sano, sin excesos ni vicios como el cigarrillo, también refuerza la fidelidad hacia los creadores extraterrestres.

FOTO: Leonel Gallo sosteniendo el libro de Rael.

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El primer domingo de cada mes el Movimiento Raeliano se reúne en el Parque Nacional para comunicarse a través de las ondas cerebrales con los elohim. Según Carlos y Leonel, el encuentro con los creadores de la humanidad debe ser a las 11:00 a. m, porque a esa hora pasa una máquina por el cielo que registra los mensajes de los seguidores que están en el planeta Tierra. A la meditación pueden llegar más de diez personas o tan solo una o dos, como ocurrió el día en que asistí.

El primero en llegar es Carlos Ruidíaz, el guía de Bogotá. Reconocerlo no es difícil: tiene en su cuello la medalla plateada que caracteriza a los raelianos. Esta se compone de dos triángulos imbricados que rodean una esvástica, símbolo de los extraterrestres. Trae también el libro El mensaje dado por los extraterrestres, que explica el mensaje de Rael, y un pendón enrollado que dice extender en las meditaciones. En él hay dos frases: “Meditate with us peace to ban nuclear bombs” y “Medita con nosotros 1 minuto por la paz”. La Torre del Reloj marca las 10:40 a. m.

La conversación empieza, pero sus ojos parecen estar inquietos: miran constantemente la entrada del Parque Nacional y luego revisan la hora. Carlos está esperando a alguien. “Ahí viene”, dice, refiriéndose a un hombre que tiene en sus manos una copia del mismo libro que reposa a su lado. Es Leonel Gallo, miembro activo del Movimiento Raeliano, quien de inmediato empieza a hablarme de las enseñanzas de Rael y me recomienda que lea el libro. Luego, revisa su reloj, que da las 11:00, y comienza la meditación.

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El 6 de agosto los medios de comunicación recordaron el bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Para los raelianos ese día se celebra el año nuevo, porque a partir de ese hecho comienza la era tecnológica de la humanidad. Según ellos, el bombardeo dio inicio a la era de la revelación, ya que allí el ser humano supo que la tecnología podía ser un arma de destrucción, pero también de salvación.

Este día no pasa inadvertido para Leonel y Carlos, que se reúnen en el centro de la ciudad. Una vez más, cada uno tiene en su cuello la cadena, y Leonel carga el libro en la mano. Son las 2:30 p. m. y se dirigen a un restaurante. Leonel dice que a los raelianos “les gusta celebrar a través de un encuentro, en este caso el almuerzo”. Agrega que es una fecha importante en la que conversan sobre lo que ha pasado con el Movimiento.

Carlos y Leonel reciben su almuerzo. Leonel dice que no hay nada de misterioso en ellos: son personas comunes y corrientes. En la celebración tampoco hay algo especial. Solo dicen que buscan saborear bien los alimentos. Leonel toma la palabra mientras Carlos come.

FOTO: Carlos Ruidíaz sosteniendo el libro.

Leonel Gallo tiene 76 años. Es un hombre pensionado y llegó al movimiento hace aproximadamente 20 años, tras estar un buen tiempo en la gnosis, una filosofía que combina lo místico con una concepción racional y científica del universo. También cuenta que dudó de la religión católica desde muy temprana edad y comenzó a leer teóricos como Karl Marx, Mao Tse-Tung o Lenin, hasta el punto de considerarse revolucionario.

Este hombre explica que la cotidianidad de un raeliano no tiene nada de particular. Por lo menos él se dedica a cumplir citas y a entregarles el mensaje a los que estén interesados. A esto le agrega una meditación semanal. En su familia ha mostrado el mensaje y les ha insistido a sus hijos que lean el libro; sin embargo, es consciente de que las personas son libres de elegir. Su esposa es católica y, según Leonel, “es la que les mete esas ideas de atraso a sus hijos”.

Mientras Leonel habla, Carlos se mantiene callado. Termina de tomar la sopa, cierra un par de segundos sus ojos para meditar y empieza a devorar el seco. Una vez que termina, toma la palabra para contar, con un diluido acento costeño, que tiene 57 años y también lleva alrededor de 20 años en el Movimiento Raeliano. Además de ser el guía de Bogotá, trabaja como vigilante y vive solo: no tiene hijos ni pareja. Trabaja día de por medio. En estos días, dice, medita el tiempo que considera necesario, ve vídeos en YouTube y sale a tomarse una cerveza con una que otra amiga.

FOTO: Alberto Vanegas, miembro del Movimiento Raeliano desde hace 30 años.

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5:00 p. m. Edificio Portus, en el norte de Bogotá. Carlos sale vestido de vigilante pidiendo unos minutos más de espera, porque su compañero no ha llegado. Luego llega sin su uniforme puesto, con el pendón que cargó el día de la meditación y una maleta. Acaba de terminar su jornada de trabajo y, antes de irse a su casa, está dispuesto a seguir hablando sobre la vida de los raelianos.

Vamos a un café cercano. Hablamos un poco de su vida, pero pronto Carlos redirige la conversación hacia el tema que lo apasiona. Entonces saca su celular, abre Facebook y comienza a mostrar perfiles de diferentes personas en todo el mundo que hacen parte del movimiento. En la pantalla aparece el símbolo raeliano, y mientras conversa, a la mesa llegan un café y un pastel, pero él prefiere continuar antes de probar su pedido.

Carlos dice que ha visto extraterrestres. La primera vez fue en su pueblo, Guamal, en el departamento del Magdalena, “vi a unos pelados mamando gallo mientras miraban hacia arriba y gritaban: “¡Marte, Marte!”. Yo miré y dije que eso no era un planeta. No sabía qué era. Fui el único que se preocupó”, cuenta el guía nacional. Diez años después se dio cuenta de que dichas circunferencias también aparecían en la Revista Cero, una publicación de misterio. Eran ovnis, pensó.

 
 

Este encuentro ocurrió en la misma época en la que comenzó a surgir su interés por saber de dónde viene el ser humano. En el colegio la respuesta era la evolución, y en su casa sus padres insistían en Dios como el creador. Nada lo convenció hasta que llegó a Bogotá hace casi 40 años. Antes de convertirse en raeliano y a raíz de la muerte de sus padres, Carlos decidió acudir al cristianismo en búsqueda de un camino espiritual, pero allí no encontró las respuestas que buscaba y, además, empezó a cuestionar los lujos del pastor.

Por eso, más tarde decidió ir a una reunión con ufólogos. Allí vendían libros, hablaban de las naves y presentaban videos. Uno de esos ufólogos le presentó a Alan Rojas, el entonces líder nacional de los raelianos. El vigilante, entonces, se sintió atraído cuando le contó la filosofía del Movimiento y se sintió más interesado cuando le dijeron que Dios no existía y que el ser humano fue creado de manera científica.

Carlos medita a diario. A veces lo hace durante 20 minutos en su casa y otras veces en lugares públicos mientras entrega volantes del Movimiento. Según él, antes era una persona ansiosa y estresada, pero desde que medita ha logrado fortalecer su cuerpo y su mente. A través de estos momentos los raelianos piensan amorosamente en los elohim para que la vida de los humanos mejore. “Yo medito por la paz del barrio, de la ciudad, de Colombia, por los países poderosos”, agrega.

FOTO: Leonel Gallo y Carlos Ruidíaz cargando el pendón de la campaña “Un minuto por la paz”.

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Alberto Vanegas llega a la plazoleta del Centro Comercial Plaza Imperial. Lleva la medalla tapada por su camisa, por lo que no es tan fácil reconocerlo. Tiene 56 años y desde hace 30 años es raeliano. Llegó al Movimiento a través de una conferencia que dictaron varios líderes internacionales; luego leyó el libro y se convenció de que Dios no existe. Al igual que Leonel y Carlos, Alberto siempre buscó respuestas sobre la creación. Fue gnóstico, asistió a una iglesia evangélica, conoció a los testigos de Jehová y visitó un templo de los Hare Krishna, movimiento religioso de origen hinduista.

Actualmente afirma estar vinculado al Movimiento Raeliano, pero no directamente a la estructura; la razón “no es porque tenga dudas, simplemente es que a unos les llama más la atención estar haciendo actividades, viviendo la filosofía de los raelianos, que a otros”, explica Alberto. A esto, agrega que su actividad laboral le impide asistir a los encuentros en el Parque Nacional o asumir algún liderazgo en el Movimiento, pues es conductor de un bus de servicio público. Sin embargo, hace lo posible por asistir a los seminarios y a las reuniones internacionales.

A diferencia de Carlos, Alberto no ha visto extraterrestres. Según él, no tiene la costumbre de estar pendiente de ellos, lo cual, dice, no indica que no existan. Este raeliano añade que una característica de las religiones actuales es la presencia de fanáticos, y que el Movimiento Raeliano no está exento de ello. “Trato de tener los pies sobre la tierra. No soy fanático ni siquiera del Movimiento Raeliano. Es muy importante no serlo”, dice.

En cuanto a sus compañeros de Bogotá, él dice que tiene una buena relación con Carlos y Leonel, “cuando hay tiempo dialogamos, fraternizamos, pero en la vida privada cada quien está sus respectivas labores. Nos consideramos hermanos raelianos y nos llamamos así”.

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Los raelianos creen que estamos en la época de la revelación. Por eso, para el 2035 esperan que los elohim se presenten públicamente ante la humanidad. Para dicho evento, el Movimiento Raeliano pide al gobierno crear una embajada que esté libre de vigilancia militar. Allí esperan el mensaje de salvación de los que consideran los verdaderos creadores de la humanidad. Mientras tanto, los raelianos continuarán reuniéndose los primeros domingos de cada mes para hacer contacto con los extraterrestres.

Muchas personas creen que están locos. Otros oran para que los raelianos vuelvan al buen camino. Ellos dicen ser pacíficos y no quieren entrar en discusión. “Cada quien tiene la libertad de vivir como quiere y ser feliz”, afirma Leonel.

 

¿Te gustó el texto de Dania Suárez? Mira esta entrevista hecha por ella a María Patricia Téllez.

 

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