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  • Mateo Yepes Serna - Mateo.yepes@javeriana.edu.co

Alfredo Molano, un camino de un lado al otro lado


Durante esta semana, Directo Bogotá abre un espacio llamado #DirectoALaCrítica en el que los estudiantes del curso de Opinión del énfasis de periodismo dan su punto de vista sobre algún libro, película u obra de arte. ¡Bienvenidos!

Del otro lado, libro de Alfredo Molano

Del otro lado Alfredo Molano Ediciones Aguilar 2011

El jueves 3 de noviembre, en el cierre de la ceremonia de entrega de los Premios Simón Bolívar de Periodismo, Alfredo Molano subió a la tarima y pronunció un discurso para irse de espaldas, agradeciendo la obtención del premio a la Vida y Obra del periodismo en Colombia. “Mi oficio de escribir se reduce a editar voces que han sido distorsionadas, falsificadas, ignoradas. No puedo escribir una línea que, de alguna manera, yo no haya vivido”, dijo ante los cientos de asistentes. Unas palabras sencillas pero contundentes que son la razón de este ejercicio.

Del otro lado, su libro lanzado en 2011, es fiel reflejo de ese discurso. En él, Alfredo Molano sirvió como pluma para que seis personajes, todos afectados por los aconteceres de la guerra, se manifestaran y dieran a conocer su historia, sus vidas y sus voces que han sido eternamente silenciadas por la absurda violencia que acompaña el caminar de miles de colombianos y periodistas. Las historias de Demetrio, Mariana, El abeja, Nury, el Maromero y de Rosita son la oportunidad para conocer a fondo lo que sucede en las regiones de este país. País centralizado que necesita romper la idea de que Bogotá es igual a Colombia.

Todas son diferentes, pero tienen un común denominador: cruzar siempre la misma línea con la idea de un futuro mejor, la frontera entre Colombia y Ecuador. Las seis historias, unas con finales felices y otras no tanto, tienen la esperanza de mejorar las condiciones de vida de sus personajes cruzando la frontera, algo así como el “sueño ecuatoriano”. En ese ir y venir de historias, Molano arriesga en su estilo y hace desaparecer al narrador, jugada audaz que no en todos los casos funciona y que, en ocasiones, provoca que el lector se pierda y no logre conectar las historias. En este libro puede pasar un par de veces que el hilo en cada una de las historias se pierda, que se quede a la deriva por el mismo lenguaje utilizado por los personajes. El autor reproduce lo que dicen ellos, sus expresiones, sus formas de hablar, como corresponde al género testimonial que utiliza en sus historias de vida. Para eso hay que conocer terrenos y contextos, formas de vida y aconteceres de la violencia que se entretejen en cada uno de los capítulos.

A lo largo de los seis capítulos, lo más visible es lo fuerte que golpea la violencia al colombiano común. Inmersos en el contexto de la coca, del paramilitarismo y del sicariato, algunos de los personajes hacen sentir al lector su drama cotidiano. Lo hacen ver con sus ojos la Colombia necesitada, la real. Las palabras citadas por Carlos Arcos en el prólogo dan testimonio de ello: no son historias individuales, sino historias colectivas, que afectan comunidades enteras y que dan fe de que estas culturas están en riesgo de ser erradicadas.

Finalmente, es destacable la virtud de Molano como reportero desde su ejercicio de sociólogo, lo que le ha permitido conocer historias que además ha sabido plasmar en el papel de una manera legible para un lector necesitado de conocer el país profundo.

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